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Juegos Olímpicos de Tokio 2020: entre el sí y el después

La llama olímpica se prendió el pasado 12 de marzo en una ceremonia casi privada. Nada de aglomeraciones, pidieron los griegos, frente a las ruinas del Templo de Hera en la antigua Olimpia

Autor:

Norland Rosendo

El COI y los organizadores de los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 clasifican entre las personas más optimistas cuando el mundo es víctima de la pandemia de la covid-19. Ante las voces que sugieren aplazar o hasta cancelar la cita estival prevista del 24 de julio al 9 de agosto, ellos dicen que no. De eso, nada. Los Juegos van, y en la fecha acordada.

Sin embargo, casi todos los torneos preolímpicos han sido pospuestos en los últimos días y no se sabe cuándo podrán efectuarse. Sucede en todo el mundo deportivo. Han parado las ligas profesionales, y las que tenían en planes comenzar este mes han postergado su día inaugural.

China, donde surgió esta enfermedad, ha logrado revertir su situación y la tiene bajo control, pero en el resto del mundo el panorama es muy complejo. Cada vez son menos los países sin casos reportados. El éxito del Gigante asiático es una esperanza. Si ellos pudieron, los demás también.

Y esa carta es la que juegan en Tokio para que nadie le cuelgue el cartelito de la «maldición del samurái». Habían sido elegidos para organizar los Juegos olímpicos de 1940 y declinaron tres años antes debido a que estaban enfrascados en su invasión a China. Helsinki asumió la sede, pero en definitiva no hubo olimpiada ese año por la segunda Guerra Mundial.

Antorcha arde, pero parada

La llama olímpica se prendió el pasado 12 de marzo en una ceremonia casi privada. Nada de aglomeraciones, pidieron los griegos, frente a las ruinas del Templo de Hera en la antigua Olimpia.

Pero poco duró su tránsito público hacia Atenas, donde debe ser entregada a las autoridades japonesas el próximo 19, también a puertas cerradas. Va directo a la capital helénica sin que ilumine las calles, porque no son tiempos para que la gente salga, en muchedumbre, a venerar el fuego olímpico.

Antes de la decisión, la pistolera anfitriona Anna Korakaki, reina en Río 2016, paseó la antorcha y se la pasó a la también monarca bajo los cinco aros, la japonesa Noguchi Mizuki, ganadora de la maratón femenina en Atenas 2004. De mujer a mujer, y mujeres también portando las banderas en la ceremonia de inauguración; lo del COI con la igualdad de género va en serio.

Tokio reiteró que el fuego sí va a pasearse por todas las prefecturas de su país. En las pasadas olimpiadas celebradas en la capital nipona (1964), el último relevo fue un joven de 19 años, nacido en Hiroshima el mismo día que Estados Unidos lanzó su ataque atómico a esa ciudad. Era un mensaje de paz. Ahora, hace falta uno de solidaridad para detener la pandemia de la COVID-19.

Hasta la fecha, la celebración o no de los Juegos Olímpicos en la capital nipona es una incógnita. Foto: Tomada de lcampus.mx

Tokio, de récord en récord

Con la inclusión de béisbol-softbol, karate, skateboarding, escalada y surf, Tokio eleva hasta 33 los deportes en competencia, una cifra nunca antes convocada a una cita estival. La plusmarca incluye también 339 eventos.

Hace cuatro años, Río de Janeiro había subido la parada en eventos (306), pero en cantidad de deportes solo pudo igualar los 28 de Sydney 2000, Atenas 2004 y Beijing 2008. En Tokio 1964, fueron apenas 162 juegos de medallas repartidos en 19 deportes y en los primeros Juegos Olímpicos de la era moderna, Atenas 1896, se compitió en 42 eventos de nueve deportes, y nada de mujeres. Única vez desde entonces que ellas fueron excluidas.

Apaga y vamos, o enciende y veamos…

Los Juegos se podrán ver en 8K. La televisión estatal japonesa NHK lo confirmó. Ahora, de las posibilidades tecnológicas de los países receptores de la señal y la calidad del televisor de cada uno dependerá poder disfrutar de las pruebas deportivas en esta calidad.

La medalla cubana que no se va a repetir ahora

Solo una medalla ganó Cuba en Tokio 1964. El velocista Enrique Figuerola fue subcampeón en el hectómetro. Ahora ni pensar en ver a un cubano en la final de los cien metros planos. Pero esa no ha sido la única presea nuestra en la prueba más rápida del atletismo. Silvia Chivás fue bronce en Munich 1972, y Silvio Leonard, plata en Moscú 1980. ¿Y el oro, pa’ cuándo?. Por ahora, un diploma olímpico nos sabría igual. 

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