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Anténor Firmin: un haitiano extraordinario

En 1885 este político y hombre de ciencias publicó su obra De la igualdad de las razas humanas, para enfrentar con vigor las tesis racistas y evolucionistas que proclamaban la superioridad de la raza blanca sobre la negra

Autor:

Jaisy Izquierdo

Se cumple un siglo de la desaparición de Anténor Firmin, y su nombre olvidado se vindica precisamente en este Año de los Afrodescendientes, para recordar al valiente científico y político que, con su pluma vigorosa, se enfrentó a las tesis racistas y evolucionistas que proclamaban la superioridad de la raza blanca sobre la negra.

En el mismo año en el que la Conferencia de Berlín decide repartir África entre las potencias blancas, Firmin saca a la luz su obra precursora De la igualdad de las razas humanas (1885); un mazazo contundente al famoso libro del Conde de Gobineau Sobre la desigualdad de las razas humanas, en el que se justificaba con «erudición» antropológica los desmanes de la esclavitud y la inminente aventura colonialista en el continente negro.

Su texto, que ponía en jaque el pensamiento de la alta intelectualidad, agrupada en la Sociedad Antropológica de París, de la cual era miembro, rápidamente fue ignorado y marginado, y no se volvió a reeditar en Francia hasta la cercana fecha del año 2004.

El propio Firmin, que criticó duramente ante los otros miembros las tesis de Paul Broca, fundador de la antropología francesa y de la propia Sociedad, y de Clemence Royer, quien tradujo al francés el Origen de las especies de Darwin; tuvo que soportar la provocaciones de sus «compañeros» que llegaron a solicitarle que se sometiera a las mediciones de su cráneo, mientras que otros le preguntaban si su habilidad intelectual no sería el resultado de algún ancestro blanco en la familia. No es de extrañar que cuando muriera en 1911, el Boletín de la institución parisina no le dedicara ni una nota necrológica, al que fuera uno de sus más molestos miembros.

«A toda esa falange altanera que proclama que el hombre negro está destinado a servir de estribo a la potencia del hombre blanco, a esta antropología mentirosa, yo tendré derecho a decirle: ¡No, no eres una ciencia!», escribiría Firmin, y a eso consagró su obra cumbre De la igualdad de las razas humanas.

Un capítulo entero le dedica a las positivas contribuciones que los negros han otorgado a la Humanidad, desde su liderazgo hacia la civilización a través de grandes culturas como la egipcia, hasta desembocar con patriotismo en el aporte de una minúscula Haití en el destino de toda la América del Sur, al apoyar con armas y hombres al mismísimo Bolívar para que reemprendiera la lucha, después de tocar fondo en Jamaica.

Firmin no olvida el impulso de la Revolución haitiana para debilitar el sistema esclavista impuesto en las naciones americanas; y con una lucidez increíble, se extiende hasta nuestros días, cuando predice que en menos de cien años un presidente negro podría gobernar el país más poderoso del mundo.

Este hombre, que nació en el seno de una familia humilde en Cabo Haitiano, conoció allí a nuestro José Martí, quien lo habría de calificar en una misiva a un amigo común de «hombre extraordinario». Durante su encuentro ambos tuvieron la oportunidad de compartir sus ideas, de hablar de una posible Confederación antillana, sin dejar a un lado un tema recurrente en la boca del Maestro: «el gran problema de la independencia cubana», como escribiría en 1907 Firmin, quien expresó además la «irresistible simpatía» que entre los dos se estableció.

Cuando Martí murió en Dos Ríos, entre las hojas de una libreta rayada que traía consigo, se encontraban numerosas citas referidas al libro De la igualdad de las razas humanas. Poco tiempo después de morir Firmin, el desembarco de las tropas estadounidenses en su patria vendría a frustrar los años de lucha del ministro que, en 1891, se resistiera a la instalación de una base militar en Haití. Así, hasta en la muerte quedarían unidos dos hombres que defenderían con tinta y actos que «no hay odio de razas, porque no hay razas».

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