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Amor que cura dolores

Kelvis Ochoa propone una decena de canciones con las que establece una ruta válida para sentir intensamente y nos exorciza, mediante su música, de las malas energías

Autor:

Yelanys Hernández Fusté

Aunque no haya pretendido ponerle su visión personal, Kelvis Ochoa (Las Tunas, 1970) habla con tono propio del más sublime de los sentimientos en Dolor con amor se cura, una producción de la disquera Bis Music en 2013. Toca la fuerza de esa pasión en todas sus aristas y no es absoluto, porque sabe que en el fondo nadie tiene la última palabra en una cuestión tan seria.

El compositor se aleja del romanticismo ramplón para adentrarse en una mirada auténtica y terrenal. Por ello acude en las diez canciones del CD a historias cotidianas, la mayoría de ellas de su autoría.

Palpitan en estos sencillos las maneras de amar en barrios y ciudades que han marcado a Kelvis, como Cantarrana (Las Tunas); La Fe y Nueva Gerona (Isla de la Juventud) y Barcelona (España). Una máxima nace de todo este mundo recreado por el intérprete: «En cada lugar se ama intensamente». Con ello todos estamos de acuerdo.

Mis canciones, explicó en la presentación del álbum, «hablan de las relaciones de pareja, de lo que les rodea, del mundo, de los que aman». Refleja en estas obras heridas y esperanzas, y cómo el amor es cura redentora.

Cuando se le pregunta el porqué de escoger esta temática, defiende enérgicamente: «Amo lo que fui, lo que soy y lo que sueño ser. Amo mi oficio, que es noble, me gusta y lo comparto con todos los que conozco. Cuando yo me enamoré descubrí que la música es un estado de gracia, es un proceso de magia», aseguró.

Congas, sucu sucu, boleros, baladas y sones se conjugan entre los ritmos nuestros que Kelvis toma y adereza para darle a este tratado de sentimientos una autenticidad, su sello de cubanía. «Hay aquí muchos colores, sabores. No me pidan que le ponga un determinado nombre a mi música. Lo que sí es un reconocimiento a los muchos ritmos nacidos en este país, que es nuestro gran tesoro», apuntó.

No obstante, se percibe en su propuesta esas otras culturas que lo han marcado, que lo hacen igualmente músico y se permea de esa vivencia en la Península.

Como ABC indica razones válidas para amar; Marielena, y Pequeña historia de amor constituyen revelaciones de momentos sensibles y esperanzadores. Mientras, En la penumbra, esa pieza de Pavel Urquiza que Kelvis se ha apropiado, deviene dúo exquisito en el que comparte interpretación con el nicaragüense Luis Enrique.

Disfrutarán en demasía los motivos musicales de la guitarra de Kelvis, así como sus disertaciones acerca de las relaciones de pareja en estos tiempos, donde las nuevas tecnologías desempeñan un papel importante en nuestras vidas, como lo demuestra SMS; o esas rutas difíciles por donde transita cada sentimiento que suelen ser Las avenidas del corazón.

Desde el punto de vista musical, este es un álbum de una factura notable. A estas canciones, llenas de imágenes, se le hace un acertado aporte melódico y mucho tuvo que ver la producción musical de Kelvis. Él se rodeó también del talento del Coro Diminuto, quien lo acompaña en Pequeña historia de amor; de los percusionistas Samuel Formell, Oliver Valdés, Rodney Barreto, Anthuan Perugorría y Yaroldy Abreu; del bajista Gastón Joya, los pianistas Rolando Luna y Harold López-Nussa; el trombonista Amaury Pérez, el saxofonista Carlos Miyares, el trompetista Alexander Abreu, que además colaboró junto a Aldo López Gavilán en las orquestaciones del CD, y Dayana García, quien dirigió el área de las cuerdas.

Sobresale además, la coherencia en la dramaturgia del fonograma, donde cada pieza se conecta y se integra al concepto que el artista desea ofrecer sobre el amor, lo cual se plasma en el trabajo de diseño y fotografía.

Dolor con amor se cura es el primer disco de este cantautor que edita una disquera cubana. Este álbum se suma a los compactos Kelvis (Nube Negra), volumen hecho en solitario cuando aún este compositor formaba parte de Habana Abierta; y Habana oculta, CD que realizó junto a Gema y Pavel. A ello se le añade la producción independiente Curandera, conocida gracias a que se ha difundido de memoria flash en memoria flash, como ha dicho su autor.

Pero sin dudas, esta última placa discográfica, la más curadora de todas sus creaciones, según Kelvis, toca con belleza y realidad una temática fundamental en los seres humanos. De ahí que el maestro Juan Formell, en las palabras que dedica al disco, lo califica de exquisito, «repleto de ternura, reflexiones y mucho amor».

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