Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Todas las escuelas y ninguna escuela, he ahí la escuela

Autor:

Armando Hart Dávalos

El título de este artículo refleja la esencia del método electivo de la tradición filosófica cubana que enunciara José de la Luz, y que constituye la fórmula para enfrentar con éxito las tareas martianas en una época bien distante de la del Maestro. Recordemos que para Luz y Caballero el electivismo era la antítesis de la falsa conciliación de conceptos opuestos que representa el eclecticismo filosófico. Era elegir lo mejor de todos los pensadores teniendo como fundamento la justicia. Un pensamiento suyo —que a Cintio Vitier gustaba mucho citar y que utilizó como título de uno de sus más importantes libros— lo refleja de manera brillante: «Antes quisiera yo que se desplomaran, no digo tronos de emperadores, los astros del firmamento, que ver caer del pecho humano el sentimiento de la justicia, ese sol del mundo moral».1

Con este método de la tradición filosófica cubana debemos articular el pensar de todas las grandes figuras de Cuba, América y el mundo para promover una cultura general integral y hacer frente a los dramáticos desafíos que tiene ante sí la humanidad.

Para comprender mejor el alcance de lo que planteamos hagamos un recorrido por algunas de esas ideas que me interesa subrayar.

Comencemos por Julio Antonio Mella con su visión de líder del estudiantado cubano y fundador del Partido Comunista en 1925: «(...) Estudiar el juego fatal de las fuerzas históricas, el rompimiento de un antiguo equilibrio de fuerzas sociales, desentrañar el misterio del programa ultrademocrático del Partido Revolucionario…».2

José Lezama Lima, por su parte, desde su sensibilidad cristiana afirmó: Martí es un misterio que nos acompaña.

Federico Engels, ante la tumba de Marx dijo: «Pero toda la concepción de Marx no es una doctrina, sino un método. No ofrece dogmas hechos, sino puntos de partida para la ulterior investigación y el método para dicha investigación. Por consiguiente, aquí habrá que realizar todavía cierto trabajo que Marx, en su primer esbozo, no ha llevado hasta el fin».3

Esta idea se complementa con este otro planteamiento de Engels: «La llamada “sociedad socialista”, según creo yo, no es una cosa hecha de una vez y para siempre, sino que cabe considerarla, como todos los demás regímenes históricos, una sociedad en constante cambio y transformación. Su diferencia crítica respecto del régimen actual consiste, naturalmente, en la organización de la producción sobre la base de la propiedad común, inicialmente por una sola nación, de todos los medios de producción».4

La frase «sociedad socialista» fue puesta entre comillas por el propio Engels.

Dos ideas de V. I. Lenin resultan claves para estos tiempos:

•Sin teoría revolucionaria tampoco puede haber movimiento revolucionario.

•El marxismo es una guía para la acción.

Concluyo con un pensamiento de Fidel Castro expresado en la Cumbre de Río, en junio de 1992: «Una importante especie biológica está en riesgo de desaparecer por la rápida y progresiva liquidación de sus condiciones naturales de vida: el hombre».

Superemos definitivamente los ismos que dividen y busquemos a lo largo de la historia, con espíritu ecuménico, desde el mítico Prometeo hasta el Che Guevara, lo mejor de todos los pensadores que han exaltado el humanismo y la utopía universal del hombre y levantemos frente al materialismo vulgar y ramplón los valores éticos que necesita la humanidad hoy.

Solo así hallaremos, con esta selección, el pensamiento social y filosófico que necesitan América y el mundo y que, desde luego, dará continuidad al pensamiento de Marx en el siglo XXI. No lo hallaremos jamás con debates bizantinos acerca de la diversidad de sistemas filosóficos y políticos que nos llegaron de fuera, cualesquiera que sean, de lo que se llamó izquierda o lo que se llamó derecha.

Ahora corresponde a los estudiosos e investigadores de estos temas examinar, a la luz de los grandes forjadores de las ideas socialistas, los puntos clave de este pensamiento que debe tener como fundamento esencial una autoctonía en la que conviven y se enriquecen diversas experiencias con el más absoluto respeto a la identidad desde la comunidad, la región, el país y hasta alcanzar una escala planetaria.

Notas:

1Palabras de Luz y Caballero en los exámenes del Colegio de El Salvador el 16 de diciembre de 1861. Véase J. de la Luz y Caballero: Elencos y discursos académicos.

2En Mella. Documentos y artículos, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1975, pp. 87-88

3F. Engels: Carta a Wernre Sombart. Obras Escogidas de Marx y Engels, Editorial Progreso, Moscú, t. 3, p. 534

4Obra citada, t. 3, p. 512.

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