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Iniciarán proyecto investigativo sobre propiedad socialista en Cuba

El proyecto lo acometerá un equipo de investigadores del Instituto de Filosofía. Con ello se abre el camino a una indagación esencial, que no puede ser solo económica  

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 El Doctor Ernesto Molina asegura que queda mucho por recorrer y lo más difícil es cómo la ciencia contribuirá a la solución de estos problemas en la prestación de servicios

La propiedad socialista en Cuba tiene amenazas externas e internas. Para combatirlas con éxito es necesario que la ciencia vaya a las causas de los problemas.

Esta es la conclusión esencial que se extrae, tras dialogar con filósofos y economistas cubanos, tratando de encontrar explicaciones de fondo a las distorsiones denunciadas por este diario en dos reportajes precedentes. En los mismos se demostraba la forma en que en muchos establecimientos estatales se borran las fronteras entre la propiedad social y particular, y sus consecuentes peligros económicos y morales.

Para estos estudiosos los problemas económicos del socialismo se deben precisamente a que este es un sistema históricamente muy joven, en el que todavía queda mucho por transformar.

Una expresión del Comandante en Jefe Fidel Castro surgió como una constante en la conversación con estos analistas. Fidel dijo en su importante discurso en el Aula Magna, en el aniversario 60 de su ingreso a la Universidad de La Habana, que el principal error que hemos cometido es pensar que alguien sabía aquí de socialismo.

 Jesús García, investigador titular del Instituto de Filosofía, liderará el conjunto de especialistas que analizará próximamente el tema de la propiedad en Cuba. «El capitalismo fue quien creó la clase obrera, y esta es la portadora de la revolución socialista. En el seno del capitalismo se dio la posibilidad de que surgiera el socialismo, pero este nació en países del Tercer Mundo y con la gran tarea de enfrentar a esa enorme industria», explica el doctor Ernesto Molina, profesor consultante del Departamento de Disciplinas Económicas y Técnicas de Dirección en el Instituto Superior de Relaciones Internacionales.

Ello implica —según este académico— que el aparato productivo nacional requiere una competitividad extraordinaria para afrontar las competencias globales capitalistas lo más eficientemente posible, convirtiéndose ello en la principal amenaza externa que rodea a la propiedad socialista.

«Estas no son las únicas. Hay también amenazas internas, debidas principalmente a que los manuales de economía socialista que conocimos fueron muy apologéticos, y vieron al socialismo como una sociedad muy armónica y perfecta. No la concibieron con objeciones. Y una sociedad emergida del capitalismo, necesariamente tiene que ser contradictoria.

«En Cuba —país subdesarrollado— el socialismo no surgió de una nación capitalista altamente desarrollada, como lo había previsto Carlos Marx. Nosotros heredamos una estructura económica subdesarrollada y transformarla lleva mucho tiempo. La ventaja que tiene esto es que la propiedad socialista con que contamos puede planificarse, y eso implica que usted tenga una estrategia a largo plazo.

«Lo que sí no debemos hacer es dejar que el mercado por sí solo transforme la estructura económica del país. Eso solo se puede hacer mediante un riguroso plan y en ello el Estado tiene una función insustituible.

«A esto hay que agregar que vivimos en una sociedad que tiene varias deformaciones; por eso muchas cosas tienen que garantizarse mediante la cohesión y el control, pero no todo se puede lograr así. Tiene que haber un diseño científico de cómo organizar económica y políticamente la sociedad para que funcione mejor».

La complejidad de estos fenómenos es la que ha conducido a que un grupo de especialistas del Instituto de Filosofía inicie próximamente un proyecto investigativo sobre la propiedad socialista en Cuba.

Con este paso, coinciden, se abre camino a un estudio imprescindible, que exige investigación científica multidisciplinaria, que no puede ser solo económica, sino abordado en todas sus aristas.

«Hay quienes lo único que les importa es resolver ellos y lo demás no les interesa. Aunque no lo reconocen así, en la vida real lo manifiestan. Por eso es necesario crear las condiciones para que la sociedad marche mejor y cambie ese criterio», señala Molina.

En opinión de este economista, la gran dificultad para solucionar muchos de los problemas en la prestación de servicios que ahora presenta el país, es que el socialismo cubano surgió en medio de una economía de escasez, donde la oferta es deficitaria y no satisface la demanda creciente de la población.

«Lograr que esa oferta deje de ser deficitaria es fundamental. Esa es la primera cuestión. Los precios están altísimos porque la producción es deficitaria. Claro que no se logra de la noche a la mañana, pero pensando inteligentemente se pueden encontrar alternativas que reviertan esta situación.

