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Problemas con el pago

Los días de cobro son una odisea, afirma el doctor José Agustín Valdés Sarmiento, médico de la familia del Consultorio 31, adscrito al policlínico Jimmy Hirtzel, de Bayamo, y residente en la calle Camilo Cienfuegos, edificio 11, apto. 1, en el reparto Jesús Menéndez de esa ciudad.

Señala que en el policlínico son frecuentes los problemas en cuanto al pago: «El dinero demora en llegar más de los días previstos. Debemos cobrar a partir del 7 de cada mes. En este enero se empezó a pagar el 11, por error en las nóminas. Puede imaginarse, con semejante atraso, la enorme cola para cobrar, sin hablar de la desorganización.

«El jefe del Departamento de Economía alega que para las nóminas se utiliza un software nuevo, en el cual los encargados de trabajar con él no están muy adiestrados, según da a entender. Así, yo aparecí en las nóminas de certificado médico en cero, sin haber estado enfermo o presentado documento alguno que lo certifique. En la prenómina figuro con un descuento de 190,6 horas, es decir, un mes entero sin trabajar, cuando en realidad no he tenido ninguna ausencia laboral, y así consta en las hojas de cargo que diariamente reporté durante diciembre.

«El compañero de marras dice que es un problema entre el Departamento de Estadísticas y el de Recursos Humanos, lugares a los que debo dirigirme para aclarar la cuestión.

«Pero todavía no he podido cobrar. Y casos como el mío se repiten. Yo me pregunto por qué tanta indolencia con el salario de los trabajadores», concluye el doctor.

Debían cobrarles de sus bolsillos los errores.

Sabor a absurdo

Un extraño sabor a absurdo descubrió el pasado 11 de enero, en la heladería Coppelia, de La Habana, Roberto Ponce, vecino de calle 225 No. 21016, Fontanar, municipio capitalino de Boyeros.

Roberto se asombró cuando, junto a su familia, comprobó que ese día en cada área se vendía un sabor de helado distinto, y no todos los existentes en cada una de ellas.

Tuvieron que ir al área de chocolate por consenso, pues los que deseaban otro sabor tenían que trasladarse. ¿No era más respetuoso que las diversas ofertas, por pocas que fueran, se pudieran consumir en cada área? ¿No era facilismo «saborizar» cada área?

Lo otro que le chocó fue que el sirope, único acompañante del helado, fuera «obligatorio»: en la mesa, quien les atendió no atinó a preguntarles si deseaban o no el aditivo. «La escasez de recursos —proclama Roberto— no es excusa para la falta de profesionalidad. Los visitantes merecen un mejor trato».

Indocumentada

Madelaine García Ramos (Calle 1ra. No. 15906, entre 12 y 14, reparto Vista Alegre, Guanabacoa, La Habana) no existe institucionalmente desde que hace casi dos años extravió su carné de identidad y está sin identificación.

Precisa que cuando fue a las oficinas del Carné de Identidad a nivel municipal le dijeron que no había allí ningún registro de ella. Y le orientaron ir al Registro Civil a solicitar su inscripción de nacimiento, donde vienen asentados el tomo y el folio, para aportar datos que posibilitaran confeccionarle el carné.

Fue al Registro Unificado de Playa, donde aparecen las personas nacidas en 1967, y solicitó la inscripción. Le dijeron que volviera a los diez días. Lo hizo así, y tampoco aparecía. Enero de 1967 estaba tachado y tenía una nota: «Remitida a Guanabacoa». Volvió ella a Guanabacoa, y le dijeron que por el año no podían buscar. Necesitaban el tomo y el folio…

«Continúo sin carné de identidad y sin saber qué hacer. Estoy indocumentada, no aparezco en ningún Registro Civil. Es una gran negligencia. Y sin identificación no puedo realizar ningún trámite legal», concluye Madelaine.

¿El camino más largo?

El pasado 17 de diciembre Caridad Abella (Calle 45, Módulo 1, apto. 4, entre 30 y 32, Cienfuegos) envió sendos bultos postales hacia Suiza y Santiago de Cuba. El paquete para la nación europea llegó el pasado 12 de enero, y el otro aún no había llegado a Santiago el pasado día 13.

«Yo envío casi todos los meses paquetes a Santiago de Cuba, que demoran alrededor de 15 días, y llegan en perfectas condiciones. Debo destacar que la compañera Kirenia, que atiende el despacho, es ágil y atenta. Pero hace casi dos años el correo no tiene precinta ni papel para envolver los bultos. Si el cliente no los lleva, no puede hacer el envío. Antes el Correo aseguraba la precinta timbrada con la identificación de Correos de Cuba. ¿Qué ha pasado?».

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