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Adiós al primer líder de los bateadores

En 1962  Ervin Walters se erigió como el primer líder de los bateadores en la pelota revolucionaria con 367 de average. Conoce la historia de este campeón cubano que nos dejó físicamente hace muy poco

Autor:

Osvaldo Rojas Garay

Conocí personalmente a Ervin Walters Porteaus —aunque, por supuesto, ya había escuchado hablar bastante sobre él— en enero de 2001. Festejábamos el 35to. aniversario de la inauguración del estadio Augusto César Sandino y, de pronto, el Gigante del Central España se paró de su asiento y dijo que deseaba hacer un obsequio: una pelota firmada por participantes en el choque entre Centrales e Industriales que estrenó la principal instalación beisbolera del actual territorio villaclareño, el 8 de enero de 1966.

Hice amistad con Walters y lo llamé muchas veces a su casa el día de su cumpleaños y en algunas ocasiones para el programa Esperando la Pelota, que transmitíamos previamente a los partidos de Villa Clara por la emisora CMHW.

En 2016 me contó cómo de la celebración de su cumpleaños tuvieron que partir hacia las honras fúnebres de su amigo Isidro Borrego Torres, quien había fallecido un mes antes de cumplir 91 años de edad.

Lejos estaba de imaginar que dos años más tarde, en otro mes de abril, el martes 24, 11 días después de haber cumplido 83 años de edad, víctima de un infarto agudo del miocardio, partiría definitivamente este hijo de jamaicanos nativo del central Carlos Manuel de Céspedes, en Camagüey, pero que en los años 50 del pasado siglo se aplatanó en el central España, en Perico, Matanzas.

En 1958 alcanzó la triple corona en la fuerte Liga de Pedro Betancourt, lo cual atrajo la atención de la organización de los Piratas de Pittsburgh.

Al surgir las series nacionales, el 14 de enero de 1962, se encuentra entre sus 116 fundadores y luce la franela del equipo Occidentales que, a las órdenes de Fermín Guerra conquista el banderín, proclamándose, además, el primer campeón de bateo en estos torneos con 367 de average, cifra que se mantuvo como récord hasta que en la temporada de 1974-1975, el difunto Fermín Laffita registró 396, a cuatro puntos de abrir el club de los 400 en el periodo revolucionario.

No sería su único liderato en series nacionales, pues en la sexta versión 1966-1967 terminó al frente de los jonroneros al largar siete pelotas para la calle.

Integrante del equipo Cuba a los Juegos Centroamericanos y del Caribe de Kingston, en 1962, este carismático pelotero intervino en diez campeonatos nacionales con cuatro conjuntos diferentes: Occidentales, Centrales, Matanzas y Henequeneros, elenco con el cual colgó los spikes en 1971, pasando posteriormente a integrar en varias oportunidades los colectivos técnicos de los planteles yumurinos. También participó como jugador en la Serie de los Diez Millones, en 1970.

Aparte de ser fundador de las series nacionales, integrar el primer equipo campeón y ser el primer líder de los bateadores hay otros detalles que hacen de Ervin Walters un pelotero inolvidable: conectó el primer doblete en el estadio Sandino, frente a Manolito Hurtado, el día de la apertura de ese parque beisbolero, y fue el jardinero izquierdo y cuarto bate en el par de desafíos en que Tomás Aquino Abreu Águila rubricó su gran hazaña al lanzar dos juegos de cero jits, cero carreras, consecutivamente, los días 16 y 25 de enero de 1966.

Un hijo de Ervin: Marcos Walters López jugó en nuestras series nacionales, y un nieto suyo lo hace en los juveniles, así la sangre beisbolera del Gigante bonachón cuyos restos descansan eternamente en el Panteón de las Glorias Deportivas en el municipio de Perico, sigue corriendo en nuestra pelota.

 Yo soy del tamaño tuyo

Walters, guardaba en su memoria muchas vivencias sobre el líder histórico de la Revolución Cubana. He aquí algunas de las anécdotas que me relató para mi libro Fidel nunca se poncha.

«Una noche, después que se efectuó el partido correspondiente, él me mira y me dice: «A ti te dicen El Gigante, pero yo soy del tamaño tuyo». Resulta que él estaba arriba del box y yo debajo.

«En otra oportunidad, en el estadio Sandino, se había acabado el primer juego, yo iba para el albergue. Entonces él venía con cuatro o cinco personas y yo llevaba varias naranjas en mis manos. Me dijo: “Alimentándote, Walters”. Me preguntó sobre el primer juego,  le respondí que lo habíamos perdido.

«¿Y el segundo?», dijo. «Tenemos que ganarlo», le contesté. Me puso la mano en el hombro y siguió para el dogaut.

«Hay otra ocasión en que íbamos perdiendo contra Orientales, cero a dos y lanzando el veloz Roldán Guillén. Llegó al dogaut y nos comentó: “Como está ese muchacho hoy va a ser difícil ganarle”. Ese día nos tiraron la foto en la que aparecemos sonriendo con él, Bárbaro Rosales, el Jabao Suárez y yo.

«La última vez que estuve cercano a Fidel fue cuando nos invitaron a un grupo de glorias deportivas para acompañar el equipo que obtuvo la histórica victoria contra los Orioles de Baltimore. Nos despidió en el aeropuerto uno a uno. Cuando me dio la mano, me dijo: “Buena suerte”. Le respondí: ¡Gracias, gracias!».

Una nota curiosa

Coincidentemente, los tres primeros títulos de bateo en nuestros torneos beisboleros fueron a parar a manos de jugadores del equipo Occidentales. En 1962  Ervin Walters se erigió como el primer líder de los bateadores en la pelota revolucionaria con 367 de average. Lo imitaron en las siguientes temporadas, Raúl Cunagua González con 348 en 1963 y Pedro Chávez, con 333 en 1964.

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