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El teléfono más muerto que se sepa

El 12 de agosto pasado, a las 8:30 p.m., Oscar Rodríguez Felipe recibió la última llamada telefónica. Desde entonces el aparato está yerto y mudo allí en su hogar, en calle 45, No. 8616, apto 4, entre 86 y 88, Consejo Santa Felicia, en el municipio capitalino de Marianao.

El desenlace de esta historia lo adelanto: aún está «muerto» el aparato. El asunto es la odisea que ha sufrido, reportando un día tras otro el desperfecto, «hasta el día de hoy, en que mi esposa continúa reportando, para ver si se rinden por cansancio», afirma.

En varias ocasiones, cuenta Oscar, la supervisora, después de escuchar el lógico rosario de quejas, respondía amablemente que haría la reclamación.

Una vez, le informaron a la esposa del remitente que el problema era exterior, y no del equipo o los cables dentro de la vivienda, por lo que sería reportado. En otra ocasión, que los compañeros habían visitado la vivienda cuatro veces y no se encontraba nadie en ella. «Negativo —señala Oscar—, pero esta vez teníamos que esperar una nueva cita, la que sería para el 15 de septiembre de 8 a 12 del día.

«Ante tanta falta de respeto y de contradicciones, me dirigí a la oficina comercial y me informaron que fuera a ver a la gerente el viernes 9 de septiembre. Por primera vez, y faltando solo tres días para que hiciera un mes (de la interrupción), la compañera Jacqueline me informó que mi equipo estaba conectado a un PCM y no a los cables comunes, puesto que esa era una vía de solucionar algunos problemas. Y que al otro día iban a resolver mi caso: día perdido de trabajo.

«El domingo 11 se reportó. La respuesta fue que teníamos cita el día 15. El día 16, como era viernes, “día de atención a la población”, volví a la gerencia. Me atendió el subgerente y la respuesta fue que esperara a partir del siguiente día.

«El domingo 18 al fin llegó el carro de ETECSA. El compañero revisó, y nos dijo que no había problemas dentro de la casa, que era en la calle. Y salió, para regresar con la pena de no poder hacer nada, porque estaba conectado a un PCM; que pasaría la factura a su jefe y volverían al día siguiente. Otro día de trabajo perdido.

«El 23 de septiembre, 42 días después (de la interrupción), volví a ETECSA. Me recibió amablemente la compañera Lupe, porque la gerente estaba de vacaciones y el subgerente no se encontraba. Me indicó que esperara hasta el miércoles 28; y si no me resolvían, entonces fuera a verla».

El 24 de octubre, Oscar volvía a escribirme: «Hoy, al cabo de dos meses y medio, continúo sin servicio. ¿Hasta cuándo tendremos que soportar las faltas de respeto y de responsabilidad, la negligencia? Nadie me ha dicho en mis reiteradas visitas, ni en las respuestas de reparaciones, que no hay en existencia los difíciles PCM».

O todo, o nada

Como cualquier abuela, Nancy Rodríguez (calle 250, Edificio 238-A, entre 39 y 51, apto. 11, San Agustín, La Habana) fue al mercado estatal de Cinco Palmas, en 232 y 51, en la capital, con su nieto de cuatro años. Y el niño quiso jamón, cuando vio las apetitosas piernas sobre el mostrador.

La abuela, que no tiene el monedero abultado, le pidió tres libras al dependiente. Y este, «con mucho desprecio», según Nancy, le dijo que tenía que llevar la pierna entera; a pesar de que en la pizarra rezaba: «jamón de pierna, a 30 pesos la libra». Una libra, ¿no es jamón?

Algo parecido le sucedió en el mercado estatal de calle 250 en San Agustín: grandes piezas de carne de cerdo cruda. Ha pedido dos libras, y sucede lo mismo: se venden enteras, para quienes puedan pagarlas.

Nancy se siente más que maltratada, porque «en un comercio estatal precisamente debía ser donde no se vendiera de esa manera. ¿El trabajador, el jubilado, la persona de bajos ingresos no tiene derecho entonces a adquirir lo que necesita?».

Lamentablemente, ese es un estilo excluyente en el comercio minorista, lastrado por esas reglas onerosas, que supeditan al cliente a sus dicterios, cuando debiera ser este lo más importante. Es la regla del embudo. Al final, es salir rápido de la mercancía y recaudar. No servir y complacer. ¿Será iniciativa de los dependientes, de los administradores, o una vieja regla de Comercio? Sería bueno saber.

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