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El amor a Cuba inmenso en el alma

Cuando se reunían los Estados miembros de la ONU para expresar su posición frente al bloqueo contra la Isla, nuestros diplomáticos estuvieron acompañados por los integrantes de la compañía infantil de teatro La Colmenita

Autor:

José Luis Estrada Betancourt

Cuando sean las dos de la tarde de este sábado, la compañía infantil de teatro La Colmenita estará ofreciendo en el teatro Fort Mason Center, Cowell Theater, de San Francisco, su última función de la gira que los llevó a Estados Unidos.

Con Abracadabra la Embajadora de Buena Voluntad de UNICEF se despedirá del público californiano, después de haber actuado con notable éxito en Nueva York y Washington DC. A solo unas horas de su arribo a la Isla, Carlos Alberto Cremata, director de la compañía, y Llanisca Lugo, líder de Crecer con Martí, uno entre los talleres que lleva adelante el reconocido colectivo, accedieron a dialogar con JR sobre sus impresiones del pasado 25 de octubre, por vía correo electrónico.

Y es que quiso el azar «y una confluencia mágica de razones», que justo el día en que se reunían los 193 Estados miembros para expresar su posición frente al bloqueo contra la Isla, La Colmenita estuviese en Nueva York. Cuenta Tin que «los compañeros de la Misión cubana decidieron coordinar nuestra presencia en la sala donde sucedería la votación. Así, por primera vez en estos años de participación de Cuba ante la ONU, nuestros diplomáticos estuvieron acompañados muy de cerca por un equipo de embajadores bajitos, también capaces de expresar de diversas maneras el deseo de todo el pueblo cubano.

«Desde que entramos a la Asamblea estábamos esperando escuchar a Bruno, nuestro canciller. Buscábamos el rostro de los cubanos que se movían intentando que ninguna complicación o emergencia de última hora diera al traste con los resultados que se esperaban. Queríamos ser útiles en aquel momento de tantas normas y convenciones desconocidas para nosotros», rememora Cremata, y en sus palabras se puede notar que aún los embarga la emoción.

Tin recuerda especialmente el instante en que Bolivia pronunció por primera vez en la jornada la palabra «bloqueo», y preguntó cuántas veces más tendrían que pronunciarse en contra en inmensa mayoría. «Así cuestionaba la democracia de Naciones Unidas, que no permite obedecer la voluntad de todas las naciones.

«Luego México recordó la repercusión que tiene esta medida coercitiva sobre terceros países; Venezuela exigió la libertad de los cuatro cubanos que siguen presos en EE.UU. y el regreso a Cuba de René; Indonesia, Bielorrusia, Rusia, Nicaragua... Detrás de cada palabra se sentía el cuestionamiento del doble estándar de la política internacional norteamericana».

Dice Llanisca Lugo que para los niños resultó impresionante «poder escuchar en voces de otras culturas, lenguas e historias, el reconocimiento al aporte de Cuba a las luchas contra la colonización en Sudáfrica, el valor inmenso de la solidaridad cubana, el hecho de que ser cubano sea emblemático para la defensa de la vida en el planeta. Escuchar esto en un escenario tan formal y a la vez tan diverso, nos llenó nuevamente de orgullo».

En total silencio, pero con los ojos muy vivaces, los pequeños de La Colmenita no se quisieron perder ni un detalle de la llegada al podio de la voz de Cuba. «Cuando Bruno habló, buscó la sensibilidad de los hombres y mujeres de bien del planeta, pero también lo hizo, especialmente, para nuestros niños que estaban en la sala, quienes, seguros y confiados, lo escucharon con mucha atención.

«Para los colmeneros fue muy importante escucharle decir que el Gobierno de Cuba seguirá siendo “del pueblo, por el pueblo y para el pueblo”, que seguirá conquistando “toda la justicia”, que la Revolución tendría por siempre un horizonte humanista.

«Cuando Bruno terminó su discurso, un aplauso cerrado lo acompañó durante mucho tiempo. Esta vez, además de los países hermanos y de los que consideran al bloqueo como una política disparatada, se sintió la fuerza de un fuerte zumbido de abejas que llenó de miel la sala. Con 186 votos a favor y solo dos en contra, nada pudo salvar a EE.UU. de una extrema soledad.

«Al cierre, Bruno dialogó con los niños. El amor a Cuba inmenso en el alma. Nos hizo historias de votaciones pasadas, nos felicitó por tener que ver con los resultados en esta ocasión, y nos dijo que así terminaba este cuento de cómo la Misión de Cuba en Nueva York había actuado para los niños cubanos, para los niños de La Colmenita».

Antes de poner punto final a su mensaje, Tin aseguró que «a pesar de las políticas del Gobierno estadounidense, la postura del pueblo norteamericano quiere acercarse, intercambiar con nosotros. Nos quiere y nos admira».

«A este pueblo seguiremos regalándoles nuestro arte y nuestra alegría. Con ellos celebraremos el día en que podamos disfrutarnos y enriquecernos mutuamente, sin que quieran impedirnos encontrarnos y crecer libremente».

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