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Planillas extraviadas

Un proceso tan racional y estratégico como la sustitución de equipos electrodomésticos gastadores por ahorradores no puede permitirse que alguien afecte su imagen.

Habría que preguntarle qué opina a una víctima de esos desaguisados, como lo es Francisco Román Valle, vecino del edificio 8, apartamento 5, en el Reparto Olivos 3, de la ciudad de Sancti Spíritus.

En la carta, refiere Francisco que en su barrio los CDR y los trabajadores sociales hicieron el censo previo de los equipos, volvieron para rectificarlo el 20 de abril pasado, y él aparecía entre los que reunían todas las condiciones para la sustitución. Y al fin llegó el cambio de los refrigeradores el 27 de abril, pero sorpresivamente en el listado no aparecía el equipo de Francisco.

El afectado se dirigió de inmediato al Puesto de Mando de los Trabajadores Sociales, y se asombró aún más cuando constató que había otras familias con su misma situación.

Se estaba efectuando el cambio a los núcleos de una o dos personas, y entre las familias que reclamaban allí había varias de ese tipo, pero por equivocaciones en el censo los habían inscrito como de tres o más. No pudieron hacer el cambio que les correspondía y les dijeron que debían esperar a otro reparto.

En el caso de Francisco, la planilla se extravió, y tuvo que inscribirse de nuevo para cuando hubiera esos modelos, y esperar a una posterior sustitución de equipos.

No menos desconcertado está Sergio Alberto Marín Barroso, vecino de Gilberto Zerquera 122, entre Ciro Redondo y Pedro La Rea, en la misma ciudad de Sancti Spíritus. En su casa y la de su padre, contiguas, se había hecho correctamente el censo de los equipos. Y cuando en abril pasado hicieron el cambio de refrigeradores en su barrio, no aparecían varias planillas.

Sergio Alberto ha agotado toda gestión posible: se ha dirigido, entre otros lugares, a los puestos de mando de los Trabajadores Sociales, pero en algunos casos no ha podido ver a los responsables, y en otros han quedado en darle respuestas.

«¿Cuándo se van a pronunciar sobre tal situación? —pregunta Francisco—. ¿A quién acudir? ¿Cómo se va a proceder? ¿Qué respuesta nos van a dar?».

La tercera queja la envía Manuel Penas Acuña, de calle 8 número 103, San Antonio de Río Blanco, en Jaruco, provincia de La Habana. El refrigerador se lo cambiaron el 4 de julio de 2006. Pero el mismo, desde sus inicios, tenía problemas con la congelación.

Lo reportó, y a los dos meses fueron a examinarlo. Determinaron cambio. Retornaron dos meses después y volvieron a diagnosticar cambio. En abril de 2007 fueron tres veces en horarios en que no había nadie en la casa.

Mas, por los vecinos y por otras personas en la misma situación, Manuel conoció que el procedimiento es que se llevan el roto para repararlo, y hasta que se lo devuelven, le traen uno ya de uso mientras tanto.

Manuel, quien es jubilado, no concibe que uno tenga que pagar como nuevo un equipo que está roto, y estar en esa incertidumbre.

De una u otra manera, estas azarosas historias, aún cuando puedan ser excepcionales y contrasten con los grandes beneficios que la sustitución de equipos ha significado para la inmensa mayoría de la población, alertan de la necesidad de revisar constantemente los procedimientos y corregir el tiro en tarea tan trascendente para la economía nacional y el bienestar de la familia cubana.

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