Adora las trifulcas, parecen ser su adrenalina. Cuando parecía que aquellas primeras demenciales propuestas de su primer mes en Casa Blanca-Segunda Temporada, de apoderarse —por compra o botín— de Canadá, Panamá y Groenlandia se habían esfumado en el imaginario de Donald Trump, vuelve ahora a las andadas con el anuncio del nombramiento de un enviado especial de EE. UU. a Groenlandia —la vasta isla ártica que es parte autónoma del reino de Dinamarca, aunque dependiente en defensa y diplomacia.
Con el paso del tiempo me convenzo más de que hay pasajes de nuestra memoria nacional que necesitan ser despojados de la cáscara gris de la repetición. Son hechos que piden a gritos un relato que despierte la piel y se conecten con los sentimientos.
Diciembre siempre llega sin avisar mientras una está distraída. De pronto aparece el último mes como un recordatorio, no solo de lo que pasó, sino de lo que no pasó o queda por hacer. De los planes que quedaron a medias, de los deseos que nos habita.
El vicio de las «fuentes anónimas» en la guerra de Estados Unidos contra Venezuela ha convertido la mentira en un santuario cómodo y rentable. Bien lo advirtió Montaigne hace siglos: «El deterioro de la verdad tiene miles de aspectos y un campo indefinido. Los pitagóricos afirman que el bien es cierto y finito; el mal, infinito e incierto».
Desde hace varias semanas ha sido noticia el seguimiento a los casos de arbovirosis. Y se dice noticia por lo nuevo; porque lo que ya no resultaba novedoso, sino bastante tormentoso, es el estado de los desechos en ciudades y localidades del país.
Washington, 11 de diciembre de 1898. Ese día, todos los cubanos dignos, tanto dentro como fuera de la Isla, se estremecían con una noticia impactante, a la par que dolorosa: de forma repentina, lejos del país al que dedicó su vida y a la edad de 59 años, fallecía el Mayor General del Ejército Libertador, Calixto García Íñiguez.
Algunos ni lo conocen. Para otros resulta su brújula imprescindible. Y ahora ya va creciendo el número de quienes deciden ignorarlo. Lo cierto es que en El Toque se han autotitulado analistas del comportamiento del mercado informal, e intervienen en la guerra informativa contra Cuba… mediante una manipulación que nos desprecia.