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Industria local de materiales de la construcción, una solución para la vivienda

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El tremendo desafío constructivo del país no podrá enfrentarse sin desatar con audacia la iniciativa local

«Hay teóricos que dicen que es más importante y económico producir en las grandes plantas a escala, que producir localmente. Aseguran que a gran escala los costos energéticos y de cemento son menores».

Rafael Soler Deschapells, vicetitular del Ministerio de la Construcción, tiene motivos para afirmar que la sentencia del inicio no es más que una verdad entre comillas.

«Quizá tengan fundamento cuando se ve aislada la producción del elemento, sin asociarlo a lo que se debe invertir para garantizar las materias primas y transportación».

La verdad es que, como el personaje de cierta novela cubana, no pocos asumieron que los ladrillos «milagrosos» debían caerles del «cielo».

Tal vez la razón está en que venimos de un modelo de construcción, que duró desde 1959 hasta los 90, donde se concebía la producción masiva de materiales y viviendas a partir de grandes capacidades de producción en todo el país. El paradigma descansaba sobre los hombros de una industria de prefabricación capaz de elaborar módulos con alta productividad.

Solo que ese modelo sufrió durante el período especial, cuando de la noche a la mañana desaparecieron la disponibilidad energética y de transporte, reconoce el Doctor en Ciencias Ingenieras José Fernando Martirena, en su tesis sobre la producción de ecomateriales para la construcción de viviendas como vía de descentralización. Desde el momento en que se reiniciaron los reajustes estructurales de nuestra economía, tras la caída del llamado socialismo real, Cuba intenta encontrar el equilibrio entre lo centralizado y lo local, también en materia constructiva.

Este diario recorrió no pocos espacios del país tratando de encontrar el justo medio de ese equilibrio. Tras conversar con obreros y técnicos del sector y representantes gubernamentales en la base, la conclusión parece ser que el tremendo desafío constructivo del país no podrá enfrentarse sin desatar con audacia la iniciativa local.

El balance local de materiales de construcción es la suma de la industria del MICONS y la industria local, subordinada al Poder Popular.

Existen municipios como Mantua, en Pinar del Río; Nueva Paz, en La Habana; Jatibonico, en Sancti Spíritus, y Segundo Frente, en Santiago de Cuba, entre otros, que han sido ejemplo en la producción local durante estos últimos años. Allí el peso de los recursos que se han tenido para los planes de vivienda tienen un respaldo local, y la participación popular es decisiva.

«Desarrollar la industria local entraña un proceso que en los últimos tres años ha dado pasos importantes. No soñemos que la situación de esta industria, descapitalizada años atrás, podemos cambiarla de un año para otro, pero hay resultados y lo más importante son las decisiones que se han tomado para revivirla. Hay una percepción de la necesidad de revitalizarla», opinó el Viceministro.

Claro que no todo depende del esfuerzo y la voluntad de los colectivos, pues factores financieros y de aseguramiento han sido las principales limitaciones. Bien lo saben los trabajadores del Módulo Productivo de Bejucal, en La Habana, quienes el año pasado produjeron 30 000 bloques, pese a irregularidades con el suministro de áridos y cemento. Al referirse al equivalente de esa producción la cuenta es clara: «Con esa cantidad pudieron rehabilitarse cerca de 75 casas, si todos se hubieran dedicado a ese destino».

La señal de urgencia ha sido captada en La Habana. Las deudas con la vivienda hacen ver en la industria local otra importante solución para restañar daños causados por los ciclones y rehabilitar y construir nuevos inmuebles.

Con una cifra que supera los 160 000 CUC, destinados a desarrollar la industria local de producción de materiales durante dos años consecutivos, los habaneros produjeron 120 000 bloques más que antes de esa inversión. También en Güines fabricaron 20 viviendas Sandino por encima de las tributadas anteriormente y aspiran a producir 60 cada mes.

