Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

El diccionario de nuestro cine

Ya existe el Diccionario del Cine Iberoamericano. España, Portugal y América, el trabajo enciclopédico más monumental nunca antes realizado sobre la cinematografía española e iberoamericana

Autor:

Luciano Castillo

No por gusto en el título utilizamos «el» y no el artículo indeterminado «un», porque a partir de su reciente presentación, en la Biblioteca Nacional de Madrid, de los primeros cuatro volúmenes del Diccionario del Cine Iberoamericano. España, Portugal y América, por su envergadura y significación, deviene por derecho propio en el libro de referencia más completo e imprescindible sobre el cine latinoamericano y de los países de la península ibérica.

Esta magna obra, auspiciada por la Sociedad General de Autores y Editores (SGAE) y la Fundación Autor, abarca un total de diez volúmenes conformados por 8 512 páginas, de los cuales ocho son biográficos y temáticos, y los otros dos corresponden a las mil películas más representativas escogidas en lo que desde ya es la selección más amplia realizada sobre el cine iberoamericano.

Un total de 16 000 entradas reunidas por primera vez en un diccionario de esta naturaleza respaldan este esfuerzo plural que aglutinó las investigaciones acometidas por más de 400 especialistas, historiadores, analistas y críticos de 22 países.

Más de cinco mil ilustraciones (muchas inéditas) se suman a la atractiva edición a cargo del coordinador general Emilio Casares Rodicio. La dirección de lo concerniente al cine español fue asignada a los críticos Carlos F. Heredero y Eduardo Rodríguez Merchán, y la del cine portugués a João Bernard da Costa.

La responsabilidad de lo relativo al continente americano la desempeñó Iván Giroud, director del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano durante 15 años. Además de desplegar una intensa labor entre estudiosos del cine de todos los países de la región, con su probada capacidad de convocatoria, Giroud aunó a una veintena de redactores de la Isla para escribir 612 voces (biográficas y temáticas).

Para todo aquel implicado en este esfuerzo descomunal, la experiencia vivida resultó inolvidable desde el momento en que el equipo encabezado por Giroud precisó el número de colaboradores y distribuyó las voces temáticas, biográficas determinadas y, más tarde, las películas, a este otro lado del mundo. Sin tratarse de una carrera contrareloj, no estuvo exenta de obstáculos por cuanto, hasta la fecha, el cine latinoamericano en general —con las honrosas excepciones de México y de Argentina— apenas cuenta con la bibliografía requerida para nutrir una enciclopedia de tan vastas proporciones.

Para que se tenga una idea aproximada de la magnitud de la empresa, en cuanto al cine cubano, las entradas biográficas abarcan: 121 directores, 115 actores, 85 actrices, 11 animadores, 12 escenógrafos, 35 compositores, 32 fotógrafos, cuatro camarógrafos, 28 guionistas, 18 productores, 21 editores, siete diseñadores de vestuario, cinco asistentes de dirección, cuatro directores de arte, 11 técnicos, cinco historiadores, 13 diseñadores de afiches, diez sonidistas, cinco distribuidores, 29 críticos, así como una decena de personalidades del arte y la cultura vinculadas a nuestra cinematografía.

La cifra de poco más de 30 voces temáticas se distribuye de la siguiente forma: cine amateur y cine clubes, noticieros, cine documental, de animación, de ficción, coproducciones, cineastas cubanos en el extranjero, cineastas extranjeros en Cuba, producción, estudios de rodaje, estudios de posproducción de sonorización y doblaje, laboratorios fotográficos, aportaciones técnicas, distribución, exhibición, arquitectura de salas, radio, televisión y cine, cartelismo cinematográfico, la enseñanza del cine, archivos, cinematecas y museos, historiografía y crítica cinematográfica, publicaciones especializadas, instituciones y políticas cinematográficas, festivales, cine y religión, cine erótico, el ICAIC, una reseña general sobre Cuba y los vínculos entre el cine criollo y las artes plásticas, la literatura y el teatro.

Los volúmenes número 9 y 10 del Diccionario del Cine Iberoamericano. España, Portugal y América, que compilarán los mil filmes más significativos escogidos, incluyen 52 títulos de producción cubana, acompañados por sus fichas técnicas, fotografías, sinopsis y estudios en torno a estos. Como ha subrayado la prensa española en relación con este acontecimiento editorial, este fruto de casi una década de trabajo representa el trabajo enciclopédico más monumental nunca antes realizado sobre la cinematografía española e iberoamericana.

Desde su concepción, los propósitos que dominaron el Diccionario del Cine Iberoamericano, como expresan sus directores en el prólogo, fueron: «articular y relacionar, de forma racional, científica y rigurosa, una vasta y compleja realidad cinematográfica de dimensión transnacional» y ofrecer «una visión de conjunto que permite trazar un paisaje globalizador y un retrato particularizado de cada cinematografía nacional simultáneamente».

Los participantes en la mayoría de los países se vieron obligados no solo a hurgar en las publicaciones dispersas, en los resultados de las investigaciones emprendidas por especialistas de las cinematecas —entre ellas la de Cuba—, sino a efectuar pesquisas en registros civiles, cementerios, guías telefónicas, localizar sobrevivientes o familiares de determinadas figuras, sitios de Internet… en búsqueda afanosa del rastro de muchas personalidades olvidadas o ignoradas por mucho tiempo. Es indescriptible la felicidad experimentada ante el hallazgo en una vieja publicación o un registro oficial de nacimientos, matrimonios o defunciones, las fechas exigidas por todo diccionario que se respete, y el desaliento al no hallar muchas de ellas. No pocos lazos fraternales entre investigadores se estrecharon al compartir información y datos en este apasionante proceso.

El trabajo desarrollado demostró a todos aquellos que se consagraron a las investigaciones en la historia de nuestro cine que siempre será insuficiente todo lo que se haga. Cualquier circunstancia u oportunidad desaprovechadas, y todo testigo de primera fila de determinados períodos, hechos o rodajes a lo largo de poco más de un siglo que muera sin que registremos su testimonio, pueden significar la pérdida irremediable de un dato o una información valiosa sobre el pasado, con destino al presente y el futuro.

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