 Resulta paradójico cómo determinados segmentos de la población respaldan acciones negativas en los servicios, es como una tendencia cultural injustificada a aceptar estas indolencias. «Si queremos hacer esas transformaciones no podemos pensar en realizarlas solo con palabras, con educación en las escuelas. Eso es importante, pero también lo es crear condiciones objetivas que hagan que el ciudadano funcione en colectivo.

«En todo este proceso la opinión pública desempeña un papel determinante. En un sistema de propiedad social se trata de que desde pequeños nos hagan comprender la importancia de ser solidarios con el resto de la sociedad, y si usted crece con ese concepto, le va a afectar mucho que en el futuro algún medio de prensa o alguien lo tilde de incompetente o irresponsable, porque la vergüenza que usted va a tener es muy grande.

«En este sentido queda mucho por recorrer y lo más difícil es cómo la ciencia contribuirá a su solución; pero el solo hecho de que estemos reconociendo la problemática existente en la prestación de muchos servicios, y que nuestra sociedad es contradictoria, puede catalogarse como un paso de avance.

«Uno de los críticos más duros del socialismo fue el Che y no tenía pelos en la lengua para reprochar lo mal hecho. Siguiendo ese ejemplo, el del Comandante en Jefe, y el de otros dirigentes cubanos, los científicos sociales están en el deber de encontrar la verdad de estos fenómenos y la forma de enfrentarlos».

S.O.S. POR LA CALIDAD

Aunque los estudios más acabados y multidisciplinarios están por iniciarse, ya muchos analistas cubanos se han planteado estas interrogantes desde la perspectiva de las ciencias económicas y filosóficas, y han llegado a conclusiones preliminares sobre las causas y posibles soluciones de estos entuertos. Uno de ellos es el Doctor Hiram Marquetti, profesor titular del Centro de Estudios de la Economía Cubana, quien reflexiona que la gastronomía y los servicios asociados han sido utilizados históricamente como un mecanismo orientado a mantener el equilibrio financiero, lo que ha determinado también que se le confiera una excesiva importancia a su función recaudatoria.

«Esta situación ha atentado en no pocas ocasiones contra el resto de las funciones que deben cumplir este tipo de actividades. Existe una falta de cultura en la calidad de las mismas».

Para Marquetti otro de los problemas que lastra este sector es que se ha perdido el sentido de satisfacción a los clientes. «Siempre hay justificaciones para estos problemas; por un lado está la incidencia de lo que significó el período especial, y por otra la inestabilidad de los suministros.

«Por otra parte, se han convertido en una tendencia cultural injustificada las denominadas “sanciones” que te aplican al cobrarte de más por un producto o quitarte gramaje. Lo paradójico de esta situación es el respaldo a estas acciones negativas en determinados segmentos de la población, porque consideran que está en el rango de lo que popularmente se llama búsqueda de la defensa propia. Al amparo de estos criterios ha progresado la tendencia de justificar el hurto como algo normal y corriente, ya que “tengo que resolver mis problemas” individuales mediante cualquier mecanismo.

«Es un problema de concepción alrededor de esos servicios que se ha ido enraizando. No podemos valorar solamente su aporte financiero, sino la parte correspondiente a la calidad.

«Es muy diferente la concepción de usuario y de cliente, porque el primero no tiene la capacidad de exigir y el otro sí. Se ha creado una cultura totalmente negativa con relación a la exigencia por el mal servicio, lo cual lastra la protección al consumidor.

«Tenemos que acabar de medir la eficiencia de un servicio a través de indicadores de calidad, no cuantitativos exclusivamente. Hay que crear indicadores en el que tengan un peso determinado los aspectos cualitativos.

«En consideración de este profesor titular revertir la situación lleva mucho tiempo, pues es complejo rescatar los índices de calidad; mientras no exista tiene que haber también garantía en los aseguramientos.

«El análisis de esta problemática requiere de una mirada integral. Es importante establecer códigos y conductas de deberes y derechos, porque si yo tengo una afectación que no la generé ¿quién me protege?

«Si el servicio es bueno o malo lo asumimos como si no fuera un problema nuestro, le echamos la culpa a otro. Si las cosas se entregan o no, la culpa es de otro. Existen también problemas de indolencia y apatía. En las deficiencias anteriores influyen factores históricos, pero debemos tratar de encontrar posibles soluciones.

