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Cómplices fieles

En la feria Viejos amigos se propuso poner en circulación los libros que parecían dormirían el sueño eterno

Autor:

José Luis Estrada Betancourt

Era como una afrenta dejarlos allí tirados, tiñéndose de amarillentos tonos, llenándose de polvo, provocando a las polillas; era una traición condenarlos a la muerte cuando en ellos todavía late tanta vida, cuando han sido cómplices fieles; cuando aún tienen que seguir descubriéndonos el infinito, el universo.

Entonces lo decidieron entre todos: no únicamente aquellos que trabajan en el Centro Provincial del Libro y la Literatura, encabezados por su director, Yunielkis Naranjo Guerra, sino también escritores miembros de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac) y la Asociación Hermanos Saíz (AHS); talleristas, promotores culturales, libreros, artistas múltiples, apasionados de la lectura, amigos muchos. Y entre todos armaron el asalto que culminó en la feria Viejos amigos, que se propuso poner en circulación los libros que parecían dormirían el sueño eterno.

«No dejamos escapar ni una sola librería, aunque estuviera en el municipio más intrincado de la provincia, en ese afán de rescatar todos esos textos que se han encargado de contarnos la historia del hombre, que nos han hecho reír, y también llorar, amar», explicó a JR Naranjo Guerra.

Así nació esta iniciativa que escogió darle continuidad a aquella Feria del Libro de Cuba que ya contó 28 ediciones, tremendamente pretenciosa, y que hacía mucho también se había apoderado de la ciudad agramontina. «Pero este, aunque el sueño siga siendo el mismo, ha surgido como un evento más íntimo, más dispuesto a enamorar de tú a tú», enfatiza el destacado promotor cultural que conduce los pasos del proyecto cultural Golpe a golpe, entre los muchos que participaron en estas intensas jornadas.

Con ese afán convirtieron en la sede de Viejos amigos, en su casa linda y obsequiosa, al espacio que tal vez más hace por la promoción de la obra de nuestros escritores en esa tierra reconocida como cuna de la literatura, el Café Literario La Comarca.

Fue allí donde se vistieron de «nuevo» libros que hasta ayer estaban destinados a volverse un amasijo de papeles triturados y palabra sin sentido. También donde los libreros redescubrieron el añejo oficio que los hace tan valiosos y encontraron los argumentos justos y apasionados para hablar de los innumerables encantos que esconden esas vívidas páginas y para convencer a los curiosos, que durante tres días colmaron la planta baja de la sede de la AHS donde radica La Comarca, de que junto a ellos estaba el mejor lugar que podían tener esos hallazgos en forma de narrativa, poesía, ensayos, literatura infantil, ciencias sociales...

Un acto contra la blasfemia

De la valiosa humana labor realizada de recuperar todos los textos que volvieron a mostrarse en todo su esplendor, después de que una guagua «Girón» se «cargara de artistas, escritores, productores y muchachos enérgicos rumbo a Santa Cruz del Sur, Guáimaro, Minas, Sola, Esmeralda...», habló con el diario Evelin Queipo Balbuena, la licenciada en Letras, escritora y directora del Centro de Promoción y la Editorial Ácana.

«La misión radicaba en desempolvar, inventariar, guardar y transportar “viejos amigos”. Esa brigada a la que pertenecen los trabajadores del Centro del Libro y otros como Susel, Yesi, Michel, el Negro, Elibel, se sumaron para hacer el “milagro” por todas las librerías camagüeyanas.

«Cada jornada la aprovecharon los artistas para endulzar el hogar de los niños, el alma de los enfermos, para llevar un club itinerante de lecturas por toda nuestra geografía. Y mientras unos trabajaban para recuperar o cultivar las virtudes del alma, otros laboraban en el empeño de rescatar los libros que son, como decía Jorge Luis Borges, la extensión de la mente humana. Así fue tomando forma este sueño ferial, una idea de Yunielkis Naranjo, joven incansable al que algunos llaman cuadro o funcionario, pero al que yo prefiero llamar promotor cultural.

«¿De cuántas cosas puede conversar uno con un viejo amigo? En esas aventuras descubrimos títulos interesantes, agotados, best sellers de la literatura universal, cubana y territorial, que aún dormían el plácido sueño del silencio. Descubrimos que hay amigos que no tienen fecha ni lugar, que están siempre dispuestos a conversar con uno a cualquier hora solo si queremos. Y claro que algunos abrimos las páginas y comenzamos a leer, no solo por el placer del entretenimiento, sino para poderlos clasificar bien, que era una de las misiones. Y más de uno se quedó prendado con algún título, y hubo quien se asombró de ver empolvado el libro que tanto buscó alguna vez, rara avis en el mundo de papel y tinta.

