Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Amar en tiempos de epidemias

¿Puedes vivir a plenitud una relación sexual sin besos y con miedo a salir del lugar con más de lo que entraste? Mucha gente se sentirá insatisfecha bajo esas condiciones 

Autores:

Mileyda Menéndez Dávila
Arianna Ramos Martín

 

 

«El amor se hace más grande y noble en la calamidad» 

 Gabriel García Márquez

 

«Humana cosa es tener compasión de los afligidos, y aunque a todos conviene sentirla, más propio es que la sientan aquellos que ya han tenido menester de consuelo y lo han encontrado en otros: entre los cuales, si hubo alguien de él necesitado o le fue querido o ya de él recibió el contento, me cuento yo».

Así comienza el italiano Giovanni Boccaccio el primer libro de cuentos de la era cortesana renacentista, El Decamerón, en el que, a través del doble sentido, la comedia y la osadía juvenil recrea la dualidad de una Europa desolada por la peste en 1348, una  de las 40 epidemias graves que la humanidad registra en sus anales históricos desde el imperio romano.

Siete mozas y tres mancebos son los supuestos narradores de estos cien cuentos, en los que el erotismo desacralizado es el verdadero protagonista de una atrevida ruptura, no solo con el molde, sino, además, con el propósito de la literatura medieval.

Este sería uno de los libros imprescindibles a revisitar (o descubrir) para amenizar la espera en el contexto virulento que vivimos hoy, y el otro, obviamente, es el del inmenso Gabriel García Márquez: El amor en los tiempos del cólera.

Ambos tienen en común, además del peligroso escenario epidemiológico en que se desarrollan, un mensaje explícito de esperanza y buen juicio. Primero porque apelan al sentido común para sobrevivir, con el goce y el amor como antídotos al desafuero que desencadenan algunas conductas egoístas de nuestra especie; y segundo, porque demuestran que el aislamiento creativo es la más cuerda de todas las opciones, si quieres librarte de un enemigo invisible y mortal, pero que necesita portadores para llegar a ti. 

Desde lejos

Volviendo a la actualidad, ventilemos una de las dudas que ha generado la rápida expansión de la COVID-19 y las cuarentenas decretadas en la mayoría de los países afectados: El agente responsable de esta emergencia, el SARS- CoV-2, ¿pudiera transmitirse a través de las relaciones sexuales, como otros virus bien conocidos hasta la fecha?

Al respecto, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha dejado bien claro que la única vía de contagio son las gotículas  procedentes de la nariz o la boca de una persona portadora, expelidas al toser, exhalar o hablar.

Puede ser por contacto directo o por trasladar a tus manos las gotículas depositadas sobre superficies diversas, como ropas u otros objetos de uso común. Cinco segundos bastan para recoger buena parte del virus y llevarlo a la boca, la nariz o las mucosas de los ojos en un gesto mecánico o nervioso.

Por ahora queda descartada la vía genital como forma de transmisión y la presencia del virus en el semen o secreciones vaginales de personas que enfermaron. ¿Significa eso que son seguras las relaciones sexuales en tiempo de COVID-19?

Sí y no… Primero deberías responder: ¿Puedes garantizar que la persona con la que pretendes tenerlas no estuvo en contacto con un paciente confirmado (sintomático o no), o con alguien que estuvo cerca de un portador, por ejemplo, en una cola o en un medio de transporte público?

¿Disfrutarías una intimidad en la que estén prohibidos los besos y abrazos? Puede que intentes jugar de lejos o probar posiciones en que los rostros se distancien… Y cuando la pasión tome fuerza, ¿qué harás para no perder la cordura, la salud y, potencialmente, la vida en muy breve tiempo?

La proximidad implícita en el coito facilita la inhalación de partículas expulsadas por tu compañero sexual, quieras o no. Por tanto, quienes mantienen relaciones casuales con gente desconocida se exponen a un mayor riesgo (incluido el de ser requerido por violar la recomendación de no salir a la calle innecesariamente), y mientras mayor sea el número de esos intercambios, menos probabilidad tienen de asegurar que esas personas (y las que estuvieron en su lecho antes de ti) no están infectadas, aún sin síntomas febriles o alteraciones respiratorias.

Cabe destacar que el riesgo es el mismo para quienes tienen sexo carnal, conversan cara a cara o se besan, y es  esta última la vía más expedita para contraer el virus.

Si se trata de tu pareja estable, esa que amas y quieres saludable, tienes dos opciones: o esperan a estar en aislamiento el tiempo suficiente para saber que ambos están descartados, o lo asumen como cualquier otro momento de la relación en que necesitaron distanciarse y mantuvieron vivo el amor por otras vías, más inocuas e igual de útiles para alimentar la pasión. La tercera sería sumar el nasobuco en un juego de roles, tal vez personificando ladrones y doncellas…

Una última pregunta: ¿Puedes vivir a plenitud una relación sexual sin besos y con miedo a salir del lugar con más de lo que entraste? Mucha gente se sentirá insatisfecha bajo esas condiciones y preferirá posponer el encuentro, entre otras cosas para no desarrollar una disfunción sexual por ansiedad o por un miedo que distrae. Otros asumirán el reto y apelarán a su imaginación (o la tecnología) para cuidar que el malicioso virus no asome la corona en el sagrado espacio de su vida sexual. Tú decides en qué bando estar…

 

 

 

 

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