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De los pueblos a Guterres, sobre la Cuba bloqueada

En virtud de un pedido de la Asamblea General, el líder de la ONU hizo consultas para un informe sobre el cumplimiento de la más reciente resolución contra el bloqueo de Estados Unidos

 

Autor:

Enrique Milanés León

Si el agobio pudiera medirse, esta cifra sería un boceto: solo desde abril de 2019 hasta marzo de 2020, el bloqueo de Estados Unidos causó al pueblo cubano pérdidas que superan los 5 500 millones de dólares. Como acostumbra, Cuba recogió en un informe las dolorosas aristas de ese número, que se «lanzan», cual esquirlas de bombas racimo, a los hogares y los barrios, a los centros de trabajo y los centros espirituales, al hospital y al parque infantil, al cuerpo y al alma del anciano, del niño y la embarazada, pero también al paisano fuerte y productivo que pudiera serlo más si lo dejaran en paz.

Nadie escapa al dictamen del garrote, así que cada año, con el pueblo como principal «entrenador» en la esquina, el Canciller cubano va a Naciones Unidas a pelear en nuestro nombre, sin otra técnica ni más fuerza que la verdad de la gente, sin más protector de cabeza que la razón. Siempre ganamos y el acosador hemisférico persiste en la emboscada, de manera que, como los viejos aedos, cantamos el pasaje perenne del David recargando la onda para, en otra Asamblea General, vencer de nuevo, con un informe directo y poderoso como una pedrada, al Goliat que nos desprecia.

En virtud de un pedido de la Asamblea General a raíz de la resolución 74/7 —«Necesidad de poner fin al bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por Estados Unidos de América contra Cuba»—, el secretario general consultó órganos y organismos del sistema de la ONU para preparar un informe sobre el cumplimiento de dicha resolución.

Entonces, complementando desde ángulos muy interesantes el informe de Cuba —que recrea los pasos del criminal con la exactitud de un expediente forense—, la respuesta de 187 páginas de los gobiernos de 159 países, de 31 órganos y organismos de la ONU y de tres entidades y organizaciones observadoras permanentes en períodos de sesiones y en los trabajos de la Asamblea General a António  Guterres componen el mapa de un mundo que, cansado de impunidad, quiere pasar de una vez de la reiterada denuncia a la solución.

——» Consulte en este enlace el Informe del Secretario General de las Naciones Unidas

Tutorial: Quitar ladrillos a un muro «Made in USA»

El Gobierno de Angola le expresa a Guterres la preocupación porque el múltiple abordaje del bloqueo en la Asamblea General no ha parado esa práctica de aislamiento forzado. Conseguirlo requerirá esa normalización de relaciones entre Cuba y Estados Unidos que sigue en los deseos y la esperanza de las autoridades de Bahamas.

Belarús no solo considera que el uso de cualquier medida restrictiva unilateral para ejercer presión sobre estados soberanos miembros de las Naciones Unidas es un instrumento ilegal e inaceptable de política exterior; también piensa que es un mecanismo anticuado. ¿Sabrá el imperio que hace tiempo su estilo político pasó de moda como el sombrero rayado?

Los beliceños responden que el constante intento de aislar a Cuba ignorando la oposición anual de la gran mayoría de países de la ONU es una afrenta evidente al multilateralismo y a la voluntad de la comunidad internacional.

Canadá deja ver su «profunda decepción» porque Estados Unidos haya activado el título III de la Ley Helms-Burton, un lamento compartido por Noruega, país que acota, de paso, el incumplimiento del compromiso de la Casa Blanca de renunciar a aplicarlo.

Las respuestas a Guterres contienen recordatorios interesantes. Por ejemplo, en noviembre de 1996 el Consejo de Ministros de la Unión Europea (UE) aprobó un reglamento y una acción conjunta para proteger los intereses de las personas naturales y jurídicas residentes en el bloque contra la aplicación extraterritorial de la Helms-Burton. El Reglamento (CE) No. 2271/96 prohíbe el cumplimiento de esa ley e impide aplicarla a los Estados miembros de la UE.

En efecto, Washington faltó a la palabra dada a sus aliados porque, tras haberse comprometido en la Cumbre Unión Europea-Estados Unidos, en 1998, a suspender la aplicación de los títulos III y IV de la Helms-Burton y a no     promulgar leyes extraterritoriales en el futuro, a la postre decidió activar estos acápites malignos.

Lejana de Europa en la geografía pero cercana en esa postura, Sudáfrica felicita a los países que han adoptado medidas para mitigar las repercusiones de la Helms-Burton y pide a los demás que deroguen cualquier ley o reglamento interno que impida el desarrollo de Cuba.