Ricardo Concepción, vicepresidente del Consejo de la Administración Provincial (CAP) de La Habana, explica que hace cinco años los habaneros comenzaron un programa con el MICONS de donde se derivaron 32 acuerdos con varios frentes que se han ido consolidando.

Antes este territorio, explicó Concepción, no se abastecía ni siquiera de bloques para sus obras. A partir de ahí se hizo una inversión grande en la producción de elementos de pared. Se pusieron dos máquinas modernas para hacer bloques en Artemisa y Güines. Además, en el primero de esos municipios montaron una fábrica de baldosas.

Voluntad y tecnología

En la búsqueda de los hilos de la larga madeja que envuelve el sistema de la vivienda nos sorprendió una modernísima bomba de inyección de hormigón, de esas que solo se ven en documentales. Acababan de ubicarla en la Unidad Empresarial de Base Gran Panel 70, en las afueras de la ciudad de Pinar del Río.

Con esta tecnología, que costó 110 000 dólares, aplicada también en Camagüey y Las Tunas, no se necesita ni grúa ni hombres, solo una manguera que vierte dicho producto como si fuera agua. Con la técnica Gran Panel 70 que se aplica en la citada instalación se fabrican cimentación, paneles y losas de entrepisos. En el presente año la entidad prevé alcanzar un equivalente a 188 viviendas.

Orestes Núñez, ingeniero y director de desarrollo del Grupo Empresarial del MICONS en Pinar del Río, significó que ya se acomete la edificación de 11 asentamientos poblacionales en los municipios de San Cristóbal, Consolación, San Juan, San Luis y Mantua, en cuatro de los cuales se efectúa el movimiento de tierra.

En estos se construirán unas 2 000 viviendas de mampostería y cubierta pesada (de placa u otros materiales resistentes). Se prevé que unos 4 000 constructores agrupados en brigadas de 200 hombres —en proceso de conformación— ejecuten los 11 asentamientos, la mayoría de esos con módulos de dos o más plantas para aprovechar espacio.

En Vueltabajo el 70 por ciento del plan de viviendas para 2009 será de techos sólidos. Unas 3 600 cubiertas deben ser fundidas con poliestireno expandido y de esas están concluidas 200, informaron fuentes del Gobierno en la provincia.

Adalberto Pérez Blanco, director de otra unidad empresarial de base pinareña, la Kilo Cinco, en el kilómetro de igual número en la carretera a Luis Lazo y perteneciente al MICONS, comentó que ellos fabrican las cubiertas y la industria local las paredes.

Dicho de una manera tan simple, parece fácil, pero allí la brigada de mantenimiento libra una batalla constante para remendar las roturas de sus viejos medios, entre estos una grúa que ya tiene 30 años de explotación.

La capacidad instalada de la empresa es de 200 de esas edificaciones al año, aunque están a la espera de dos módulos de moldes metálicos nuevos para lograr 340 viviendas anualmente.

Los perjuicios provocados por los huracanes en Pinar del Río colocaron la varilla bien alto al sistema de la vivienda en los ocho municipios dañados, al punto de que el plan del año es de 6 023, de las cuales 5 500 corresponden a derrumbes totales.

La industria de materiales no puede por sí sola dar respuesta a tamaña labor; por ello la producción local ajusta su engranaje en la fabricación de bloques de hormigón, que llegaron a 242 000 en enero. Los entendidos confían en que paulatinamente se puedan sobrepasar los 300 000 mensuales.

Esa aspiración la ensombrece el déficit en la transportación de áridos para esos fines, aunque para facilitar su traslado se crearon desde diciembre bases municipales de transporte, las cuales tienen dos prioridades: la canasta básica y la vivienda.

El tejar Rafael Ferro tiene 52 años de explotación. Pertenece a la Empresa de Materiales Siete del MICONS y mensualmente fabrica 5 000 ladrillos de barro macizo y de huecos, cifra equivalente a 20 viviendas, aunque no solo se destinan a este fin. Esta instalación se rehabilitó y el pasado mes cumplió su plan. El barro se extrae de un yacimiento distante seis kilómetros, en un sitio llamado La Ceniza. Existe otro tejar en el kilómetro 5 de la carretera a La Coloma, perteneciente a la industria local, pero está parado desde hace dos años por múltiples dificultades.

