Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Puerto Rico llama a sus hijos a la libertad

Aunque lo pretendan, medios e instituciones no pueden invisibilizar la lucha por la independencia de un pueblo que no cede un ápice de su nacionalidad frente a Washington y sus adláteres

Autor:

Juana Carrasco Martín

Los independentistas de Puerto Rico se movilizan, el domingo están convocados a marchar para denunciar la condición colonial de su nación, en víspera de que el lunes 23, el Comité de Descolonización de la ONU escuche y se pronuncie una vez más sobre el derecho de un pueblo a su soberanía e independencia.

Una decena de organizaciones, agrupadas en el colectivo Mesa de Diálogo, clama de manera unitaria a ponerse de pie, y Rafael Cancel Miranda, en su llamado y compromiso, hecho en las redes sociales, recordaba: «Decía don Pedro (Albizu Campos) que “la Patria es valor y sacrificio”, y yo le añadiría, determinación. A través de nuestra historia, nuestro pueblo ha demostrado que no carece ni de determinación, ni de voluntad. Como defensor de la independencia, ¡ahí estaré! ¡Pa’lante, mi gente!».

Cuba, la nación hermana, presentará nuevamente el proyecto de resolución sobre el caso colonial de Puerto Rico, tal cual lo hizo por vez primera en 1972, como muestra de su compromiso histórico, que nació de un deseo común en el año 1868, cuando en Lares y en la Demajagua se dieron los gritos de libertad frente al entonces colonialismo español, con apenas unos días de diferencia.

Así, como dos hermanas, han marchado juntas las islas-archipiélago caribeñas, y resulta coincidencia que la manifestación que recorrerá las calles de San Juan este domingo, parta desde el Puente Dos Hermanos. La marcha terminará en la plaza Antonia Quiñones, la emblemática placita del Condado de San Juan.

Mientras en Borinkén, el nombre taíno que se dice significa «tierra del buen señor», los boricuas denunciarán no solo la condición colonial de la Isla, ocupada desde 1898 por Estados Unidos y convertida en un remedo autonómico bajo la denominación de Estado Libre Asociado, sino que también propondrán la independencia como «única forma de salir del atolladero económico y social». El proyecto presentado ante el organismo de la ONU reafirmará, a su vez, el derecho inalienable del pueblo de Puerto Rico a su libre determinación e independencia.

Y si Cuba insiste en esta reclamación que ya tiene a su haber 32 resoluciones del Comité descolonizador, y en los últimos 14 años estas han sido adoptadas por consenso, hay que advertir que la integración lograda en la América Nuestra, en organismos como la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), refrenda ese carácter, esa identidad nacional de un Puerto Rico que es latinoamericano y caribeño, y ello no ha podido borrarlo el intento premeditado y sistemático de Estados Unidos de revertirlo dándole otro idioma y otra cultura ajena.

La resolución se ha presentado con los países del ALBA, Venezuela, Nicaragua, Ecuador y Bolivia, como coautores.

Pero ese apoyo va mucho más allá de la región que nos hermana. El lunes, entre las muchas voces que abogarán por los derechos conculcados al pueblo caribeño, se escuchará también la demanda del Movimiento de Países No Alineados.

Vivan en Estados Unidos o  en Puerto Rico, el pueblo jíbaro se afianza en sus raíces y las exhibe con orgullo.

Es un legado al que no se le ha dado cumplimiento y que está planteado en las bases del Partido Revolucionario Cubano de José Martí, fundado para «lograr con el esfuerzo reunido de todos los hombres de buena voluntad la independencia absoluta de Cuba y fomentar y auxiliar la de Puerto Rico». Y para ambas valía la propuesta: «fundar un pueblo nuevo».

La resolución que debate mañana el Comité de Descolonización de Naciones Unidas es reiterativa en la exhortación al Gobierno de Estados Unidos a que asuma su  responsabilidad como metrópoli durante 115 años, y propicie todo un proceso mediante el cual el pueblo puertorriqueño pueda ejercer plenamente sus derechos soberanos, y desde la propia determinación e independencia dé sus respuestas a necesidades económicas y sociales que cada vez son más urgentes.

En recientes declaraciones a la prensa, el líder del Movimiento Independentista Nacional Hostosiano (MINH), una de las agrupaciones integrantes de la Mesa de Diálogo, Héctor  Pesquera, aseguraba que el «colonialismo, la corrupción y la dependencia extrema han llevado a nuestro país a un colapso económico y a una profunda crisis social».

Y agregaba: «Es la hora de la independencia. Puerto Rico necesita una verdadera Constitución, que solo es posible adoptar como nación independiente, que salvaguarde y defienda los intereses de nuestro pueblo y de los trabajadores y trabajadoras quienes echan a andar la economía y son ellos y ellas los que la tienen que desarrollar».