La gran Rusia afirma claramente que «el bloqueo anticubano ha causado un daño significativo a la economía y dificultado que las autoridades lleven a cabo una transformación de calado»,  mientras la pequeña Granada sostiene que, ahora más que nunca, por las útiles, desinteresadas y valiosas contribuciones de su pueblo, Cuba debe ser readmitida en la comunidad económica, comercial y financiera de las naciones.

Guatemala ve con preocupación que, pese a la determinación de la ONU, las políticas de Estados Unidos se endurecen cada vez más en detrimento del bienestar del pueblo cubano. Y ello pasa incluso cuando —como apunta el Gobierno de Guinea Ecuatorial— numerosos sectores de la sociedad estadounidense muestran interés de mejorar los intercambios culturales, académicos, científicos y de personas con su país vecino.

No podía faltar en las respuestas el reconocimiento hecho por la República Cooperativa de Guyana a la solidaridad, el apoyo médico y los esfuerzos internacionales de Cuba para detener la propagación de la pandemia de COVID-19. ¿Hay que bloquear al que ayuda?

Víctima de odio igual, la República Islámica de Irán apuntó a la aplicación concreta de las resoluciones. Sus autoridades propusieron a Guterres que los informes anuales contengan «un análisis sustantivo y propuestas de disposiciones prácticas para garantizar la plena aplicación» de lo acordado.

Igual interés manifestó la República Árabe Siria, que está convencida, «con toda franqueza, de que ha llegado el momento de que la Secretaría examine de forma seria la propuesta de que los informes del secretario general relativos al bloqueo impuesto por Estados Unidos a Cuba incluyan recomendaciones prácticas y realistas para garantizar la aplicación de esas resoluciones».

A Islas Salomón le sobra mar y vista para apreciar el espíritu, la resiliencia y la generosidad de los cubanos, que, «a pesar de las difíciles condiciones impuestas, educan, acogen y visten a niños venidos de numerosos Estados para estudiar en el país».

En tanto, Japón tiene la convicción de que la política económica de Estados Unidos hacia Cuba debería contemplarse esencialmente como una cuestión bilateral. No más: «Si la aplicación de estas leyes causa perjuicios indebidos a las actividades económicas de empresas o ciudadanos de un tercer país, es muy probable que dichas leyes sean contrarias al derecho internacional», sostiene en su respuesta.

Es la misma lógica juarista de México, que al borde mismo del bloqueador no teme proclamar a Cuba como «un aliado estratégico» y considerar que toda medida unilateral concebida para motivar desde el exterior cambios en el sistema político, económico o social de un país contraviene el derecho internacional y la Carta de las Naciones Unidas.

Mencionando amigos, Nicaragua recalca el derecho de Cuba a conformar sus sistemas de vida y gobierno, sin injerencias ni sanciones. Bolivariana hasta la médula, Venezuela lo dice claramente: solo un cambio de parte del Gobierno estadounidense sobre el bloqueo demostraría el compromiso de ese país en favor de la legalidad internacional, así como su respeto por los principios de la Carta de la ONU.

Elpidio Valdés y el pasaje del ingenio

Los reportes de los órganos y organismos de la ONU a Guterres darían para otra página. Valga entonces referir la que envió la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos: «El 30 de abril, siete expertos de las Naciones Unidas en derechos humanos emitieron un comunicado de prensa en el que pidieron a Estados Unidos de América “que levante el embargo económico y financiero que pesa sobre Cuba y que dificulta la respuesta humanitaria, con el fin de ayudar al sistema sanitario de este país a combatir la pandemia de COVID-19».

No hace falta escribir en esta PC bloqueada cuál ha sido la respuesta de la Casa Blanca a pedido elemental. En Cuba, los hogares y los barrios, los centros de trabajo y los centros espirituales, el hospital y el parque infantil, el cuerpo y el alma del anciano, del niño y la embarazada, pero también el paisano fuerte y productivo, siguen enfrentando retos que llegan del Norte, como frentes fríos.

Este texto podrían cerrarlo los amigos norcoreanos, que en su comentario a Guterres aseguraron que «cuanto más tiempo continúe el anacrónico bloqueo económico de Estados Unidos contra Cuba, más luchará el pueblo cubano con redoblados esfuerzos». Es el espíritu de nuestra Ley 80, la de Reafirmación de la dignidad y soberanía cubanas, que desde diciembre de 1996 dice, en español y hasta en coreano, que en Cuba no vale la normativa estadounidense. Por el contrario, advierte al míster de turno —como hiciera Elpidio Valdés a un invasor azucarero de otro tiempo— que, si lo quiere tanto, se lleve el bloqueo pa’ su país.

Conferencia de Prensa del Canciller de Cuba, Bruno Rodríguez Parrilla, sobre impacto del bloqueo de Estados Unidos contra Cuba

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