La reactivación de estas áreas es una necesidad. A la Empresa de Materiales pertenecen cuatro tejares que ya fabrican conexiones de barro destinadas a viviendas, losas de piso, ladrillos estándar y tejas, en algunos casos.

La urgencia también sacude a Las Tunas tras el paso del ciclón Ike, el cual provocó allí la peor catástrofe de su historia. El sector de la vivienda fue quizá el más afectado, pues más de 80 000 inmuebles sufrieron daños tanto parciales como totales.

Reynie García, vicepresidente del Consejo de la Administración Provincial que atiende Construcción, asegura que existen 53 bases de producción de materiales, entre locales e industriales. El ciclón afectó a 25.

Sin embargo, la recuperación ha ido en ascenso y hoy muchas están produciendo, aunque no a plena capacidad. A pesar del huracán, la provincia fue la que más ladrillos produjo en Cuba en 2008 (casi cinco millones y medio de unidades), tercera en la producción de bloques y sexta en la de piso.

«La provincia exhibe la muy buena experiencia de los llamados tejares vinculados. Se trata de productores particulares de ladrillos que trabajan para el Estado mediante la vinculación a la Empresa Provincial de Mantenimiento Constructivo. Esta entidad les compra la producción y se encarga de comercializarla para el programa de construcción de viviendas, un convenio mutuamente ventajoso».

En Las Tunas se están haciendo importantes inversiones en el sector. Se trabaja lo mismo con las nuevas tecnologías, como una fábrica española de bloques, capaz de producir mil unidades por hora, hasta el fomento de pequeños tejares de producción artesanal mediante tracción animal.

Argelio Corría, funcionario del Gobierno provincial, encargado de los procesos inversionistas y producción de materiales, refiere que uno de los mayores tejares, en el municipio de Majibacoa, trabaja con un carretón y una yunta de bueyes. Allí se extrae el barro todos los días, a una distancia de 300 metros, y se traslada de esa manera.

Para este año la producción local se propone más de siete millones y medio de ladrillos. Y levantar pequeñas fábricas para producir bloques en los polos de construcción de viviendas. La producción de materiales en la industria local va a tomar su mayor fuerza a partir del segundo semestre.

Jorge Luis Rojas, joven de 27 años de edad y 15 en los trajines de la alfarería, mientras rellena el molde que parece retozar en sus manos, comenta que ha hecho más de mil ladrillos en una jornada.

«A los diez días están listos para ponerse. En enero produje 10 500. Trabajo sin ayuda, pues cargo el barro, lo traslado y lo corto. Es una labor agotadora. Aunque asegura un salario estable, merece ser mejor pagada. Eso haría que más gente se incorpore».

Tecnología criolla

Lo más notable de Holguín en las producciones locales de materiales de la construcción radica en la instalación de plantas artesanales que llegaron como resultado de un convenio con la Universidad de Villa Clara, las cuales son operadas por los mismos damnificados por el ciclón.

La instalación de estas pequeñas plantas para la fabricación artesanal de bloques y ladrillos en los municipios más afectados por el huracán: Banes, Antilla, Rafael Freyre, Gibara y Holguín, ha dado renovado impulso a la industria local.

Entre otras decisiones, las entidades territoriales del SIME, como la Fábrica de Implementos Agrícolas 26 de Julio y de Combinadas Cañeras, KTP, se han sumado al empeño con la fabricación de estos prototipos en el territorio, lo cual permitirá extender sus producciones.

El déficit de materiales ha incorporado a la producción incluso a algunos campesinos, quienes alternan las labores del campo con las de la construcción. Así ocurre en la CCS 26 de Julio en Banes, donde se producen además clavos y tablas de palma.

