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La cultura es para que llegue al corazón

El Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista y Presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, participó este lunes en la reunión de balance del trabajo anual del Ministerio de Cultura

 

Autor:

Alina Perera Robbio

A pesar de toda adversidad, aun viviendo largos días hechos de pura incertidumbre por la COVID-19 y por el efecto asfixiante de un bloqueo recrudecido, Cuba no sufrió apagón cultural. Tal idea está en los resúmenes escritos, y también en el corazón de quienes son artífices y defensores de ese universo espiritual —el de la cultura— donde se libra la batalla decisiva Isla adentro.

Ante los ojos de esta reportera es ese el logro tremendo, la más hermosa expresión de resistencia sobre la cual se habló con pasión y justicia este lunes durante el balance del trabajo anual del Ministerio de Cultura (Mincult), encuentro que contó con la presencia del Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista y Presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez. 

En la Sala Teatro Hart de la Biblioteca Nacional José Martí, y hacia el final de una jornada construida con reflexiones sobre asuntos de valor —desde el conflicto militar que tiene lugar en Europa hasta cómo debe llegar la cultura al escenario más breve de un barrio en Cuba— el Jefe de Estado afirmó: «Para mí ponerle corazón a Cuba encierra también llegar con la cultura al corazón de la nación, llegar con la cultura al corazón de las cubanas y los cubanos».

De tales palabras se desprendió, con renovado énfasis, la alerta sobre la transcendencia que entraña, para la Cuba de hoy, el trabajo desde la cultura. En torno a ese concepto tuvieron lugar excelentes y detalladas intervenciones, durante un análisis que también contó desde la presidencia con la vice primera ministra Inés María Chapman Waugh; con el miembro del Secretariado y Jefe del Departamento Ideológico en el Comité Central del Partido, Rogelio Polanco Fuentes; así como con el ministro de Cultura, Alpidio Alonso Grau.

No resultó fortuito que la primera reflexión —de quienes hicieron uso del derecho a la palabra en la Sala— versara sobre trabajo comunitario. Fue hermoso escuchar al instructor de arte Agustín Adrián, para quien el papel de la cultura desborda el concepto de formación de un público para decidir en la formación misma del ciudadano. «Lo que se ha hecho —dijo en alusión a la labor transformativa emprendida en los barrios— ha demostrado que la cultura salva».

Seguidamente tocó el turno a razonamientos sobre cómo hacer llegar la mejor música a los barrios, o sobre el perfeccionamiento del sistema empresarial de la música, o sobre el trabajo político ideológico —tema que abordó el viceministro de Cultura Fernando Rojas, ante la certeza de que contra la Revolución se conspira, con saña, desde la derecha más radical—.

El necesario diálogo, que la verdad revolucionaria sea bien explicada y comprendida por muchos, y que pueda llegar lo más lejos posible —como reflexionó el Director de Comunicación del Mincult, Alexis Triana— formaron parte de las ideas que se fueron desarrollando en la jornada de balance.

De igual manera José Ernesto Nováez, Rector de la Universidad de las Artes, habló sobre los debates que en esa institución han protagonizado los estudiantes, sobre el alcance de esas nuevas generaciones en espacios comunitarios, y los retos futuros que plantea la docencia.

En lo que a futuro concierne, y sobre la importancia de quienes tienen el arresto y la frescura, el presidente de la Asociación Hermanos Saíz (AHS), Rafael González Muñoz, enfatizó que hace mucha falta conversar cada vez más con los jóvenes creadores, y transparentar lo que se está haciendo, que no es poco. Él habló sobre el compromiso de ellos con la Revolución.

Hacia el final del encuentro el Presidente Díaz-Canel Bermúdez compartió con los intelectuales ideas sobre la compleja situación que sufre el mundo por el conflicto militar que tiene lugar en Europa. También hizo alusión a otros elementos «de contexto» como la COVID-19 y el bloqueo recrudecido contra Cuba.

En medio de tales circunstancias —reflexionó— «no hubo apagón cultural, como ustedes han planteado, y se crearon nuevos espacios, nuevos proyectos, y una nueva manera de hacer que también expresa y ratifica ese concepto de resistencia creativa con el que hemos convocado a nuestro pueblo para enfrentar y sobrepasar la situación actual».

