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Misterios de un parque

La plaza central Serafín Sánchez Valdivia, de Sancti Spíritus, es objeto de una remodelación a semejanza de su diseño en 1914. Hallazgos arqueológicos han enriquecido la mayor obra constructiva por el aniversario del medio milenio de la fundación de la urbe

Autor:

Lisandra Gómez Guerra

SANCTI SPÍRITUS.— El «corazón» de una de las ciudades más antiguas de Cuba palpita a un ritmo arrollador. Grúas, carretillas, retroexcavadoras, cemento, arena… de todo hay en un área donde queda poco espacio para transitar. Mas no pocos desafían el polvo y el sol, y se mantienen vigilantes a cada acción. Y es que en solo tres meses «ha resurgido» el parque Serafín Sánchez Valdivia, a semejanza del disfrutado por nuestros antepasados.

La idea era conocida por todos. El proyecto de remodelación de la plaza fue aprobado en 2013, un regalo especial por el aniversario 500 de la fundación de la villa, que se cumple el próximo cuatro de junio.

Pasada la primera quincena del mes de febrero, obreros de la Empresa de la Construcción en Sancti Spíritus comenzaron las labores con el levantamiento de todo el piso del parque. El jueves 20 de febrero llegó la primera señal. Una retroexcavadora dejó a la vista de todos fragmentos de un piso, cuyos orígenes apuntaban a los finales del siglo XVII.

La noticia corrió como pólvora por toda la ciudad. El lunes 24, arqueólogos y especialistas del Centro Provincial de Patrimonio se presentaron en el lugar e iniciaron las excavaciones. En pocas horas el suceso daba la vuelta al mundo gracias a la versión digital del semanario Escambray y otros medios de prensa que siguieron la pista: «Durante las acciones para la demolición del parque, aparecen restos del convento y de la iglesia de San Francisco».

Reinaldo Pérez, uno de los arqueólogos participantes, rememora: «Comenzamos poco a poco las labores arqueológicas y aparecieron enseguida fragmentos de los muros con sus colores originales: azul, verde, blanco y amarillo; así como la estructura de sus horcones, una letrina y restos de huesos de animales y humanos, y figuras religiosas».

Los hallazgos se convirtieron en el centro de atención de gran parte de la ciudad. Un cordón humano protegía el área de trabajo, donde las más increíbles historias nacieron del imaginario popular.

«Que sigan buscando, que la gente de antes escondía el oro bajo el piso y ahí hay mucho dinero», reafirmaba insistentemente Agustina, una anciana yayabera, quien junto a su esposo llegaba todos los días para confirmar su hipótesis.

«Más para allá están los túneles. Mi padre me decía que allí enterraban a los niños hijos del pecado», aseguraba Ireno, otro longevo espirituano, mientras que especialistas del Gabinete de Arqueología perteneciente a la Oficina del Conservador de Trinidad y el Valle de los Ingenios, arqueólogos, historiadores y otros investigadores espirituanos indagaban en cada centímetro del lugar, con la asesoría de la Oficina del Historiador de La Habana y del Instituto Cubano de Antropología.

Pero los hallazgos y el contacto directo de los expertos con la población curiosa desmintieron las diversas suposiciones y propiciaron un acercamiento a nuestras raíces.

Un siglo de historia escondida

En 1914 el parque Serafín Sánchez Valdivia tomó cuerpo encima de los restos del lugar donde se situó la ermita de la Veracruz en 1690, que a partir de 1716 estuvo acompañada del convento de San Francisco.

De la iglesia se conoce poco, debido a su temprana fecha de construcción. En cambio, la otra institución fue financiada por el padre Silvestre Alonso Muñoz. Los franciscanos abandonaron la edificación en 1840 y 22 años después se convirtió en un colegio de jesuítas, uno de los primeros centros educativos de la ciudad.

Posteriormente la edificación fungió como cuartel del ejército español y la primera iglesia presbiteriana del territorio.

En 1911 se decidió demoler la ermita y el otrora convento, con el fin de ofrecer trabajo y modernizar a la villa.

«Según documentos de la época, se dice que presentaban muy mal estado constructivo, pero sabemos también que el alcalde Juda Martínez Moles abogaba por crear áreas modernas, como un parque más amplio. En 1914 se inauguró la plaza Serafín Sánchez Valdivia y con los materiales de la demolición se levantaron cuatro casonas de familias adineradas», apunta María Antonieta Jiménez Margolles, historiadora de la ciudad.

En la década de los 70 del pasado siglo, la plaza fue reducida, con forma de pera, y tomó mayor altura en función de ampliar el área para la circulación de vehículos. Durante esas labores también se encontraron restos de edificaciones, pero no fueron estudiados y quedaron sedimentados bajo las capas de concreto.

