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Joaquín Borges-Triana

Los que soñamos por la oreja

Aceituna sin Hueso: Iguales y diferentes

Aceituna sin Hueso anda de cumpleaños. La agrupación encabezada por la vocalista Miriela Moreno celebra en el 2010 los diez años de haberse constituido como banda, y de realizar su debut público el 19 de febrero de 2000. Recuerdo que como parte de las actividades programadas por el  aniversario 116 de la aparición del Teatro La Caridad, tuve la oportunidad de asistir al primer gran concierto de este ensemble. A partir de entonces, de uno u otro modo me he considerado un compañero de viaje del grupo, pues he compartido con ellos sus principales presentaciones.

Yo conocía del trabajo de Miriela desde fines de la segunda mitad de los 90, cuando ella era integrante de un interesantísimo y efímero proyecto denominado Matrimonio en el aire, que lamentablemente no dejó grabado ningún material, pero que permanece vivo en el recuerdo de los que disfrutamos de su propuesta en la Santa Clara de hace más de una década.

Lo que de inicio captó mi atención en el quehacer de Aceituna fue el total desprejuicio con el que asumían la creación sonora. Así, junto a elementos de los que supuestamente son los encargados de definir nuestra identidad musical, Miriela y su tropa también le echaban mano a expresiones de la música árabe, hindú, celta, del altiplano, del flamenco, del country, del grunge..., para conformar —en mi opinión— una de las experiencias de hibridación más llamativas en nuestro contexto.

Del repertorio de aquella primera formación de Aceituna sin Hueso, hay piezas que permanecerán entre las buenas composiciones de la música popular urbana facturada en nuestro país. Son los casos de Noche (Ariel Marrero), El miedo y el ángel (Miriela Moreno) o de Las mil y una noches (Ismel Leal). Lo atractivo del conjunto de temas interpretados por la agrupación hizo que al aparecer en el mercado su primera producción discográfica, Marginales.com, de inmediato la misma se convirtiese en todo un suceso de popularidad.

Vendría después un segundo fonograma, el titulado Consumir preferiblemente antes de..., un CD pletórico de piezas de acento en lo bailable y concebido no para el lucimiento de una sola figura, sino en función de todos los integrantes de la banda, trabajo donde la voz de Miriela es tratada en la grabación como un instrumento más del ensemble y con ello, sus potencialidades como intérprete no se explotan cabalmente.

Ahora, tras casi tres años de no asistir a una presentación de Aceituna sin Hueso, concurrí al concierto que ofrecieron en el cine 23 y 12 para festejar el décimo aniversario de la creación del grupo. Confieso que en el instante en que empezaron a tocar el primer tema de la función, me sorprendí ante la presente propuesta del ensemble. Cierto que por Aceituna han desfilado numerosos instrumentistas y que cada uno de esos músicos le ha impregnado su personal estilo como ejecutante al repertorio de la agrupación, pero por mucho tiempo se mantuvieron apegados a la sonoridad primigenia del colectivo.

En la actualidad, Aceituna ha incorporado a su arsenal de instrumentos la utilización de la batería, la guitarra eléctrica y la electroacústica de cuerdas de metal, con lo que la tímbrica de la banda ha perdido un tanto del eclecticismo de antaño, para acercarse más a los procesos de homogeneización que hoy se dan en la música a nivel mundial. Como elementos de continuidad entre una y otra etapa, conservan el empleo del violín, un variado set de percusión, las guitarras con cuerdas de nailon y, sobre todo, el rol protagónico de la voz de Miriela Moreno.

Si algo hay que destacar en la presente alineación de Aceituna es el nivel como instrumentista de cada integrante, que en sus ejecuciones evidencian un saber académico de la música. Por su parte, Miriela continúa siendo una vocalista que asume complejas líneas melódicas, con saltos entre notas que demuestran su capacidad de afinación. Junto a la eficacia que siempre le ha acompañado al rajar la voz o hacer uso de los melismas, hoy ella ha conseguido una mejor articulación vocal al cantar y proyectarse como una intérprete madura, que domina distintos géneros y estilos en el repertorio de estas sabrosas Aceitunas, iguales y diferentes a las de hace diez años atrás.

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