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Fruta a la mesa y dragón al patíbulo

Según especialistas, la producción de frutas en 2012 debe superar aproximadamente en 50 000 toneladas las de años anteriores

Autor:

Marianela Martín González

Cuando hace cinco años Huanglongbing (HLB), el Dragón Amarillo, lanzó su bocanada ardiente sobre casi todas las plantaciones de cítrico del país, en la empresa de Ceiba la reacción ante la plaga fue virarse al surco con inteligencia.

La enfermedad, descrita por primera vez en China en la década de los 40 del pasado siglo, fue la gota que colmó la copa. No la única causa de la depauperación de los sembradíos.

«Demolimos las áreas dañadas y repensamos el futuro inmediato de las bases productivas. Fusionamos algunas con el objetivo de eliminar la cantidad de personal que no estaba vinculado directamente a la producción. Optamos por crear fincas integrales para poder subsistir. En estas intercalamos frutales, granos y viandas», explicó José Miguel Boza, jefe de Producción de la unidad básica de producción cooperativa 24 de Febrero, de la empresa Cítricos Ceiba en la provincia de Artemisa.

Según José Miguel Boza, para 2013 habrá 400 hectáreas con nuevas plantaciones citrícolas; y paulatinamente las UBPC volverán a su objeto social.

«Al principio promediábamos 2,5 toneladas de frijoles por hectárea, y ahora tres. No solo hemos ganado en variedades y volúmenes, también la relación con el medio ambiente es más armoniosa. Lo que ahora sembramos requiere menos aplicaciones de sustancias químicas», señaló.

Ahora —aseguró Boza— los trabajadores ganan cerca de 800 pesos mensuales, más un anticipo y otros cobros vinculados a los cultivos que comercializan.

La empresa cuenta con mil hectáreas en explotación sobre la base de las fincas integrales. Ya existen 47 y en los próximos años se llegarán a fomentar alrededor de 60.

Necesidad, no quimera

El incremento de la producción de frutas tropicales cuenta en la estrategia del país para garantizar la seguridad alimentaria. El Lineamiento 195 de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución así lo estipula.

La concepción de la finca de frutales comenzó a implementarse en 1997, como una forma de organizar la fuerza de trabajo a partir de las plantaciones existentes o de las nuevas siembras.

Emilio Farré Armenteros, director técnico del Instituto de Investigaciones de Fruticultura Tropical, precisó que para lograr un crecimiento sostenible de la producción frutícola se crearon estas entidades sobre la base de la vinculación del hombre al área, el pago por resultados finales y el máximo aprovechamiento del suelo y los recursos disponibles.

Estimó que la estrategia se fundamenta en la introducción de los sistemas de riego, conjuntamente con la aplicación de un manejo adecuado.

La piedra angular —según el especialista— es el intercalamiento y la asociación de los cultivos, así como la combinación e integración de especies de ciclos productivos largos, medianos y cortos, con el objetivo de lograr un mayor aprovechamiento de los insumos, y una rápida recuperación de la inversión. Se incluye, además, la siembra de otros frutales en la periferia de sus áreas.

Por su parte Raixa Llauger Riverón, directora general del Instituto de Investigaciones de Fruticultura Tropical, refirió que a través del Programa de Fincas de Frutales, aprobado el 15 de agosto del 2008 por el Comité Ejecutivo del Consejo de Ministros, tomando como fuente los proyectos de colaboración Cuba–Venezuela, se acordó un financiamiento para adquirir sistemas de riego y completar las fincas existentes y las nuevas siembras.

«Actualmente existen 2 342 fincas integrales, las que abarcan un área de 19 925,17 hectáreas. Además, existen 420 viveros, de los cuales 271 están tecnificados y cercados, con una tecnología de injerto establecida, riego y puntos de desinfección.

«Se estima producir para 2012 aproximadamente 50 000 toneladas de frutas por encima de lo obtenido en años anteriores», subrayó.

Las provincias que mejores resultados han alcanzado en el desarrollo de las fincas integrales de frutales son Artemisa, Ciego de Ávila, Matanzas, Villa Clara, Camagüey, Cienfuegos y Pinar del Río.