Para 2009 se prevén nuevas inversiones en algunas de estas plantas, para la introducción de mejoras tecnológicas, pues aún ninguna de estas instalaciones se está explotando al ciento por ciento de sus potencialidades.

No obstante, dentro del mapa de la provincia aún existe una especie de «zona muerta» en la producción de áridos, ubicada hacia la parte centro-norte, y que comprende a Banes y Rafael Freyre, donde deben priorizarse las referidas inversiones.

Un ejemplo será la reapertura de una antigua cantera en la zona de Yaguajay, en Banes, que no produjo durante años, así como otra en la zona de El Jobo, en Sagua de Tánamo, para garantizar las demandas de los municipios del este.

La aplicación además de otras medidas de carácter organizativo ha tenido sus impactos en un incremento de las producciones, como la implantación del doble turno en cada una de las plantas de áridos y el pago por resultados. Otra medida resulta la explotación al máximo posible de las redes de ferrocarril para la transportación de los áridos.

En Gibara se ha producido después del huracán más materiales que en cinco años atrás. Argelio Martínez, director de la Empresa Constructora del Poder Popular en esta localidad, comenta que las mentes y las iniciativas se han despertado tras el ciclón. «Por el huracán sufrieron diferentes tipos de afectaciones un total de 124 908 viviendas. La necesidad nos ha obligado. La diferencia es que anteriormente se establecían convenios con la industria de materiales para que nos los enviaran. Ahora los producimos aquí mismo».

Local pero determinante

La industria local de materiales de la construcción es un complemento imprescidible de la industria de materiales de la construcción del MICONS. El viceministro del MICONS Rafael Soler Deschapells califica los compromisos de la industria local de materiales de la construcción como decisivos para salir adelante tras los estragos dejados por los ciclones en el sector de la vivienda.

«Son tan importantes que hay provincias, como Pinar del Río, Camagüey, Las Tunas y Holguín, que sin la industria local no puede lograr esos planes. Explicó que para el presente año la industria local deberá crecer un 65 por ciento en la producción de elementos de pared, pues se aspira llegar a los 24,6 millones de bloques. El año pasado se hicieron 14,8 millones.

Se pretende, además, entregar 173 000 metros cúbicos de áridos; el año anterior fueron 97 800, por lo que se crecerá un 77 por ciento en ese renglón.

Según el Viceministro también se elevará la fabricación de ladrillos a 24 millones. En 2008 la industria territorial o local suministró 20,2 millones de estos elementos de pared, por lo que se crecerá un 23 por ciento. En elementos de piso habrá ascenso de un 22 por ciento.

De acuerdo con los planes, Pinar del Río tiene que hacer este año 3,5 millones de bloques de hormigón en la industria local, pues esa provincia tiene 30 000 viviendas derrumbadas totalmente. Con esa cifra se levantan cerca de 3 500 casas.

En Camagüey esta misma industria deberá producir 3 millones de bloques de hormigón para el plan de vivienda, mientras Las Tunas tiene el compromiso de 1,2 millones de este mismo elemento de pared y 7,8 millones de ladrillos, casi lo hecho el año pasado por toda la industria de materiales del MICONS. Holguín también está comprometida a producir 3,6 millones de bloques de hormigón y 2,3 millones de ladrillos de barro.

El resto de las provincias deben sumar 24,6 millones de bloques de hormigón y 24,9 millones de ladrillos. Esos materiales serían el equivalente necesario para levantar completamente 25 000 casas.

Explicó que a mediados de 2004, en vísperas de retomar nuevamente un programa de construcción de vivienda fuerte, se le solicitó al Ministerio de la Construcción hacer un levantamiento de todos los productores locales y las potencialidades que había en cada lugar.

Se analizaron las fábricas que había y los recursos necesarios para revitalizarlas. Desde ese momento empezaron a trabajar y se comenzaron a asignar paulatinamente una serie de recursos.

