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Experiencia y juventud

Los equipos de Villa Clara y Las Tunas han colocado en sus alineaciones de final de temporada a expertos y a jóvenes jugadores en papeles claves dentro del juego...y los resultados han sido tremendos

 

Autor:

Norland Rosendo

SANTA CLARA.— Uno y otro equipos tienen expertos y jóvenes en papeles protagónicos de la postemporada. De un lado, el ícono es Danel Castro, el muchachón de 42 años que porta el número uno en la espalda y a la hora de dar el batazo oportuno; Danel tenía 20 años cuando nació el antesalista Denis Peña, quien asumió la titularidad de la tercera base con hidalguía.

Del otro, William Saavedra, doble monarca con Pinar del Río, un jovencito de 37 octubres que inspira y golpea con rabia la pelota a la «hora de los mameyes», y un Pablo Luis Guillén impetuoso, inteligente, que pide la bola cuando otros vacilan para estirar la mano abierta hacia arriba.

El martes, en un Sandino que parecía tener el doble de las 18 000 personas reportadas, Saavedra recordó el valor de la experiencia en los juegos cruciales y Guillén lo acompañó con la herejía de los imberbes. El primero sonó jonrón para revivir las esperanzas de su equipo cuando estaban debajo en la pizarra 0-4, y con doble y hit adicionales ayudó a pintar la noche de naranja con tres remolques.

Guillén, cuando los recios Leñadores amenazaban con romper las ataduras hechas por Freddy Asiel Álvarez, le puso un espectacular cero a la pizarra en el inning siete con ponches seguidos a Danel Castro y Yosvani Alarcón, y en el noveno, por si había dudas, les repitió la dosis a ambos.

Eduardo Paret, entre todas las opciones que tenía para relevar a Freddy Asiel, se decidió por Guillén porque el muchacho seguía, insistentemente, pidiéndole la pelota. Sacó ocho outs y seis fueron por la vía de los strike. «A mí me gustan los peloteros con valor y él es uno de ellos», dijo el mentor.

Y en juegos así, que deciden la vida de un equipo, que le ponen color a las medallas, tanto aporta el ímpetu juvenil como la sangre fría, el temple, a lo Saavedra. «Yo les dije a los muchachos que salieran a divertirse, como si fuera un juego más del campeonato, para que no hubiera presión».

Y se propuso ser ejemplo. Un quinto bate es para producir con hombres en base, para enardecer las gradas con sus batazos, y como ya llevaba dos partidos sin empujar a nadie, el martes, cuando más falta le hacía a su equipo, pegó un bambinazo que comenzó a revertir la historia del juego.

Hoy puede ser el último día de la serie, o el penúltimo, o el antepenúltimo. ¿Quién sabe? Pero de que existen veteranos que no se dejan arrebatar tan fácil la titularidad y jóvenes pidiendo salir de los papeles secundarios como aquellos en sus años mozos, no hay dudas. Y cuando unos y otros se complementan, y unen maña y vigor, los equipos se vuelven casi invulnerables.

Danel, Peña, Yadián Martínez… Saavedra, Guillén, César Prieto… Cada bando tiene para lograr la síntesis de oro.

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