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¿Y la delicadeza?

El cliente debe ser la razón y medida de las entidades que prestan servicios. Sí, porque historias como la de René Fernández Lara, reflejada aquí el 10 de enero de 2010, muestran que el maltrato no es siempre la medida adoptada, sino la insensibilidad para informársela a la población con propiedad. Hasta disculpándose.

Entonces, René contaba que el 6 de enero llegó a la sucursal del Banco Metropolitano, sita en los bajos del edificio Focsa, en el Vedado capitalino, para cobrar su chequera de jubilado. Y el empleado que da acceso dijo que solo recibirían público hasta las 5:00 p.m.; cuando en la puerta, un letrero oficial indica que esa unidad trabaja los miércoles hasta las 6:00 p.m.

A las 4 y 59 el empleado dijo que lo sentía, pero iba a cerrar, a pesar de reclamos, ruegos y argumentos de quienes aguardaban afuera. Explicó que había una sola cajera, de las seis que debían estar… Ramón se trasladó a la sucursal del Banco Metropolitano de 23 y 8, en el propio Vedado. Y este también cerraba a las 5:00 p.m.… Intentó preguntarle a este custodio también, y el mismo golpeó el cristal de la puerta desde adentro y le señaló un cartel: hoy solo trabajan hasta las 5:00 p.m.

Al respecto, responde Manuel Vale Marrero, presidente del Banco Metropolitano, que «efectivamente, por dificultades que hemos confrontado con el suministro de almuerzo a los trabajadores, las sucursales con horario desplazado, las cuales prestan servicio hasta las 6:00 p.m., han sido autorizadas a cerrar a las 5:00 p.m., sin que esto constituya una violación laboral».

Significa que se hicieron varias gestiones, infructuosas, para contactar con René. Y reconoce que «no hubo una buena información por parte del compañero encargado del acceso al local, al no dar la respuesta correcta del porqué se hizo necesaria la reducción del horario; pero sí fueron informados los clientes de tal situación, con tiempo antes del cierre, y mediante aviso en las puertas de las oficinas, como bien él refiere».

Agradezco la respuesta. Solo añado que fueron dos empleados de la puerta quienes no dieron buena información: el de los bajos del Focsa, si en verdad informó que cerraban a las 5:00 p.m., no explicó la causa del adelanto, y manejó un asunto de inasistencia de cajeras. Quienes aguardaban, pudieron pensar que por indisciplinas de la sucursal se modificaba el horario.

En el caso de 23 y 8 fue menos explícito: el de la puerta solo señaló desde adentro el letrero —ese día solo trabajaban hasta las 5:00 p.m.— sin explicar el porqué.

¿Qué pueden pensar los que aguardan? Algunos se han acostumbrado a informar a medias, como si afuera hubiera un rebaño. Y a veces ni informar. Cerrado a las 5:00 p.m. y ya. ¿Es tan difícil rendir cuentas y argumentar? El ucase se ha enseñoreado como el estilo de no pocos sitios. ¿Adónde habrá ido a parar la delicadeza?

Gracias, doctor Cristóbal

Desde el municipio capitalino de San Miguel del Padrón, escribe Fabién Ortega con la inquietud de que a esta columna muchos escriben, con razón, de lo desagradable y errático, y muchas veces cuesta trabajo que se elogien las cosas buenas que siempre se dan.

Por eso, cuenta ella que hace un tiempo, aquejada de un dolor apendicular, en apariencia, irrumpió en el hospital Calixto García, y recibió una «exquisita atención» por parte del equipo de cirujanos que ese día estaba de guardia. «Todos muy profesionales, en especial el doctor Cristóbal, que siguió junto a mí con mucho cariño. Con gran paciencia me explicaba todo lo que me pudiera preocupar.

Estuve ingresada cinco días, en los cuales no faltó mi medicamento a su hora, la visita constante de los médicos, el gesto de cariño de las enfermeras y enfermeros.

«Gracias, doctor Cristóbal. Aunque no se lo dije nunca, usted tuvo mi vida en sus manos y la cuidó mejor que yo. Es más, me la devolvió mucho mejor. Es mi deseo que siga así con su equipo; y les auguro cosas muy lindas en su paso por la vida», manifiesta Fabién.

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