Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Rafaelia sabe de disciplina y receptividad

Como en todos los momentos trascendentales para el pueblo, las tuneras están presentes en la labor policial para velar por la salud y seguridad ciudadana

Autor:

Juan Morales Agüero

LAS TUNAS.— Rafaelia González Rodríguez siempre tuvo el presentimiento de que iba a ser policía. En diferentes momentos de su vida, varios parientes suyos que vistieron de uniforme le trasmitieron la certeza de que se trataba de una profesión importante, encargada de garantizar el orden público, enfrentar el delito y proteger la legalidad.

«Esa fue una de las principales razones por las que me decidí a estudiar una carrera militar cuando los compañeros del Minint fueron a mi preuniversitario a captar alumnos para el sector —asegura esta muchacha de 24 años de edad—. Les manifesté mi interés, y desde entonces no he hecho otra cosa que esforzarme por dar lo mejor de mí al pueblo».

La joven tunera cuenta que, tan pronto culminó el 12mo. grado, viajó hasta la vecina Camagüey para matricular en la Escuela Militar Camilo Cienfuegos.

Fueron cinco años de mucho rigor, tanto en lo académico como en lo formativo. Según ella, a ese centro le debe en buena medida su voluntad de superación y su sentido de la disciplina.

«Terminé como cadete, y, además, como licenciada en Derecho en la rama criminológica. A eso se añade la especialidad propiamente, que, en mi caso personal, fue la de Seguridad pública —agrega—. En esta última, en los Camilitos recibí la preparación necesaria para poder asumir tareas como la de jefa de sector y para enfrentar con energía el delito y las ilegalidades en sus diferentes manifestaciones».

Luego de terminar sus estudios en la escuela agramontina, y en virtud de sus resultados evaluativos, la joven comenzó a trabajar en la jefatura de la Policía en Las Tunas. Allí la convocaron para que tomara parte activa en la organización ciudadana en el contexto de la COVID-19. Aceptó, y desde ese momento esa es la tarea que le ocupa el día a día.

«Mi trabajo en la Jefatura es administrativo, pero no podía dejar de sumarme a este empeño de nuestras autoridades por evitar que el virus se propague —acota—. En consecuencia, junto a mis compañeros hago cumplir las medidas sanitarias puestas en vigor, entre ellas exigir el distanciamiento físico en las colas y dispersar las aglomeraciones».

En lo que a ella respecta, todos los días de la semana se presenta en el sitio que le asignan para realizar su labor. Asegura que, en todos los casos, siempre ha contado con el respeto de la población que acude a esos lugares. Incluso cuando le ha llamado la atención a una persona por violar alguna de las disposiciones encontró receptividad.

«En esta tarea toman parte muchos jóvenes —dice—. Y, entre ellos, no pocas mujeres. En nuestro caso, hemos pasado por alto los problemas domésticos y familiares para responder a un llamado al que no podíamos faltar. Las mujeres hemos estado presentes en todos los momentos trascendentales de la historia de la Revolución. Y este es uno de ellos.

«Cuento con el apoyo de mi esposo, un cuentapropista que comprende los deberes de una mujer militar. Me ayudan también en cada lugar a donde voy dos miembros Prevención o de las Tropas Especiales. ¿Los vecinos? Solidarios y agradecidos; se ponen nuestra disposición para cualquier necesidad… Sí, suelo terminar agotada, pero pa´lante».

Rafaelina está convencida de que la participación de miembros del MININT en el control de la ciudadanía para evitar la propagación del coronavirus ha sido un gran acierto. «Ojalá que esta disciplina y organización que hemos contribuido a inculcarle al pueblo en las actuales circunstancias se quede para etapas venideras», añade.

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