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¿Hackers en La Habana?

María Victoria Robles Arteaga (edificio 47, apto. 29, Alberro, Cotorro, La Habana) quiere despejar el misterio de las cuentas de internet de ella y de su hija, sin que las sigan «peloteando» de aquí para allá.

Cuenta la madre que ambas, para conectarse, usan las máquinas del Joven Club de Computación del municipio. Y comenzaron a sospechar que sus cuentas de internet eran hackeadas, pues se cerraron por falta de saldo, sabiendo ellas que habían más de cinco horas en cada una.

Recién abiertas en enero pasado, comenzaron a usarlas en la sala de navegación de dicho Joven Club, que cuenta con cuatro máquinas, donde el reloj va marcando el tiempo y lo que consumes. En febrero solo quedaban tres, una de ellas sin el reloj. Después, ya funcionaban dos, ambas sin reloj. Preguntaron por qué, y les dijeron que era asunto de Etecsa. Indagaron en Etecsa, y les plantearon que eso era un programa nacional y todas las máquinas de las salas de navegación tenían relojes.

Así, afirma, comunicaron en el Palacio de Computación la anomalía y la sospecha de que sus cuentas se las hackeaban. Allí las remitieron a la Directora provincial de los Joven Club, a quien no han podido ver, pese a haber ido varias veces.

En la sede de Etecsa en Águila y Dragones, María Victoria expuso el problema. Y allí sacaron un estado de su cuenta en un rango de tiempo. La supervisora le dijo que no le estaban robando el saldo, que había cuatro personas usando la misma y en noviembre había sido recargada con tarjeta prepago. Le quedaban 35 minutos y estaba siendo usada en móviles desde distintos lugares. Por último, le indicaron que debía hacer la denuncia a la policía por estafa y violación de la seguridad informática.

Fueron al Telepunto de Obispo. Sacaron el estado de la cuenta de la hija y arrojó lo mismo: estaba siendo usada por varias personas, con la diferencia de que esta no ha sido recargada con tarjetas prepago.

Volvieron a sacar el estado de las cuentas, y raramente solo aparecen trazas: en la de la hija desde julio y en la de la madre desde septiembre, que fue el último mes cuando la usó. Pero en el estado de las dos sale que han sido recargadas en telepuntos, desde que se crearon el 14 de diciembre de 2015.

«O sea, que mi hija y yo somos dos excéntricas locas. Nos sobra el dinero, abrimos cuentas de internet en diciembre de 2015, las recargamos por gusto y comenzamos a usarlas casi un año después. De ser así, ¿adónde fue a parar el dinero? No aparecen las trazas, pero nosotras tenemos pruebas de que las hemos usado todos los meses».

Y una de ellas es irrefutable, asegura: en junio, las páginas de Facebook fueron bloqueadas porque se había detectado que ambas estaban siendo usadas por más de una persona.

También como prueba de que sí usaban el internet, son los datos de ellas registrados en el Joven Club del Cotorro, «aunque a lo largo del año los operadores han cambiado, y los últimos que vimos, ni de eso se ocupaban». Y la operadora del Telepunto de Obispo les dijo que lo denunciaran a la policía y que la cuenta de la madre estaba más complicada que la de la hija, pero no dijo por qué. Y más:

«Que las cuentas había que cancelarlas, hacerlas nuevas y volverlas a pagar. Que para cancelarlas había que hacer la denuncia primero, porque al cancelarlas los datos se perdían. Y nos entregaron un montón de papeles que los miro y no me dicen nada.

«La información que nos dieron, de nada me sirve, porque no es concreta. Y mi hija y yo no podemos ir a la PNR a denunciar fantasmas. Los datos que necesitamos, según nos dicen, solo nos los puede dar la Directora provincial de los Joven Club, esa que no encuentro. Llego a su lugar y me dicen que está en una reunión en Etecsa; voy para allá y dicen que la reunión fue ayer. Me dicen que está en una reunión en el Palacio de Computación. Voy para allá y me informan que hace como un mes que no va por allí».

Pero su mayor preocupación es que, como todos les dicen que las cuentas son de ellas, si ocurre algo en el uso del internet, la policía vendrá a buscarlas.

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