Razones económicas y más

Respecto a esa situación económica y la creciente lucha de sectores masivos de la clase trabajadora en contra de una legislación ya firmada, la Ley Especial de Sustentabilidad Fiscal, la organización Juventud Hostosiana denunciaba que era «un atropello más» en un proceso que ha sido caracterizado «por la falta de diálogo y la transparencia, llevando a relucir la hipocresía continua del bipartidismo en el país». Ese bipartidismo es pésima copia de uno bien malo, el estadounidense de republicanos y demócratas, aunque allí se llamen Partido Popular Democrático y Partido Nuevo Progresista.

¿Por qué los jóvenes hostosianos denuncian la regulación? Como afirman, esta nueva ley no solo cercena derechos adquiridos por uniones mediante la lucha colectiva, empobreciendo a sectores completos del país, sino que congelan todas las plazas gubernamentales, a la vez que le recorta fondos a la Universidad de Puerto Rico.

«Lo que estamos viendo es una avanzada de privatizaciones cuyo único objetivo es el achicamiento del Gobierno, el recorte de servicios indispensables para el pueblo puertorriqueño, y el traspaso de la crisis a aquellos sectores que no la crearon», argumentaba Joel Vázquez, trabajador social y coordinador de la JH.

Razonadamente, se advierte que la mala situación económica tiene su origen en la estructura colonial que han perpetuado Estados Unidos y los sectores ricos que se benefician de ella.

En los llamados que se han hecho para la marcha de este domingo, no faltan los argumentos sólidos de la precariedad económica y social, en los que afirman que el colonialismo, la corrupción y la dependencia extrema son las causales.

«¿Qué país puede enfrentar sus dificultades económicas cuando su mal llamada Constitución establece que de no haber fondos públicos suficientes, primero hay que garantizar el pago a los prestamistas de Wall Street?», se preguntaban.

Y presentaban la realidad: «Nuestra economía se encuentra asediada por las megatiendas de EE.UU. que han acabado con el comercio nativo. Nuestros trabajadores y trabajadoras se encuentran hoy en la calle luchando por su derecho a un salario digno y a un retiro merecido y ganado con su esfuerzo. Pero el Gobierno colonial no tiene los poderes ni la valentía de tomar decisiones que permitan renegociar y reestructurar la deuda gubernamental».

Los independentistas han señalado que esa falta de ejercicio de la soberanía les ha impedido ingresar a Petrocaribe,  un acuerdo con Venezuela del que se benefician prácticamente todos los países del área antillana y que, en su caso, sería un alivio para los bolsillos del pueblo. Decidir sobre su destino les permitiría también derogar las Leyes de Cabotaje, otro elemento encarecedor de la vida, y Puerto Rico podría comerciar con todos los países del mundo y no estar atado irremisiblemente a una sociedad que le impide su desarrollo agrícola e industrial porque solo tiene una economía de dependencia y no de producción que, como se afirma, le lima «la dignidad del trabajo a la psiquis social de nuestro pueblo».

Y de ese pueblo digno hay ejemplos que sufren largas condenas en las cárceles de Estados Unidos por luchar a favor de la independencia. Los puertorriqueños exigen  como condición previa al proceso que les daría su libertad y soberanía, la libertad para los presos políticos puertorriqueños Oscar López Rivera, Norberto González Claudio y cualquier otro que exista al momento.

Como dijera hace casi siglo y medio el prócer puertorriqueño Ramón Emeterio Betances: «Cuatro siglos de opresión y servidumbre no han abolido nuestro derecho a ser libres» … «Sin libertad no hay felicidad posible». Los independentistas puertorriqueños luchan a diario por ambas: la libertad y la felicidad.

Comité de Descolonización de la ONU

EL Comité Especial de Descolonización de las Naciones Unidas, al que también se le llama Comité Especial de los 24, es un organismo creado en 1961 y encargado de monitorear e impulsar el proceso de descolonización de los territorios no autónomos bajo administración de potencias coloniales, con el propósito de poner fin al colonialismo.

El Comité tiene como misión examinar la situación de los territorios autónomos bajo su supervisión y garantizar la aplicación de la Declaración sobre la concesión de la independencia a los países y pueblos coloniales y de las resoluciones y acciones internacionales llevadas adelante en el Primer y Segundo Decenio Internacional para la Eliminación del Colonialismo (1990-2010).

Cuando se fundó la ONU, en 1945, existían más de 80 territorios no autónomos bajo régimen colonial, y en ellos vivía la tercera parte de la población mundial, unas 750 millones de personas.

En 2014, cuando el Comité realiza su sesión anual, aún existen estos territorios no autónomos que deben ser descolonizados: Anguila, Bermudas, Gibraltar, Guam, Islas Caimán, Islas Malvinas, Islas Turcas y Caicos, Islas Vírgenes Británicas, Islas Vírgenes de los Estados Unidos, Montserrat, Nueva Caledonia, Pitcairn, Polinesia Francesa, Sahara Occidental, Samoa Americana, Santa Helena y Tokelau. También se encuentra ante la consideración del Comité de Descolonización el caso del territorio Estado Libre Asociado de Puerto Rico, estatus con el que Estados Unidos esconde la condición colonial del archipiélago caribeño.

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