Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

2020: ¡Solavaya!

Autor:

Nelson García Santos

Como nunca, revive en los rostros y en el seguir remando hacia un horizonte de mayor bienestar social, aquel refrán de «a mal tiempo, buena cara», que ahuyenta la desesperanza de ese año tiñoso recién concluido.

El buen semblante se ha impuesto. Diciembre desencadenó ese estado emocional festivo, enraizado hasta la médula, para despedir un lapso en que ni lo regular o malo imposibilitó un tenue choque de copas, a las 12 de la noche, para brindar porque estamos, recordar a los que se fueron para el nunca jamás y hasta sonar un «¡solavaya!» al extinto 2020.

La imagen de la alegría cabalga rauda por las calles, más allá de la fastidiosa cola en la que casi siempre se pesca algo, en los momentos culturales, en los restaurantes… y en el cruce de palabras donde aflora, sonoro y risueño, el «felicidades».

Tampoco falta a modo de despedida el «¡cuídate!», en referencia al agazapado coronavirus, que sigue ahí, acechando el descuido fatal, y exige en esta ocasión ponerle riendas a una desbocada alegría de abrazos, besos y pegadera.

En el verbo de la tribuna de la calle se pasea también, en estos días de recapitulaciones, el reconocimiento al tremendísimo esfuerzo hecho por el país, sin escatimar recursos materiales ni financieros, para capear una pandemia que le abrió un colosal agujero a la economía mundial, en especial a los países más pobres.

Tampoco resurgió solo ese refrán. Ha estado en las faenas en los campos, con el azadón en las manos de hombres y mujeres, bajo la cobija industrial, en la construcción, en los escenarios donde el sistema de Salud plantó cara exitosa a la pandemia en nuestro país, en la ayuda solidaria internacional… En fin, ha estado en el afán optimista de los cubanos.

Ese mismo que ha empujado con vientos huracanados otros éxitos económicos y sociales, a pesar del tremendísimo virus y de que el señor Presidente del Norte (¡Solavaya!) haló bárbaramente la soga del bloqueo para asfixiarnos. Pero aquí estamos, mientras él, aunque patalea, prepara sus maletas.

Bien refleja virtudes nuestras ese refrán que incita a enfrentar la adversidad con temple y optimismo, a espantar el desánimo para salir airosos de los malos momentos y aplicar ese modo de actuar tan positivamente criollo. Así de lógico, así de sencillo.

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