La derrota de la oposición mejora las posibilidades de una solución pacífica al conflicto. Autor: AP Publicado: 03/04/2018 | 08:09 pm
La victoria final del ejército sirio en la región de Guta, que bordea el este de Damasco, marca una nueva fase decisiva de la consolidación del Gobierno del presidente Bashar al Asad y su control de la capital, con una garantía de paz y tranquilidad en el centro político del país.
Tras siete años de violencia en el estratégico enclave, desde donde terroristas y grupos rebeldes y extremistas estuvieron atacando con morteros y artillería pesada zonas residenciales capitalinas, las fuerzas gubernamentales lograron el domingo controlar por completo los últimos reductos opositores.
La ofensiva del ejército sirio culminó este lunes con el izaje de la bandera nacional en la antigua ciudad de Jobar, poniendo fin al dominio de las bandas extremistas que se disputaban el territorio, como parte del plan alentado por Washington y sus aliados de provocar la caída de Al-Asad y «un cambio de régimen».
La decisiva ofensiva militar terrestre y aérea, iniciada en febrero, quedó sellada con la evacuación hacia el norte del país de los elementos del grupo extremista Yeish al-Islam de Duma, la mayor y última ciudad de Guta Oriental, mediante un arreglo auspiciado por el Centro ruso para la Reconciliación en Siria.
Según informes oficiales, las fuerzas armadas sirias recuperaron el control de las 33 ciudades y localidades de Guta Oriental.
Unos 41 126 rebeldes y sus familias salieron de las localidades de Arbil, Jobar, Ein Terma y Zamalka, comunicó el domingo el Centro ruso para la Reconciliación en Siria.
La oposición armada fue organizada y financiada por Estados Unidos y sus aliados, y todavía poseen bases militares en territorio sirio, así como varios miles de asesores y tropas especiales, por lo que su derrota mejora las perspectivas de una solución política que promueven Rusia, Irán y Turquía, aunque aún esté lejana.
El Ministerio de Defensa de Rusia anunció que otras diez localidades sirias se han unido al proceso de alto el fuego establecido en el país árabe, elevando a 2 494 el número de las poblaciones que han aceptado las condiciones de la reconciliación nacional para iniciar reformas políticas en Siria.
El proceso cuenta con la aprobación del Gobierno sirio y se plantea preservar la unidad territorial, independencia, soberanía y autodeterminación del país árabe, mientras Estados Unidos y sus aliados regionales y de la OTAN mantienen una presencia militar rechazada como una «invasión foránea».
El pleno dominio en Damasco del presidente Al-Asad consolida la legitimidad de su Gobierno, una mayor estabilidad institucional y su incuestionable participación en cualquier salida política a la crisis, promovida por Washington en marzo de 2011, bajo la fachada de una presunta «revolución democrática», al calor de la llamada Primavera Árabe.