Deschapells precisa que tanto para la gran industria como para la local no se puede pensar que los recursos están sobrantes, ni son todos los que se necesitan. El proceso de revitalización se lleva a cabo con tremendo esfuerzo; a veces en la industria local se ha hecho con los mismos medios que se tenían.

Explicó que ir logrando un balance local en la producción y comercialización de materiales constructivos depende del desarrollo que alcancemos en estas pequeñas industrias, sobre todo de bloques, áridos y elementos de piso; o sea un grupo de materiales que son pesados, cargas voluminosas y su costo de transportación es elevado.

En la estrategia para los próximos tres años dijo que se enfatiza especialmente en ir logrando con la producción de la industria grande y la de la industria local un balance territorial o local que minimice los costos de transportación.

«Hoy hay materiales, como los bloques y el piso, que resulta mucho más costoso trasladarlos más allá de los 50 kilómetros que producirlos. Esta es una de las razones por la que estamos luchando por potenciar la industria local».

Aseguró que es preciso solucionar determinado déficit de materiales que hay en algunas regiones del país, al estar alejados de las empresas productoras. Por ello la producción local constituye la fuente complementaria del balance de materiales para la solución de cualquier problema.

«También se ha puesto mucho énfasis en lograr que lo que se produce en esta industria local tenga como destino final los programas de la vivienda; no quiere decir que excepcionalmente no se tomen para otro programa, pero la idea fundamental es que estos materiales se empleen para construir, reparar y conservar los inmuebles».

Aseveró que el país permanentemente ha ido atendiendo las necesidades más perentorias en este proceso de reanimación de la industria local. En los últimos tres años se ha invertido, entre lo que se ha asignado directamente a la industria, los programas especiales y lo que se ha entregado por la vía del Instituto de la Vivienda, una suma que supera los 8 millones de CUC.

El Vicetitular del MICONS destacó que de un año a otro ha habido un sostenido crecimiento de las producciones locales. En 2008 la industria local produjo, de un plan de áridos ascendente a 153 000 metros cúbicos, 97 800; eso es un 67,3 por ciento del plan, pero creció en relación con el año anterior un 54 por ciento.

De un plan de 16,4 millones de bloques de hormigón los productores locales tributaron 15 millones; eso significó el 90 por ciento de los compromisos, pero se creció un 23 por ciento en comparación con el año precedente.

En ese tiempo también se previó la fabricación de 20,1 millones de ladrillos de barro y se cumplió al ciento por ciento, debido a lo cual se creció un 40 por ciento en este renglón en relación con el período anterior.

«Cuando comparamos el comportamiento real de un año a otro hay un crecimiento importante. En la producción de bloques de hormigón la Industria de Materiales reportó 45 millones y la local 15 millones; eso significa el 33 por ciento de lo hecho por la industria grande y permite construir 150 000 viviendas. Claro, los 15 millones no solo se destinaron a levantar inmuebles».

Al analizar el comportamiento de la producción de ladrillos de barro aseguró que es más notable el crecimiento, pues estos fueron superados por la industria local. Hoy los mayores centros productores de estos elementos de pared son los hornos criollos, los cuales tienen mayor presencia en la pequeña industria territorial.

El MICONS, como organismo rector de la producción de materiales, controla estos programas, pero los planes parten de las potencialidades identificadas en cada territorio con cada uno de los productores, a partir del estado técnico de sus capacidades.

«Todo no es color de rosa ni lineal; surgen problemas asociados al suministro de combustible y los áridos que nosotros mismos como MICONS debemos proveer a los productores, así como otros insumos.

«La transportación de materias primas, como cemento y áridos, es lo que más ha venido afectando a esta industria. Ha habido que invertir, pero aún todo no está resuelto».

Deschapells insistió en que también deben cambiarse las mentalidades en relación con la industria local, porque aunque haya resistencia para desarrollarla en algunos lugares, constituye una garantía que no tiene nada de utópico.

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