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Eterno Jazz Plaza

El evento celebra sus 30 ediciones con especiales conciertos, que evidencian que el género, más que una estética, es una forma de vida

Autor:

Yelanys Hernández Fusté

Seductor a la hora de ganar adeptos, el jazz es un género que prefiero disfrutar en vivo, y con ello no menosprecio a esas memorables grabaciones que recogen piezas de Georges Gershwin, o las interpretaciones de Dizzy Gillespie y Chucho Valdés.

Si uno aguza bien el oído, el género puede, como toda la buena música, mostrar un mundo lleno de metáforas y melodías.

Artistas de amplio reconocimiento internacional como el trompetista norteamericano Wynton Marsalis y el cubano Bobby Carcassés aseguran que el estilo, nacido al sur de Estados Unidos, puede inspirar a quienes quieren tener una existencia plena.

Y es por ello que resulta más atractivo irse a un concierto de jazz. Corrobora el espectador —y no me dejará mentir—, cómo los músicos sienten y tocan las notas, se miran entre ellos, ponen rostro de aceptación, y comparten con el público ese rico e inestimable momento de sus vidas.

Pensaba en ello cuando el maestro Bobby Carcassés regaló Summertime, de George Gershwin, en la noche del miércoles en el teatro Mella. Carcassés escogió una pieza singular y emotiva para una celebración especial: la inauguración del Festival Internacional Jazz Plaza.

Fueron sus palabras un reconocimiento para quienes a lo largo de 34 años —el evento fue creado en 1980 y hubo momentos en los que tuvo una frecuencia bienal—, han hecho posible un festival que, en mi opinión, trasciende precisamente por demostrar que el jazz y sus cultores asumen la sonoridad que defienden como un estandarte de vida.

«Es una fecha grande para nosotros en este diciembre tan encantador», señaló el también Premio Nacional de Música 2012, quien fue uno de los fundadores de Jazz Plaza hace más de tres décadas.

El Showman de Cuba ofreció una noche inolvidable y para ello se acompañó de su hijo Robertico Carcassés al piano, Zenaida Romeu y Camerata Romeu, el baterista Juan Carlos Rojas, la flautista norteamericana Andrea Brachfeld y el maestro Pancho Terry con su chequeré, así como por los jóvenes Rafael Aldama (bajo), Alejandro Pimentel (saxofón), y Alejandro Delgado (trompeta), entre otros.

Fue allí, en esa velada, entre los homenajes de Bobby a grandes como Benny Moré y a la familia Romeu, que recibió dos reconocimientos de una inestimable valía: el Certificado del Salón de la fama del blues de Nueva York, primero que se otorga a un músico cubano, y la distinción XXX Aniversario de Jazz Plaza.

En los dos primeros conciertos ofrecidos en el teatro Mella, el certamen ha puesto en cartelera a un talento de lujo, que propicia el encuentro de reconocidos músicos con esa nueva hornada de cultores del género que va desde el cuarteto santiaguero de saxofones Magic Sax, hasta los pianistas Rolandito Luna y Alejandro Meroño, el trompetista Yasek Manzano, el bajista Gastón Joya, el baterista Rodney Barreto y el saxofonista Michel Herrera, entre otros.

Sobresale en estas veladas el espectáculo 24 horas y un perro, que juntó en el escenario del Mella a Arturo O’Farrill y su orquesta Afro Latin Jazz, con la compañía danzaria Mal Paso.

Inspirado en la partitura de O’Farrill, el coreógrafo Osnel Delgado llenó la pieza musical de movimientos que evocaron estilos como el swing, el tap y hasta la rumba y el mambo cubanos.

Como antesala a esa puesta, el reconocido músico hizo un programa que tuvo como invitados especiales al tresero cubano Cotó (Econodio Padilla), la pianista norteamericana Michele Rosewoman y a su coterráneo, el saxofonista Rudresh Mahanthappa.

Otros momentos importantes ya han sido vividos en este Jazz Plaza 2014, como sucedió con esa espectacular «descarga» de rumba y son, protagonizada por los Muñequitos de Matanzas y César «Pupy» Pedroso y los que son son, el domingo último, en el Salón Rosado de La Tropical. También fue intenso ese encuentro del tres en el jazz, que propusieran el maestro Pancho Amat y sus invitados, el pasado martes en la Fábrica de Arte Cubano.

Para este sábado, dos conciertos son muy esperados por los melómanos: el de los hermanos Marialy y Jorge Luis Pacheco, a las 5:00 p.m., en el teatro Mella; y el de Roberto Fonseca, a las ocho de la noche en ese mismo escenario. El cierre de Jazz Plaza será de lujo este domingo (8:30 p.m.), con un atractivo programa propuesto por una familia de grandes instrumentistas: la López-Nussa.

Con una ambiciosa cartelera musical, Jazz Plaza celebra sus 30 ediciones, que evidencian que el género, más que una estética, es una forma de vida.

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