Variedades tropicales

La producción de frutales con destino a la población, la sustitución de importaciones y la exportación depende de la participación de brigadas productoras, sobre todo las procedentes del sector cooperativo y campesino, según explicó Luis Alberto Torres Silva, director técnico del Grupo Empresarial Frutícola, perteneciente al Ministerio de la Agricultura.

«Se han elaborado estrategias de trabajo para que se puedan incrementar los volúmenes de exportación, tanto de frutas frescas como de productos industrializados. Para eso se ha trabajado en las variedades tropicales más importantes como mango, aguacate, guayaba, coco y piña. Y las anonáceas se están incorporando», afirmó.

Torres Silva precisó que prevalece un marcado interés porque funcionen las fincas integrales, pues el principio de la vinculación del hombre directamente a una determinada área de cultivos eleva la productividad.

«Cuando hablamos de fincas integrales de frutales, nos referimos a las que tienen un cultivo principal, ya sea de mango o aguacate, e intercalamos dentro de sus producciones otras, como la piña, fruta bomba y guayaba.

«El objetivo fundamental de esa técnica de intercalamiento es ir amortizando la inversión inicial de los primeros cuatro años que demora el cultivo principal en producir; y, mientras, se van generando ganancias.

«La empresa Cítricos Ceiba es pionera en la aplicación de esa experiencia, a partir del deterioro de sus plantaciones. La idea se extendió al resto del país y ha prendido, al punto de que tenemos un nivel considerable de fincas integrales en todos los territorios y los resultados productivos son significativos».

El directivo aclaró que las condiciones propicias para el riego no están presentes en todos los lugares. Por eso se han diseñado fincas para condiciones de secano. Asimismo precisó que el personal vinculado a estas áreas oscila entre uno o dos trabajadores por cada dos hectáreas.

«Eso significa que allí se genera el cultivo que tienen identificado como principal, pero además se producen frijoles entre los surcos. Con esta variante se ha logrado subir el salario promedio de los productores entre 800 y 1 200 pesos mensuales».

Limón limonero, el reordenamiento primero

El programa perspectivo de cítricos sí ha transitado por afectaciones notables. No solo el Huanglongbing (HLB) es el responsable cuando se habla de la escasez de esta variedad en el mercado, y lo caro que cuesta un simple limón.

La susodicha plaga se detectó masivamente en Cuba en 2007, pero desde mucho antes los ciclones estragaron las plantaciones indistintamente. La pérdida de una capacidad productiva de alrededor de un millón de toneladas en el año 1990, se debe a la conjugación de varios factores, entre ellos los climáticos, otras enfermedades y problemas organizativos.

«Calculamos un despegue a partir de unas 300 000 toneladas anuales, y en 2022 nos proponemos alcanzar unas 670 000. Este año debemos sembrar aproximadamente unas 2 200 hectáreas de naranja, limón y toronja», informó el Director Técnico del Grupo Empresarial Frutícola.

Dragón a la tea

Para sacar al Dragón Amarillo de los campos cubanos —precisó Torres Silva— se han definido principios fundamentales. La eliminación de las plantaciones viejas, principal fuente de inoculación, ha sido el primer paso.

Como medida estratégica también se ha creado un programa de protección química de productos menos nocivos a la salud. Se está exigiendo que las aplicaciones foliares se reduzcan a índices muy bajos, y se realicen directamente en el tronco de la planta, de manera que los productos no contaminen el ambiente.

Como tercera variante se emplean patrones para injertar variedades un poco más resistentes a las condiciones existentes, pues el Dragón Amarillo no es el único enemigo de los cítricos. Hay muchas otras enfermedades en su contra.

«La estrategia es hacer bloques nuevos de cítricos que se puedan compactar y eso está dando resultado. La empresa Cítricos Ceiba tiene hoy 86 hectáreas totalmente nuevas. El porcentaje de infestación que tienen es muy bajo, igual que en Jagüey Grande, donde tenemos casi 3 000 hectáreas renovadas.

«De momento sabemos que hay que convivir con la enfermedad, porque parece difícil desaparecerla, aunque existen muchos países financiando investigaciones, sobre todo en la búsqueda del gen de esta bacteria HLB. De manera que tal vez en un futuro no lejano, se pueda lograr», apuntó.

 

 

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