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Incomunicados y sin respuesta

Elaine Moreno Borjas (Guasimal No. 30, entre Norte y Joaquín Delgado, reparto Callejas, Arroyo Naranjo, La Habana) cuenta que es cliente del servicio telefónico de Etecsa hace más de 20 años; y desde 2020 están sufriendo por las interrupciones en el mismo.

Refiere que el teléfono, el cual está a nombre de su esposo, permaneció sin comunicación en 2020 desde febrero hasta abril, desde junio hasta el 24 de julio; y desde el 15 de agosto hasta el 22 de octubre. Y en 2021 están sin ese servicio desde el pasado 1ro. de abril hasta la actualidad.

«En todos los casos hemos emitido reportes, quejas, llamadas, incluso al Ministerio de Comunicaciones. Porque es algo inusual: El teléfono está funcionando, se interrumpe, y dicen que es problemas de tarjetas: Hay evidencias de que han venido de Etecsa, han desconectado la tarjeta y la han utilizado en otro lugar.

«Este año pensábamos que todo marcharía bien. Ya estamos nuevamente sin el servicio. Tengo en mi casa a mis padres, dos ancianos de 84 años: mi mamá con sus piernas amputadas y mi papá ciego. Soy trabajadora y necesito llamar para saber de ellos, porque tengo una persona que los cuida.

«En estos momentos estoy en teletrabajo, solo lunes y viernes. Necesito la comunicación para realizar el trabajo, pero absolutamente nadie se sensibiliza con mi situación» señala.

¿Funcionan los mensajeros?

El pasado 27 de enero, y desde La Habana Vieja, Fernando Paredes Elósegui criticó que en el comedor del Sistema de Atención a la Familia (SAF) de Teniente Rey y Cuba, y otros de ese municipio, exigían a los ancianos ir dos veces al día por sus alimentos. Y añadía que en otras fases duras de la COVID-19 se decidió «de forma lógica y racional», que esas personas vulnerables fueran una sola vez al día.

«Esta medida, decía, es un insulto a la inteligencia. Tengo 74 años y debo caminar en suma 2,4 kilómetros para alimentarme. Además, durante la pandemia no debemos salir tanto a la calle».

Y el pasado 13 de abril recibimos la respuesta de Andrés Alberdi Valero y Teresa Mora Marichal, director general y directora de Organización, respectivamente, de la Unión de Empresas de Comercio y Gastronomía de La Habana; quienes afirman que una comisión visitó a Fernando, y le explicó que, ciertamente, en otras fases de la pandemia se  decidió entregar en los SAF el almuerzo y la comida de una vez.

«No obstante, precisan, la decisión implementada en estos momentos está en concordancia con lo establecido en la Norma 453/2006, art. 23.15 de la Alimentación Colectiva, que plantea que luego de dos horas de elaborados los alimentos, están expuestos a un proceso de descomposición.

«Y es por ello que están dando cumplimiento a esta norma, pero acompañado del requerimiento de mensajeros, que son los encargados de llevar esas dos frecuencias (almuerzo y comida) a las viviendas de los censados. De esta manera estos no tienen necesidad de acudir al comedor a gestionar sus alimentos, teniendo en cuenta la situación epidemiológica, y que los mismos son personas vulnerables. Se le dio a conocer el nombre del mensajero, quien es el encargado de transportar su alimentación.

«Estas decisiones, plantean, a pesar de estar en correspondencia con lo establecido por las Normas de Higiene de los Alimentos y con la situación de la pandemia de la COVID-19, han generado inconformidades en varios censados, lo que ha dificultado su implementación, ya que muchos continúan asistiendo a los comedores. Se trabaja por lograr la aceptación de las mismas como necesarias y positivas para su bienestar, seguridad y tranquilidad», concluyen.

Agradezco la respuesta y comprendo el argumento preventivo de la descomposición de los alimentos, aunque en el caso de los beneficiarios con refrigeradores no existe el peligro. Lo otro es que si Fernando se quejó por la distancia a recorrer en medio del aislamiento de la pandemia, es que no le estaban prestando el servicio de mensajería que se supone le asignaron. Y ese asunto, que puede ser el de otros beneficiarios, no se esclarece en la respuesta.

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