L.B.: Estuve casi seis años en una relación y al separarnos descubrí que yo tenía una infección de transmisión sexual. No había otra forma de infectarme que no fuese con él porque siempre estuve muy enamorada y fui fiel. Aunque no mantenemos contacto, sufrí mucho y lo perdoné. Pero no me perdono a mí misma y no sé por qué. A veces me siento mejor, otras peor. Ya llevo dos años así. Tengo 23 años.
La persistencia de este malestar que asocias a dicha situación, hace necesario que consultes a un especialista para hablar más de ello. Posiblemente, el problema para ti tenga raíces más allá de la infección en sí misma; aunque no hables de eso en tu mensaje.
¿Qué le perdonaste a él? ¿Qué no te perdonas? Sería conveniente encontrar ese punto donde te sientes responsable de lo acontecido, a pesar de que está claro que no te infectaste porque quisiste.
Muchas veces nos sentimos culpables en situaciones donde es otra persona causante de los hechos. Ese «no perdón» apunta a la identificación de una responsabilidad subjetiva, aunque objetivamente sean otros los victimarios e incluso deban ser sancionados legalmente.
En esos casos, comprendemos que nuestra manera de actuar pudo ser diferente y que en dicha ocasión hemos repetido algún patrón que también resultó perjudicial en otros momentos. Repeticiones entrañables porque nos proporcionan satisfacciones, nos ayudan a vivir y afrontar algo peor aún.
Ya esa relación terminó, pero para ti hay algo más que no ha sido analizado ni concluyó con la separación. El malestar insiste porque hay algo que perdura, que te concierne a ti y aún debe ser identificado. Debes elucubrar el saber referido al por qué de ese malestar.
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