«Sin embargo, hay ejemplos que demuestran que se pueden hacer cosas positivas con la misma estructura en los servicios. En provincias como Ciego de Ávila y Cienfuegos se muestran algunos resultados positivos. Hay un enfoque de cómo elevar la calidad.

«Hay que estudiar entonces dónde es posible aplicar iniciativas que rescaten el papel de este tipo de prestaciones, no solo en términos de raciones comercializadas, sino también de los servicios brindados.

«Insisto en que no solo se debe estudiar la estructura organizativa, tenemos que analizar la cadena integralmente».

CAMBIOS PARA MEJORAR

 Los servicios gastronómicos del país están diseñados principalmente para recaudar dinero y mantener el equilibrio financiero y han relegado a un segundo plano el tema de la calidad. Aunque por lo general la ciudadanía tiende a relacionar estas dificultades con la crisis económica derivada de la caída del socialismo en Europa del Este y la URSS, el debate sobre estas deficiencias es tan antiguo como la decisión misma de socializar los servicios del país, tras la llamada ofensiva revolucionaria de los años 60.

Así lo reconocía en la década del 80 el destacado intelectual y luchador revolucionario Carlos Rafael Rodríguez.

«Le echamos la culpa al período especial, pero es que antes de 1989 tampoco funcionaba bien la esfera de los servicios. Había escasez de insumos y otras irregularidades, que también salpican a los establecimientos en moneda libremente convertible», sostiene el Doctor Omar Everleny, profesor titular del Centro de Estudios de la Economía Cubana.

«Actualmente continúan los locales con falta de higiene, donde maltratan al cliente, debido a que no hay en primer lugar una relación directa con las utilidades. Por ejemplo, si el precio de un producto es 2.40 CUC, te lo cobran así, incluso cuando el local debería tener aire acondicionado y no lo tiene, ni te garantizan una javita para llevarlo, o una servilleta para limpiarte las manos.

«Cuando empezó a funcionar el mercado en moneda libremente convertible —agrega Omar— había cierta organización y estructura, pero por desgracia en estos momentos eso no funciona igual.

«Falta la imprescindible relación directa entre el trabajo estatal y los beneficios que genera. Es increíble y hasta imposible pensar que por un salario de 200 pesos y pico alguien brinde un buen servicio, pero además tenga que buscar el bombillo, la colcha de trapear, y cuanto insumo necesite para laborar.

«Cuando un trabajador hace eso es porque realmente gana mucho más de 200 pesos, de lo contrario el sueldo no le alcanza para comprar tantos insumos y a la vez beneficiarse de su salario. Es casi una gran mentira gritada a voces que cobran solo 200 pesos y pico».

Este economista también hace referencia a la necesidad de crear un eficiente sistema de mantenimiento para evitar que sean los trabajadores quienes tengan que reparar las averías de sus unidades. Ese mismo sistema debe garantizar los trabajos de mantenimiento de las unidades reparadas y no solo en la esfera del comercio y la gastronomía.

La mayoría de las unidades siempre han funcionado en un círculo vicioso de irregularidades económicas y de otro tipo, las que creemos resolver separando a administradores y trabajadores del centro; pero la vida demuestra diariamente que no es así, que el problema es más profundo y por tanto merece un análisis más riguroso. «Cuántas veces no se ha limpiado financieramente alguna unidad gastronómica y al cabo de los pocos meses ya la entidad tiene unos faltantes asombrosos, y de nuevo el Estado tiene que saldarlos.

«Se han hecho demasiados gastos en la función recaudatoria de gastronomía y no en la evaluación de la calidad de los servicios. Ese no es un sector que solo está para recaudar y mantener el equilibrio financiero, sino también para conceder prestaciones con calidad a la población. Eso en la actualidad es una contradicción que afecta directamente a los clientes».

Para Omar otro problema que debe resolverse con prontitud es el abastecimiento a las unidades: «Hay algunas que están hasta tres días sin ofertar otros productos que no sean café y cigarros, y mientras no les traen nada, nada venden y dan una imagen muy deplorable».

LA VIDA ES MÁS RICA

La vida es más rica que cualquier teoría, manifiesta Jesús García, investigador titular del Instituto de Filosofía del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente.

«Es cierto que puede haber poca gestión de los administrativos, pero también a veces esos funcionarios se ven limitados en sus gestiones. Las soluciones no dependen solamente de ellos. Al mismo tiempo habría que preguntarse cuántas veces estos trabajadores que salieron publicados en el periódico plantearon esas dificultades en los momentos y estructuras que tienen dentro de su colectivo laboral, y qué soluciones se buscaron con los trabajadores.

