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Primer vuelo trasatlántico España y Cuba

Hace 65 años, la hazaña de dos hombres enlazó para la posteridad a la ciudad de Camagüey con Sevilla, España, y a lambas urbes con el mundo

Autor:

Juventud Rebelde

Teniente Joaquín Collar Sierra (piloto). Nació el 25 de noviembre de 1906, en Figueras (Gerona). Era considerado uno de los pilotos más hábiles del momento. CAMAGÜEY.— La tierra de los tinajones posee una auténtica historia que la distingue mundialmente. Entre las páginas más trascendentales de esta ciudad se destaca la del primer vuelo trasatlántico, que unió los dos mundos sobrevolando el mar, y que los lugareños vivieron el día 11 de junio de 1933, con el trascendental aterrizaje del Cuatro Vientos en el aeródromo de Camagüey.

Un día antes, en la madrugada del nueve para el diez, despegaba en el aeródromo de Tablada, en la ciudad de Sevilla, España, el Breguet XIX, Super Bidón, aeronave adaptada especialmente para la larga travesía de 7 600 kilómetros sin escala, una de las máquinas más modernas de su tiempo.

Capitán Mariano Barberán y Tros de Ilarduya (navegante). Nació el 14 de octubre de 1895 en Guadalajara. Le fue impuesta la Cruz de Isabel La Católica. El trayecto inicial sería Sevilla-La Habana, y un segundo enlazaría La Habana con México, pero en el viaje meticulosamente planificado por Barberán desde principios de 1933, con 11 posibles rutas diferentes, aunque salió a la perfección, quiso la historia que los intrépidos aviadores aterrizaran más al este de la capital cubana, justamente en la barriga del verde caimán.

La historia cuenta que el piloto Collar y el navegante Barberán entraron por la antigua provincia de Oriente, y que ambos se guiaron por la línea del ferrocarril central.

De esta manera llegaron los héroes a esta tierra, que los recibió en abrazo multitudinario con una gran jornada de júbilo y gloria.

Luego de aquella conmoción de trascendencia universal, Barberán y Collar prosiguieron camino en su nave hasta la capital, donde continuó el homenaje.

El cuatro vientos cuya velocidad crucero era de 190 kilómetros por hora, se acondicionó especialmente para realizar la hazaña, como ubicar al piloto delante y al navegante detrás, cubriéndose y cerrándose la cabina. La capacidad para el combustible se amplió hasta almacenar más de 5000 litros de gasolina especial y 200 litros de aceite. La línea de puntos indica la trayectoria probable del aeroplano y el recuadro, el sitio donde algunos expertos piensan que pudo haber caído.

Final insospechado

Todo estaba planificado para la segunda etapa Cuba-México. El mecánico de aviación Modesto Madariaga, quien participó en el alistamiento del Cuatro Vientos para el vuelo trasatlántico, viajó desde España para ese segundo mantenimiento en Cuba. Ello les permitió despegar el 20 de junio, temprano en la mañana, del aeropuerto de Columbia, en La Habana.

Los atrevidos volvieron a levantar vuelo para atravesar los 1 920 kilómetros hasta México, pero el destino les jugó una muy mala pasada, pues los héroes del vuelo Sevilla-Camagüey nunca llegaron a su destino.

En la terminal aérea de Balboa, en el Distrito Federal de México, miles de personas esperaron su llegada. ¿Quién podía sospechar aquel final? Cerca del mediodía se reportaba el paso de la nave sobre el aeródromo de Villa Hermosa, Yucatán.

Este contacto con tierra resultó el último. La espera se hizo larga y tensa, pues no hubo más señales de los valientes, que hasta hoy permanecen desaparecidos, sin conocerse aún exactamente las causas.

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