«Por eso se hizo la feria, porque lo primero es devolverle a un amigo su función y valor. “Primero la venta —dijo el promotor cultural—, después la donación a bibliotecas públicas, centros penitenciarios, de enseñanza; a cualquier lugar donde alguien necesite un libro, porque llevarlo a materia prima sería blasfemar contra el conocimiento y la virtud de los hombres». Y claro que se han vendido libros. ¿Alguien alguna vez lo dudó? Presentaciones a sala llena con la asistencia en pleno de los trabajadores de la Biblioteca provincial, estudiantes de secundaria básica, miembros de los talleres literarios (que cedieron el domingo, día de la misa-taller, para venir al encuentro de amigos viejos)».

Provocadoramente JR le pregunta a la autora de El libro de Gabriela, Oros nuevos. El Viejo Continente y Leyendas urbanas si no hubiera sido lo mismo llamar «viejos amigos» que «amigos viejos» al evento que todos esperan que se repita una y otra vez, a lo cual la Queipo respondió entre sonrisas: «Puede parecer invisible la diferencia, pero un “amigo viejo” es uno de avanzada edad respecto a la nuestra, cuya historia nos antecede y cuyo tiempo de amistad, por razones obvias, no puede ser la misma que la de un “viejo amigo”, ese que nació con nosotros, creció con nosotros. Se puede ser joven y denominarlo de ese modo, porque lo antiguo es la amistad».

Existir de una manera mejor

De lujo los participantes, como Elda Cento, premio nacional de Historia 2015.

El reconocido escritor Jorge Santos anda más que feliz, porque en su tierra no se conforman con «promover el hábito de la lectura en los diferentes sectores de la población, pero haciendo hincapié en los jóvenes solo durante el segmento camagüeyano de la Feria Internacional del Libro, sino que se ponen en marcha proyectos como esta miniferia denominada Viejos amigos, al tiempo que ya se están organizando las actividades que desplegará el Centro Provincial del Libro y la Literatura en los meses de julio y agosto bajo el título de Lecturas de Verano».

El presidente de la Filial de Escritores de la Uneac agramontina está convencido de que la lectura resulta esencial para existir de una manera mejor. «Se lee para aprender a vincularse con los demás, a participar en la vida cotidiana; para iluminarse ante el acontecer que se nos presenta, para conocer cómo somos y cómo son los demás. También la lectura nos enseña a dominar nuestros impulsos, a despojarnos de malos hábitos; y se torna primordial para fomentar bienestar y salud en nosotros y en quienes nos rodean».

Por ello este destacado autor aplaude con fuerzas este tipo de acción, «y por ello se ha insistido en que la programación incluya la participación de escritores con vistas a que promuevan los textos seleccionados, para que narren sus experiencias como lectores, y qué les ha aportado esa lectura en su formación personal y profesional.

«El contacto público-escritor deviene en un acicate educativo para el aprendizaje de los potenciales lectores, más allá del placer mismo que proporciona la lectura. En ese sentido, la manera en que leemos en estos tiempos dependerá en gran medida del interés que tengamos por superarnos, por sustraernos de lo banal, y de aportar con los conocimientos adquiridos en el bien común de todos los días. De suerte que, si bien no perdemos de vista la importancia comercial a la que está abocado el Centro del Libro como institución, el propósito mayor de las actividades que lleva a cabo es promover la lectura para cooperar así con la sociedad en que vivimos».

Los muy buenos resultados que acaba de obtener Viejos amigos evidencian que son muchos los que no solo piensan como Santos, sino que no pudieron abandonar el Café Literario La Comarca durante la feria sin al menos un ejemplar salvado bajo el brazo, conscientes de que es una excelente manera de andar con el espíritu, con el alma llena, en gran medida también por el intercambio con escritores que ya son maestros (los premios nacionales Luis Álvarez Álvarez y Elda Cento, por ejemplo), y con esos alumnos que no los han defraudado; por presentaciones en verdad especiales, por  emotivas lecturas, por entrevistas en vivo desencartonadas; por pequeños conciertos de música que enamoran oídos; gracias a ese calor que sabe convencer de que entre las páginas de los libros puede sorprendernos la felicidad.

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