Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

La voz de la sabiduría en audiencia pública

La utilidad y pertienencia de las audiencias públicas que informan a la población sobre detalles del COVID-19 en Cuba son evidentes

Autor:

Haydée León Moya

Guantánamo.— Donde mismo llevan a su delegado a rendir cuenta, ahí tuvo lugar: en el parque de la comunidad. La gente llegó mucho antes de la hora prevista para asistir a una audiencia sanitaria pública sobre el coronavirus.

Se les oía hablar del tema y de lo que les interesaba que les informaran. Un joven médico que no es del barrio también llegó antes de tiempo y fue anotando lo que escuchaba.

Nunca vi tanta quietud en la muchachada que acompañaba a los adultos. «Que esto es muy serio y no puedes interrumpir», le dijo a su nieto una abuela, poco antes de que el líder del barrio, joven y muy activo, presentara al visitante de bata blanca para una disertación magistral.

Como especialista en Medicina General Integral del policlínico de la comunidad, nos puso al tanto de los casos positivos de Covid-19 confirmados en Cuba hasta esa tarde-noche. Explicó los antecedentes de la enfermedad, las formas de contagio, los síntomas que, de aparecer, deben hacernos ir de inmediato a una institución médica.

También informó el número telefónico del Puesto de mando donde solicitar cualquier orientación y aclaró que nadie puede confiar en que su tos o su fiebre sea de una catarro de hace días: Toca ir al médico y exigir ese comportamiento en cada casa, además de untar hipoclorito en las superficies comunes, que en la farmacia de la vecindad están regulando su venta para que todos tengan suficiente.

Reitera por qué hay que lavarse las manos frecuentemente, sobre todo si vienen de la calle, y cómo higienizar al máximo cada espacio de la casa, personalizar los utensilios de mesa y todo lo que sea posible.

Siempre la gente quiere saber más. Arsenio, por ejemplo, tiene 93 años y pregunta: «Yo estoy campana, pero si me sintiera mal, ¿adónde voy, al consultorio, al policlínico o al hospital?, porque los tres me quedan bastante cerca».

«El consultorio es lo más cercano y así no pierde tiempo, pero puede ir al que desee», le respondió el galeno.

«Oiga, yo sé de una persona que vino de afuera y se pasa la noche tosiendo. ¿Qué se puede hacer si no quiere ir al hospital?», indagó otro vecino.

 «Pues deben aislarlo y exigir que vaya al médico, o pueden llamar al teléfono que les di y lo reportan», explicó muy serio el especialista.

«Pero mire, doctor: fíjese que todos los casos positivos de Cuba, si no son extranjeros al menos han tenido contacto con esas personas o visitado países donde la enfermedad se propaga. Si uno ve uno de esos casos, para evitar que anden en la calle es mejor llamar al puesto de mando y que lo vayan a buscar en una ambulancia, usted no cree?», opinó otro.

«Eso está muy bien y ya está previsto. Las personas que tienen un cuadro de malestares relacionado con las características de esta enfermedad deben participar activa y responsablemente en la protección del resto de la población», insistió el facultativo, y respondió otras preguntas del mismo corte.

Esa es precisamente la valía de estos intercambios públicos al aire libre: La gente se informa, participa, se anticipa y aprende, pensando en los suyos y en los demás con un tono más responsable.

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