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Un reactor nuclear en el sótano de casa

Un profesor estadounidense se ha tomado muy en serio la tarea de motivar a sus estudiantes de Ciencias

Autor:

Juventud Rebelde

No creo que me gustaría ser amiga ni vecina del ingeniero de Microsoft llamado Carl Greninger. O tal vez sí, hasta que de visita por su casa, se me ocurriera echar un vistazo al sótano y darme cuenta de que tiene allí, como cualquier tareíta de trabajo o algún mueble viejo abandonado, ¡un reactor de fusión nuclear casero!

Resulta que hace seis años Greninger empezó a preocuparse por el nivel de la ciencia en los institutos, según cuenta RT, y se propuso aumentar el interés entre los jóvenes estudiantes. Así, decidió construir un reactor atómico para que los adolescentes experimentaran la fusión nuclear.

«Tenía que ser una experiencia de ciencia extrema», confesó Greninger al diario español El Confidencial, citado por RT.

La fusión nuclear es el proceso por el cual varios núcleos atómicos de carga similar se unen y forman un núcleo más pesado. Simultáneamente se libera o absorbe una cantidad enorme de energía, que permite a la materia entrar en un estado plasmático, explica RT, y añade la importante aclaración de que el reactor es de fusión nuclear y no de fisióno sea, que no funciona con uranio, sino con el deuterio, un isótopo estable del hidrógeno con buenos estándares de seguridad.

El sitio noticioso ruso añade que el ingeniero contó con ayuda de su mujer, su hermano (ingeniero nuclear) y un grupo de estudiantes que formarían parte del proceso de construcción y serían los primeros miembros del club al que llamaron Northwest Nuclear Consortium.

Luego de lo difícil de la construcción, la pasión por la ciencia llegaría pronto, ¿cómo no?: pudieron ver una bola de plasma a una temperatura mayor que la de la superficie solar.

Desde este proyecto, el club no solo se ha expandido, con cinco departamentos: física nuclear, ingeniería mecánica, bioquímica nuclear, electrónica y tecnología de la información, sino que además, han habilitado toda clase de dispositivos, muebles y cámaras de video, y hasta una puerta súpersegura para resguardar su rincón científico.

Los veinte alumnos que rotan cada año se reúnen cada viernes para abordar nuevos proyectos, y los reconocimientos, premios y becas para esta iniciativa no se han hecho esperar.

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