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La vida de los elegidos es el destino de nuestros hermanos

Así afirmó Tarek William Saab, gobernador del estado venezolano de Anzoátegui, al dejar inaugurada la exposición que en 50 imágenes recoge momentos de la amistad entre Chávez y Fidel

Autor:

Juventud Rebelde

La vida de los elegidos termina siendo un destino. Es el haz luminoso de Jesús abandonado en el desierto, crucificado en unos maderos de cedro, traicionado por sus discípulos y resurrecto dos mil años después en el corazón de los pueblos del universo.

La vida de los elegidos, empieza siendo el de cerrar y abrir todas las puertas de un reino. El de la lucha por la justicia, la verdad, y el amor. A la semejanza de Espartaco, sublevado por la libertad de los esclavos. Igual a la de Ulises, cruzando sin hundirse en la mar océano, azul y verde, claro y gris. Como la de Aquiles, alzado frente a Héctor, desmoronando los muros de Troya, y los sótanos más antiguos de la más lejana ciudad.

La vida de los elegidos es un monumento al decoro

De esa raza ancestral, como en extinción, provienen nuestros dos hermanos. Fidel y Chávez. Chávez y Fidel. Nacidos para vivir entrañablemente en la forja de una amistad que se esparce a la manera del polvo cósmico. Porque su autoridad y liderazgo. Su rectitud y gallardía. Su don para el perdón y la solidaridad y el afecto y la generosidad y la nobleza y la rebeldía y la irreverencia y el coraje y la más genuina lucha por la redención de la patria, hace a nuestros dos hermanos, ser hijos de un patriarca inmemorial que los germinó a razón de edificar en la bisagra de dos siglos, la esperanza y la fe de los pobres de la tierra.

Si no fuese así, entonces. Cómo y quién explicaría que ellos hayan sido en la contemporaneidad los guías que han conducido a derrotar una y otra vez al imperio más poderoso que haya conocido jamás la humanidad...

Estas 50 imágenes recogen trece años de una relación humana que tiene la particularidad de reunir una espiritualidad concebida entre padre e hijo, hasta fundirse por intermedio de los encuentros y los viajes y los sueños y la batalla y el respeto y la hidalguía, en una ejemplar relación de verdaderos hermanos.

Así hemos visto a nuestros hermanos transitar, sin que sean desanimados por los obstáculos, las ruinas de Esparta. Avizorar las puertas de Utopía. Las nieblas de Babilonia. El corazón ardiente de Birán y Sabaneta, como una réplica de las fundaciones donde los héroes renacen para ascender, como si fuera un destino, a la gloria de nuestra liberación.

Atrás, muy al fondo de sus firmes pasos, el tiempo opaco de la desazón y la derrota, de la melancolía y el rencor. Atrás, muy abajo donde se cuecen los graneros del odio, el lugar para la traición y la deshonra.

El insigne magisterio que los rehace y los explica, a veces pareciera no ser de este mundo. He allí la magnífica enseñanza para quienes tenemos el honroso privilegio de ser sus discípulos.

Cuba y Venezuela insurgen en el ejemplo más vigoroso, como las banderas más limpias y transparentes de nuestra América.

Asumamos el desafío de ir más allá de lo que soñaron las precursores de la patria, y construyamos, por ellos y juntos con ellos, la paz y la felicidad de los irredentos de la tierra.

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