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La cofradía de los dispares

Autor:

Luis Luque Álvarez
Ha nacido la Unión para el Mediterráneo (UPM). Vio la luz el domingo en París, y el presidente francés, Nicolás Sarkozy, hizo las veces de gineco-obstetra. O mejor, de padre, pues este ha sido un empeño personal suyo, si bien contó con los esfuerzos auxiliares del jefe del gobierno español José Luis Rodríguez Zapatero y del ya ido Romano Prodi, ex primer ministro de Italia.

En la primera presidencia compartida actuarán el egipcio Hosni Mubarak y el francés Nicolás Sarkozy. Foto: Reuters El nuevo proyecto geopolítico agrupa a 43 miembros: los 27 países de la Unión Europea, Mónaco, las repúblicas ex yugoslavas de Bosnia, Croacia y Montenegro, Albania, Líbano, Marruecos, Mauritania, Egipto, Túnez, Líbano, Siria, Argelia, Turquía, Jordania e Israel, así como la Autoridad Nacional Palestina.

Según se ve, es un coctel bastante diverso, tanto en lo cultural como en lo económico. Potencias como Francia, Alemania, el Reino Unido e Italia confluyen en un mismo marco con una entidad como la Autoridad Nacional Palestina, que depende de la ayuda exterior para sobrevivir en el duro contexto de la ocupación militar israelí —algo sobre lo que volveremos después—. O con una empobrecida nación como Mauritania, donde la esperanza de vida no va más allá de los 50 años...

Según el sitio oficial de la Cumbre, la UPM se basa en tres principios: la realización de reuniones bienales de alto nivel, el establecimiento de una presidencia compartida entre un Estado del norte y uno del sur (empezará por Francia y Egipto), y el seguimiento a un grupo de proyectos regionales. Entre estos, se cita la descontaminación de las aguas del que los romanos llamaron «mare nostrum» (lo que demandaría por lo menos 3 000 millones de euros), el desarrollo de la energía solar, la construcción de autopistas terrestres y el establecimiento de vías marítimas rápidas, además del lanzamiento de la Universidad Euromediterránea, inaugurada ya en Eslovenia.

¿De dónde saldrá el dinero para tan magnos propósitos? Primeramente se había dicho que la UE los aportaría, pero Bruselas ha advertido que no puede ofrecer cifras inmediatas y que estas tendrían un límite en los 525 millones de euros hasta 2013. Por ello, Francia confía en que los planes de desarrollo seduzcan a los ricos emiratos petroleros del Golfo Pérsico, además de que algunos capitales privados y otros de los propios países de la UE «aflojen» la plata. De tal modo, uno de los aspectos que más claro debía estar, no lo está...

Lo que sí dice la Declaración Final muy limpiamente es que los países miembros de la UPM perseguirán en Cercano Oriente la creación de una región libre de armas de destrucción masiva, nucleares, químicas y biológicas, así como de sus sistemas portadores. ¡Pero vamos! ¿También Israel colaborará en ese sentido? Sería una excelente noticia, toda vez que es el único país del área con más de 200 bombas atómicas, y con una central nuclear que ha permanecido fuera del escrutinio de la Agencia Internacional de Energía Atómica.

Y no nos vamos lejos. Huele mal, pero muy mal, que en una alianza como la que recién se funda, se contemple la participación de un Estado que mantiene una ocupación militar ilegal sobre otro pueblo —el palestino—, carente de la independencia necesaria para erigirse como país soberano. Y si dirigimos la mirada más al oeste, otra realidad nos hará rechinar los dientes de insatisfacción, al constatar cómo uno de los socios más privilegiados de la UE, Marruecos, atenaza la garganta de los saharauíes y vende a Europa las mismas riquezas que les expolia, sea la abundante pesca de sus aguas o sus fosfatos.

No es, pues, una unión entre iguales, entre democracias respetuosas de la ley y del derecho del más débil. Si hay injusticias desde los cimientos, ¿qué pueden esperar los del sur, como no sean algunas dádivas que los obliguen a, por ejemplo, aguantar mejor los flujos de inmigración que tanto molestan al norte?

Esperemos a ver qué tan unida, y funcional, resulta esta cofradía ...

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