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Música obligada

Desde Boca de Jaruco, municipio mayabequense de Santa Cruz del Norte, Camilo Conde Rodríguez narró aquí el pasado 14 de febrero sus experiencias en el centro de aislamiento para sospechosos de contagio de Covid-19, en la base de campismo Los Cocos, del litoral norte. Y elogió la calidad y profesionalidad del servicio del personal de la salud y de los trabajadores de la base, pero también contó dos experiencias adversas allí.

Una, que al llegar a la base en el ómnibus que los trasladó, no se les permitió apearse de este. Y por más de media hora permanecieron allí adentro, con el temor de que en el grupo hubiera algún positivo al virus que contagiara al resto. Solo pudieron bajarse tras fuertes reclamos y bajo protesta de quienes les recibieron.

La otra fue la música a alto volumen y por largo tiempo, sin considerar el estrés de muchos de los aislados, preocupados por sus familiares positivos o con el temor de estar contagiados, desde niños pequeños hasta ancianos, sin respeto al derecho al silencio y la tranquilidad de unos, alegando que otros querían oír música.

«No critico el tipo de música —afirmaba—, sino la extensión en el tiempo de esta: entre semana más de ocho horas ininterrumpidas, afirmaba, y el domingo más de diez horas, lo que se volvió insoportable, lo que obligaba a tener en algunos casos las ventanas cerradas para amortiguar el impacto. 

 «Esa situación se les planteó en varias ocasiones a los directivos del centro. Faltó capacidad para buscarle solución al problema de la música en beneficio general; como, por ejemplo, controlar el volumen y ponerla en intervalos de tiempo».

Responde Yurel Sánchez González, director en funciones de la empresa de Campismo Popular Mayabeque, que a raíz de lo publicado, se investigó el caso. Y mediante entrevistas realizadas para brindar respuesta oportuna a Camilo, la administración de Los Cocos «obtuvo como resultado un alto grado de satisfacción de los pacientes, quienes manifestaron que se mantuviera la programación musical e informativa que hasta la fecha se venía realizando».

Añade que en las bases de Campismo hay un procedimiento para el uso del audio y la política musical que dispone los horarios musicales con recesos en el mediodía e interrumpidos al atardecer. Y por la situación excepcional de ser un centro de aislamiento, se estableció un programa de recreación colegiadamente entre la Dirección de Salud y el Gobierno provincial, a petición de los propios pacientes: música agradable con el solo objetivo de amenizar el ambiente y que disminuyera el estrés. Esa programación incluía en intervalos información de las medidas higiénico-sanitarias y el cuadro epidemiológico.

«Nos disculpamos, dice, si el recibimiento no fue agradable. Sin embargo, debido a los motivos por los cuales fueron llevados a la instalación, requería de un protocolo de seguridad muy estricto, que el equipo de Salud Pública respetó e hizo cumplir. Si los pasajeros en el transcurso del viaje y a su llegada también cumplieron con la formalidad, no existía peligro para la salud de ninguno en caso de que alguien estuviese contagiado, por lo que esperar sentados dentro del ómnibus no representaría ningún riesgo para ninguno de los que allí se encontraban».

Como siempre, agradezco la respuesta, aunque en este caso no comparto el criterio de la música obligatoria —vaya a saber qué ruidosa música—, en lo que ya fungía como centro de aislamiento y no como unidad recreativa. ¿Por qué no pueden escucharla personalmente los pacientes en sus radiorreceptores u otros equipos personales, sin imponerla?

Desde que fungió como centro de aislamiento, ya Los Cocos no era una base de campismo, sino una instalación de la Salud para sospechosos que pueden estar tensos, con familiares contagiados, y a la espera del resultado de una prueba. ¿Y en los hospitales se difunde música?

Se dice que la «música agradable» para «amenizar el ambiente» se acordó «a petición de los propios pacientes». Lo preocupante es qué entiende cada quién por agradable: si melodía relajante a discreto e indirecto volumen, o procaz y  ensordecedor ritmo. Además, no siempre la mayoría, en encuestas al paso, revela la razón y la justicia.

Lo otro que lamento es que Salud Pública no haya respondido al respecto acerca de un centro de aislamiento que está bajo su responsabilidad en materia de atención médica. 

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