«Y en estos casos de servicios directamente subordinados a los Órganos Locales del Poder Popular, además, cuántas veces y cómo se ha discutido ese tema en las asambleas correspondientes, y cómo se implementan soluciones en las empresas y en los Consejos de la Administración locales, y se sigue cotidiana y sistemáticamente por las Comisiones de las Asambleas.

«Debemos analizar cómo fluye la comunicación desde el colectivo laboral, desde el consumidor, desde los administrativos en las unidades, y cómo se toman las decisiones y se lleva a cabo el necesario proceso de satisfacción de necesidades y conciliación de intereses mediante la asignación de recursos, dentro de las posibilidades del país. Por este camino retomamos un tema central: la planificación en la economía, como parte de la planificación social socialista.

«Todos estos desencuentros son los que han conducido a la necesidad de comenzar un estudio multidisciplinario, para tratar de dar nuestro aporte al perfeccionamiento de lo que está en el fondo de todo esto».

La indagación integra estas y otras aristas: el tema de la propiedad socialista, con las complejidades que presenta, cuando este tipo de transformación social se desarrolla en las condiciones de Cuba.

BÚSQUEDA DEL EQUILIBRIO

 El investigador Luis Marcelo Yera considera que es importante que se vayan creando las condiciones organizativas para trasladar decisiones a la base productiva. Las irregularidades presentes en los servicios del país, en medio de la búsqueda de un mejor modelo económico, son las que hacen que aún Cuba no cuente con un sector de comercio y servicios a la altura de las expectativas del pueblo.

La reflexión la hace el licenciado Luis Marcelo Yera, del Instituto Nacional de Investigaciones Económicas (INIE).

«En el comercio y los servicios estatales, los trabajadores, en primer lugar, quieren mantener la oferta, aunque sea por su cuenta, porque de lo contrario tienen que hacer lo que regula la Dirección Provincial de Comercio y Gastronomía: cerrar la unidad.

«Indiscutiblemente esto es una anomalía. Lo normal es que las unidades garanticen lo que hace falta para que no haya que acudir a estas manifestaciones para mantener los servicios. Este es un problema que debemos solucionar gradualmente.

«Es importante que se vayan creando las condiciones organizativas para trasladar decisiones a la base productiva. Tenemos que buscar aquí un equilibrio.

«Las decisiones fundamentales de las empresas se toman en organismos gubernamentales; sin embargo, la Resolución Económica del V Congreso del Partido orientó separar las funciones estatales de las empresariales.

«La teoría que vino de la Unión Soviética llegó sesgada. El marxismo es una teoría integral. Pienso que hay que estudiar de nuevo a fondo cuestiones cruciales como la ley del valor y la realización de la propiedad social.

«Podemos y debemos trasladar más decisiones al colectivo de trabajadores. Los mecanismos de control social están necesitados también de perfeccionarse.

«Nos urge producir. La empresa estatal tiene que producir competitivamente, no compitiendo con sus similares, sino frente a otras formas de propiedad. «Estamos en un contexto altamente competitivo que ha sido elevado a niveles insospechados. En este sentido tenemos un gran reto.

«Desde que el socialismo surgió en la Rusia soviética, el tipo de propiedad estatal que se aplicó no pudo mantener el desarrollo ascendente de las fuerzas productivas que se había logrado desde la comunidad primitiva hasta el capitalismo.

«En nuestro caso, unas 3 800 empresas estatales, integradas por más de 60 000 unidades empresariales de base, tienen esa responsabilidad. Para ello es perfectamente posible tener un sistema empresarial estatal en Cuba liberado de ataduras burocráticas.

«Los que hacemos el socialismo no hemos sido capaces de identificar todo lo mejor que ha creado el hombre en materia organizativa para que una empresa funcione de una forma altamente competitiva.

«Hay un principio económico del socialismo en transición que es la centralización nacional de los medios fundamentales de producción, pero eso no quiere decir que esa centralización abarque también a todas las decisiones. Es necesario lograr el balance adecuado entre centralización (decisiones estratégicas) y descentralización (decisiones operativas), muchas veces confundidas.

«Creímos que toda la vida el socialismo se iba a construir así, porque hicimos una negación mecánica y no dialéctica del capitalismo, sacando lo mejor en materia organizativa de ese sistema que, como bien decía el Che, no tiene nada que ver con su esencia explotadora».

 

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