Inmersos en tiempos difíciles, como razonó el mandatario, la dirección del país no olvidó la atención a sus artistas y defendió certámenes culturales que el enemigo quería desmantelar. Y dijo más: vamos a hacer la Feria del Libro, «y vamos también a realizar todas estas cosas que ustedes han estado planteando en el día de hoy»; es decir, las proyecciones que ya están claras en la agenda de trabajo del Mincult.

Este será un año difícil. Es una idea que el Jefe de Estado ha estado expresando. Pero él también comentó en la reunión de Balance que este 2022 «tiene que ser mejor, y ¿quiénes lo tenemos que poner bueno?: nosotros». Lo dijo pensando en la importancia de todo cuanto puede hacerse desde la nueva normalidad, mientras nos sacudimos ya un poco del impacto de una epidemia que ha sido devastadora.

«Un año difícil, afirmó el Jefe de Estado, tiene que ser mejor si también tenemos más espiritualidad, trabajamos más con los sentimientos, y eso hay que lograrlo desde la cultura».

Sus reflexiones tomaron entonces un rumbo que tocó asuntos como la heterogeneidad de la sociedad cubana y la necesidad de trabajar sin perder de vista ese rasgo; o como el valor de evitar la chapucería; o de fortalecer el vínculo de las instituciones culturales con la población —sobre esto último, Díaz-Canel comentó que el mejor tiempo que se puede aprovechar en el trabajo de cualquier dirigente, de cualquier servidor público, de cualquier gestor de procesos, es aquel que tiene lugar entre la gente, con especial énfasis en los más jóvenes.

De tener en cuenta las esencias del socialismo para el trabajo —y esas esencias son la independencia, la soberanía, la democracia socialista que tenemos que perfeccionar, la paz, la eficiencia económica, la seguridad de las conquistas de justicia social, y el antimperialismo— reflexionó también el mandatario. Y al desarrollar el tema de la prosperidad anhelada, volvió a la cultura como ingrediente imprescindible para alcanzar esa suerte de bienestar en el menor tiempo posible.

Educación popular; pedagogía; participación; calidad en todo lo que hagamos; perfeccionamiento de los procesos de creación normativa; Código de las Familias; articulación revolucionaria —en la cual esté presente lo mejor de nuestro pensamiento, los mejores exponentes de nuestra intelectualidad, de nuestra cultura y, por supuesto, de las instituciones culturales—; de tales temas disertó el Jefe de Estado, quien además exhortó a colocar por todos los caminos posibles y en todos los soportes comunicacionales nuestras verdades.

«Sería de mucha ayuda —meditó el Presidente cubano— que nuestros intelectuales más fuertes, que nuestras personas de pensamiento en el ámbito cultural también estuvieran más presentes en las redes sociales. No es un problema de edad. Si alguien tiene una limitación con utilizar las técnicas de las redes sociales, sencillamente lo comparte con otro. Lo importante es que estén nuestras ideas y que estén nuestros contenidos».

Sobre las instituciones, definió que tienen que jugar un papel fundamental, porque donde una de ellas no funcione bien, donde primen el maltrato o la insensibilidad, ahí se afecta la credibilidad, y eso «nos fractura la unidad».

Díaz-Canel hizo énfasis en el concepto de la resistencia creativa: «tenemos definitivamente que irnos por encima de ese bloqueo con todo lo duro que es», y hacerlo con nuestro talento, con nuestras ideas, con nuestro esfuerzo, con nuestras articulaciones, con nuestra integración.

«Yo sé que es más fácil decirlo que hacerlo», reconoció el mandatario, pero también compartió su convicción de que no es imposible dar el salto. Ahí está, como él dijo, lo que hizo la ciencia cubana frente a la pandemia: siete semanas bastaron para tener en nuestras manos el bulbo de un candidato vacunal. «Eso, destacó, es resistencia creativa; y así, con esa resistencia creativa en el barrio, en los proyectos culturales, en la economía, vamos a salir adelante».

Los barrios, «esos espacio en los que hay que innovar», y trabajar por el crecimiento espiritual de las personas, fueron temas que llevaron al Presidente a esta afirmación donde habita el valor decisorio de la cultura: «A nosotros lo que nos va a distinguir es cómo sea nuestra gente, la cultura que tenga nuestra gente, el conocimiento que tenga nuestra gente», que es lo que llevará, apuntó, a tener una actitud distinta, más enaltecedora ante la vida.

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