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Boca Ciega, boca seca

Muy molestos están los vecinos de Boca Ciega, en la playa capitalina de Guanabo, porque se han quedado sin agua como consecuencia de una decisión tomada recientemente por Acueducto en ese barrio, que ellos califican de arbitrariedad.

Son muchos los firmantes de la carta que encabeza Ana Lourdes Diéguez, residente en calle 5, número 43401, en esa zona. Relata que el 19 de diciembre pasado, ante los ojos de los vecinos, se presentó en el tanque de hierro de Boca Ciega una grúa para sacar el motor bomba sumergible, que garantizaba el abastecimiento a esa zona.

Ante las preguntas, el responsable de Acueducto en la localidad adujo que estaba roto. Pero el presidente del Consejo Popular, convocado por los atónitos presentes, pudo comprobar que el motor funcionaba. Y el propio jefe de Acueducto a él sí le dijo la verdad: no era asunto de rotura, sino que lo trasladaban para la zona del Gato Verde, en el propio Guanabo.

Los vecinos están muy disgustados por el hecho de que les mintieran de primer momento con algo tan serio. Y así lo hicieron saber al Gobierno municipal de Habana del Este. Les preocupa que «se haya desvestido a un santo para vestir otro» así porque sí. Ahora los de Boca Ciega dependen solo del motor del vivero, que no tiene capacidad para abastecer a tanta población, y se resiente y avería constantemente, a más de que el agua no llega a todas las zonas.

«Los vecinos indignados por esta arbitrariedad, señala Ana Lourdes, discutieron enérgicamente planteando que este motor lo estaban sacando aprovechando que nuestra delegada estaba trabajando fuera del país, que es una falta de ética, de respeto, y una mentira, pues todos habíamos luchado para poner la bomba y la delegada había trabajado muy en serio para que se pusiera en Boca Ciega, después de haber pasado dos años sufriendo las dificultades y los problemas de agua por roturas».

Manifiesta la lectora que el de Acueducto argumentó que en la zona donde se iba a poner la bomba era muy difícil realizar el servicio de pipas, y allí había solo alrededor de 60 afectados. Y ellos le ripostaron que «un programa hecho desde un buró era maravilloso», pero los afectados no solo eran los de la loma, sino la zona baja del reparto: el área vacacional y de turismo internacional, y los arrendadores del área, que pagan sus impuestos al fisco, el complejo El Dorado, El Caney, La Casa Club, El Castillito, El Bodegón, el albergue de maestros emergentes y el comedor de los salvavidas.

Lo cierto es que después del traslado de la bomba sumergible, se rompió el motor del vivero, como era previsible. Y al momento de escribirme esta carta, no habían aparecido las dichosas pipas. Habitualmente, manifiesta Ana Lourdes, cuando no les falta el combustible, tienen la turbina rota o si no problemas de neumáticos. Sin el motor sumergible, y con el otro roto, «hay que pagar las pipas o pedir favores, y los vecinos tienen que cargar agua del mar para solucionar muchos problemas», afirma.

También se señaló que había una conexión vieja en el vivero, que había que ver eso. Dijo que lo vería al otro día y nunca fue por allí.

Los trámites han transitado del Consejo Popular a los gobiernos municipal y provincial y a Acueducto del Este. Pero hasta ahora no se ha esclarecido el suceso del traslado del motor. Y los vecinos de Boca Ciega tienen la boca seca de tanto reclamar.

La segunda carta la envía Rayma Ramírez, de calle 2 número 10, entre Avenida 9 de Abril y Primos Bonet, en la ciudad villaclareña de Sagua La Grande. Ella cuenta que el 2 de enero pasado intentó viajar desde Las Tunas, donde se encontraba de visita, hacia Villa Clara.

Se anotó en la lista de espera ese día a las cuatro de la tarde. Había unas 200 personas tratando de llegar a sus destinos, y con las horas continuaron llegando. Esa noche pusieron un ómnibus extra para aliviar la gran concentración. «De los más de cuarenta asientos que tenía la guagua, denuncia, solo 20 fueron vendidos a las personas por lista de espera. Los demás está por averiguarse a quiénes se les vendieron, a pesar del reclamo».

Señala Rayma que «esa noche eran incontables los niños que durmieron tirados en el piso en medio de un churre que casi los tapaba, porque además de la carencia de comodidades, la terminal carece de limpieza, tiene un techo que se está cayendo a pedazos y mucha falta de gestión de su administración».

Y pregunta: «¿Qué es lo que determina que en el país haya provincias con terminales de ómnibus tan cómodas, limpias y organizadas como la de Santa Clara, y otras con una situación tan deprimente y desorganizada como la de Las Tunas? ¿Se puede hacer algo al respecto?».

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