«El grupo Samá, integrado por arqueólogos espirituanos, participó entonces en unas excavaciones muy puntuales en busca de los famosos túneles que, como ahora, no se encontraron. Sí hallamos restos de escombros y de huesos humanos, porque en esa época los enterramientos se realizaban en las instituciones religiosas, práctica que en Sancti Spíritus se extendió hasta 1806», comenta Luis Olmos, protagonista de las excavaciones en el parque.

La novedad de los hallazgos para historiadores, investigadores y arqueólogos radica en el alto grado de preservación de las muestras encontradas y porque es la primera vez que se ha podido valorar en arqueología colonial un espacio de esa magnitud en el centro de una ciudad.

El director de la Oficina de Monumentos y Sitios Históricos de Sancti Spíritus, Roberto Villoch, considera que lo más trascendental es que permitió conocer la estructura y ubicación del convento, el cual ocupaba más del 50 por ciento del espacio del actual parque.

«Al parecer, la misma instalación quiere que los espirituanos conozcan que existió, la prestancia que tuvo y convivir con ellos en esta segunda mitad del medio milenio», subrayó.

Contrapunteo

La aparición gradual de una auténtica evidencia arqueológica propició la confrontación de criterios a fin de decidir qué hacer con los hallazgos.

Propuestas de todo tipo se colocaron sobre la mesa: parque temático; parque arqueológico; traslado de la plaza hacia otra zona… Cada especialista defendió sus intereses. Mas todos coincidieron en no volver a sepultar tanta historia.

Luego de varios análisis con la presencia de dirigentes gubernamentales y del Partido se acordó valorar cuáles eran las huellas de mayor significación y de menor implicación para el proyecto constructivo. El apego a la identidad local se destacó siempre.

«Se determinó mantener algunos exponentes arqueológicos de manera que se perciba que ese espacio de parque fue ocupado por dos edificios que constituyeron, a juicio de investigadores, joyas arquitectónicas. Esa convivencia, compatible con la tradición, permitirá que se conozca cómo era la ciudad. Pequeñas áreas, ubicadas en algunos de los canteros, estarán acompañadas de señalizaciones que ubicarán a los visitantes. Creo que así estamos siendo consecuentes con nuestra historia», comenta Villoch.

Tras la decisión, para algunos aún no convincente, se culminó el nuevo proyecto del parque, el cual recibió innumerables cambios. Aunque no se violentó nunca la premisa de mantener las particularidades de una plaza republicana, con aires de contemporaneidad.

Respetando los códigos

El Serafín Sánchez Valdivia, cien años después, intentará parecerse a aquel que llenó de orgullo a los espirituanos de principios del siglo XX.

Ocupará un área mayor, las luminarias se alzarán cinco o seis metros del suelo, la glorieta exhibirá una balaustrada de herrería y las butacas de metal serán sustituidas por muchos bancos.

El proyectista general de la obra, Leonardo Pizarro Zulueta, asegura que el parque espirituano será la suma de muchos microespacios. Considera que la novedad es la ampliación de un área de tres metros muy cerca de la calle, que permitirá el tránsito de peatones y propiciará que estos puedan descansar.

«En mi proyecto manejé siempre el concepto de respetar los códigos de la plaza original», precisa el joven arquitecto de la Empresa de Servicios de Ingeniería y Diseño de Sancti Spíritus.

El proyecto del parque fue el resultado de un profundo análisis, en el que se tuvieron en cuenta la topografía, las características del clima, la vegetación y la idiosincrasia del espirituano asiduo visitante de la plaza.

La propuesta no descansa solo en la remodelación del área, sino que se recomienda un cambio radical en imagen y objeto social del resto de las edificaciones enclavadas en ese entorno.

Sin embargo, todo no ha visto un total acabado. Excepto la restauración de la cúpula y el vitral de la Biblioteca Provincial Rubén Martínez Villena, y alguna que otra intervención medianamente seria, el resto de las acciones constructivas en el ámbito del parque no ha pasado aún del resane y la pintura.

Una estatua para Serafín Sánchez

El tema del parque Serafín Sánchez Valdivia ha pasado por todas las aguas calientes. Una de las controversias ha sido la aprobación de la ubicación de una estatua ecuestre del héroe que nombra a la plaza. La propuesta, anhelada por varias generaciones de yayaberos, debe ser analizada, primeramente, por los expertos del territorio y luego por la Comisión Nacional de Patrimonio.

Félix Madrigal, artista de la plástica, diseñó hace varios años la maqueta de esta obra. «Somos de las pocas ciudades que en su parque no tiene al héroe que nos identifica. Estudié la personalidad del paladín de las tres guerras, su tamaño y las particularidades de su caballo. Estoy listo para iniciar la obra en bronce», apunta el creador.

El joven Leonardo Pizarro considera que desde que le encargaron el proyecto siempre pensó en un Serafín a tamaño natural. «Se ponga o no, su espacio está ahí concebido».

Por el momento, la villa espirituana recibirá, con más o menos huellas arqueológicas, su mejor regalo: un parque más parecido a la esencia de su historia.

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