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Pavimentar la calidad

Así como deben rendir información al ciudadano las instituciones públicas, así el ingeniero Orlando Feyt, director técnico productivo del Grupo Empresarial Constructor de Ciudad de La Habana, esclarece las dudas que vertió aquí el pasado 18 de noviembre la lectora Basilia Hernández, acerca de un tema vital: la actual pavimentación de calles en la capital.

Basilia se inquietaba porque, de seguir pavimentándose calles sobreponiendo el asfalto a la capa ya existente, aquellas terminarán sobrepasando el nivel de las aceras. Y crearán desniveles, pues las tapas de los registros de alcantarillado y el drenaje quedarán a un nivel más bajo. Esos desniveles, agregaba, afectarán los mecanismos de dirección y suspensión de los vehículos que circulan por las vías.

Responde Feyt que, tras un acumulado deterioro vial en estos años de período especial, ahora que el país cuenta con un financiamiento mínimo para restituir las calles, esta reparación se acomete con un programa de prioridades.

Refiere que la pavimentación se puede ejecutar de dos formas, de acuerdo a las tecnologías con que contamos: colocar una capa de mezcla asfáltica directamente sobre el pavimento; o previamente retirar la capa existente ya deteriorada, con una máquina denominada fresadora, y sobre esa superficie colocar la nueva.

La primera variante, señala, eleva el nivel del pavimento. En el caso de la segunda no es así, pero es mucho más costosa. Por el momento no será posible utilizar esta última en todos los casos. El rendimiento de los equipos de fresado es inferior a las posibilidades de pavimentación. Son de elevada tecnología y con altos costos de adquisición y de operación. No pueden trabajar en todo los tipos de vías, ya que requieren bases firmes soportantes y sin desniveles apreciables en las superficies sobre las cuales se desplazan, con espacios adecuados de maniobrabilidad.

Es por ello, dice, que la segunda variante se ciñe a las vías de intenso tráfico e importancia económica y social, por donde circula generalmente el transporte público.

Aun así, asegura, en cualquiera de las dos variantes se aplican soluciones para permitir el drenaje de las aguas pluviales, y que los registros de las redes soterradas no queden por debajo del pavimento. «En el caso de las rejillas laterales de drenaje pluvial —apunta—, la solución que se aplica cuando es necesario es dejar al menos 20 centímetros sin pavimentar a partir del borde del contén, para permitir el paso de las aguas, pues si se elevaran, se afectaría su normal escurrimiento».

Puntualiza que «los técnicos que dirigen y controlan la ejecución de los trabajos de pavimentación conocen cómo realizar esas acciones de forma correcta; aunque reconocemos la existencia de trabajos mal hechos, donde no se han aplicado las soluciones adecuadas. Pero en cuanto se detectan, los responsables son disciplinados como prevén los convenios de trabajo, los sistemas de pago y las medidas administrativas vigentes para esos casos».

Feyt agradece el alerta de Basilia acerca de la importancia de la calidad en estas obras, que implican sacrificios financieros para el país. Aparte de la esclarecedora información del funcionario, esta última preocupación es lo más trascendente: darle vía libre a la calidad y cerrarle la circulación a la chapucería, pero preventivamente. No pavimentar los errores y descuidos.

Por otra parte, hoy me disculpo, por dos errores mecánicos que se me escaparon al «asfaltar» el Acuse de Recibo del pasado 7 de enero. No era mi día: en la queja de Osvaldo Duménigo, reflejé el pago de determinado trámite con la cantidad de 50 CUC, cuando realmente era de 5 CUC. Y en cuanto al hecho de que en la inscripción de nacimiento le cambiaron el nombre de su abuela (Ángela de la Cruz) por Ángel de la Cruz, este redactor se confundió y lo dijo al revés: como si le hubieran puesto Ángela de la Cruz a Ángel de la Cruz. Perdónenme Osvaldo y el resto de los lectores. Ironías de la vida, al reseñar una queja sobre errores ajenos.

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