Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Quitarse el sombrero para hablar del barrio

Autor:

Nelson García Santos

El barrio, ese espacio vivaz y mágico, cuna de los primeros amores y amistades, desde donde nos empinamos en busca de lo desconocido, deviene sitio entrañable hasta el nunca jamás, aunque este ocurra en el mismísimo planeta Marte.

Un perspicaz lo definió, con solo dos palabras, como la patria chica, para connotar ese sentimiento telúrico de apego al terruño que atesora disímiles vivencias de momentos memorables y hasta sinsabores.

Entonces, cuando se habla del lugar donde nacimos, donde pasamos la niñez y adolescencia o vivimos hasta el final de nuestros días, hay que quitarse el sombrero, aunque sea para referirse a un defecto o destacar una virtud… y coexisten ambas actitudes porque, como dijo el poeta, no vivimos en una sociedad perfecta.

El barrio está sonando por estos días con renovados bríos. ¿La causa? La transformación de su entorno en distintas geografías del país a pesar de las adversas circunstancias económicas causadas por el bloqueo yanqui, —¡nunca debemos olvidarlo!— y las consecuencias de la actual pandemia.

Un ejemplo sobre lo que ocurre está en los populosos repartos Condado Norte y Sur, de Santa Clara. Tampoco este rejuvenecimiento resulta la primera vez en ejecución, pues cada cierto tiempo hay que volver a hacer lo que ya se hizo. ¿Por qué? Sencillamente por la falta de persistencia en la práctica de las buenas costumbres.

Lo dicho anteriormente se refleja en el deterioro de la diversa infraestructura pública por no poner la yagua antes de que caiga la gotera, en los salideros de agua potable y redes albañales, en la basura tirada donde quiera, la hierba que campea, los escombros y otras inmundicias arrojadas a los ríos o cañadas que atraviesan las comunidades y devienen la imagen de espanto más visible de ese entorno en que habitamos.

Ahora, una vez más, se progresa para hacer desaparecer o mejorar al máximo esa realidad, con el fin de beneficiar la calidad de vida y de los servicios que se prestan y, en especial, dignificar la patria chica.

Con ese propósito el Estado buscará, independientemente de las necesidades y problemas acumulados, los recursos necesarios para que no se detenga el proyecto de revitalización, como aseveró el Vicepresidente de la República, Salvador Valdés Mesa, durante un encuentro con residentes en las comunidades de Condado Norte y Sur.

Obvio que sus habitantes deben ser protagonistas de ese bregar y fieles cuidadores después de la limpieza, para que la fealdad no se recicle de la noche a la mañana.

Para impedir el retroceso, la cuestión no estriba esencialmente en recursos materiales, sino en frenar ese proverbial quebranto de la exigencia en que incurren muchísimos al disponer de los espacios públicos como si fueran la sala de su casa, en frente de otros perjudicados, y no pasa nada, nadita…

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