Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Pregunte sin pena

Autor:

Mariela Rodríguez Méndez

D.A.: Hace un año y algo empecé una relación con un muchacho y casi de inmediato nos fuimos a vivir juntos. Pensaron que era el momento de que hiciéramos vida de pareja, lo cual funcionó para su familia, pero no para nosotros, que estábamos conviviendo con su hermano menor de 23 años. Tuvimos problemas de todo tipo, menos de infidelidad. Al final me fui de la casa amando aún a quien era mi pareja. Hemos estado desde entonces en un constante ir y venir, debido a mis inseguridades, porque la frase «tienes que darte tu lugar» ponía mi corazón a enfrentarse con mi cerebro. Hace unas semanas él empezó una relación con una muchacha que vive cerca de su casa y, a pesar de que es muy bonita, me llamó una tarde para encontrarnos. Yo, contenta, acudí y la pasamos súper bien; él ahora se ve hasta más enamorado que cuando vivíamos juntos y ya habla de dejarla para que yo pueda volver. Mi incertidumbre está en que no sé qué pensar, ni qué hacer.

Aún «no sabes qué hacer», no logras «darte tu lugar» o al menos otro diferente al de este noviazgo de encuentros sin otros compromisos.

Con independencia de su otra relación, tú no has decidido ocupar el lugar que él tiene para su compañera, de una manera que te resulte soportable. Este lugar marginal elegido ahora conduce a que aparezca alguien que sí quiera asumir lo que abandonas.

Si la frase «tienes que darte tu lugar» te resulta tan difícil, te sugerimos acudir a un psicólogo para hablar más de su significado y razón de ser para ti. Ahora te dieron uno que no quisiste, pero ¿cuál es el tuyo, ese que sí quieres darte?

Mariela Rodríguez Méndez. Máster en Psicología Clínica, psicoanalista.

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