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Ojo con la mala leche del descuido

Cuando el país potencia la distribución directa de leche a la población mediante los esfuerzos productivos locales, para disminuir las importaciones lácteas, la historia de lo que sucedió en el central Argeo Martínez, en la provincia de Guantánamo, deja una lección y un alerta.

El pasado 13 de diciembre, Irina Rodríguez, vecina de calle 8 número 164, en el central Argeo Martínez, denunciaba aquí que durante un mes allí se registraron incumplimientos con la venta de leche normada a los niños, a consecuencia de los incumplimientos sistemáticos de los productores locales. Algo muy grave: la leche de los niños.

A propósito, responde José Francisco Saíz Machado, quien se desempeña como delegado del Ministerio de la Agricultura en la provincia. Manifiesta el directivo que a raíz de lo publicado, se realizó un análisis con todos los organismos que integran la Comisión municipal, y se comprobó que las dificultades con el suministro de leche respondían a déficit en la producción comprometida; y los productores alegaban disminución en los rendimientos por cambios climáticos.

Asegura Saíz que el asunto, cuando se publicó, ya había sido discutido en la comisión provincial que atiende tal tarea, y se había resuelto. Y precisa que, en el análisis realizado, se señaló la responsabilidad de la comisión municipal de la producción de leche, «por no mantener un sistemático chequeo y control de esa actividad, aun cuando fueron alertados por la comisión provincial».

Precisa la carta que, «teniendo en cuenta que el vicepresidente del municipio y jefe de la comisión se encontraba movilizado en ese período, se les realizó un señalamiento crítico ante la comisión provincial a todos los integrantes; y se indicó al Consejo de la Administración Municipal, efectuar los análisis y la adopción de las medidas que correspondan».

Saíz agradece el alerta, pero lo esencial es que este no llegue por cansancio y obstinación de los afectados, cuando escriben a un periódico nacional. ¿Realmente no pudo evitarse, mediante el control y la previsión sistemáticos, tal deterioro, al punto de que no pocos niños dejaran de recibir su litro diario de leche? El descontrol al final es ceguera. Es muy grave el asunto, como para permitirse que vuelva a suceder. Y está en juego un concepto estratégico de la agricultura cubana.

Noroelia mejorará su techo

El 23 de agosto de 2008, Noroelia Pardo Negret (calle 9 número 17, entre 11 y Nueva Asunción, reparto Artes y Oficios, Santiago de Cuba) denunciaba aquí que su casa había sido devastada por un incendio en 1987, y su familia fue enviada entonces a ocupar un cuarto en un albergue, donde debía permanecer solo seis meses. Pero aún continuaba allí, en nefastas condiciones.

En más de dos décadas Noroelia acudió a las autoridades del municipio, y continuaba en la misma situación: sin las condiciones adecuadas para vivir.

Al respecto, responde el ingeniero Gilberto Romero Saunder, director provincial de la Vivienda en Santiago de Cuba, quien precisa que la comisión creada constató que el albergue, donde viven cinco familias, presenta malas condiciones técnico-constructivas, las cuales requieren de acciones de rehabilitación, para darles mejores condiciones de habitabilidad a los cuartos.

Refiere Romero que en entrevista con Noroelia, ella planteó que lo que necesita es que se mejoren las condiciones del local que ocupa, pues ya vive hacinada con su núcleo familiar que se compone de cuatro personas, todas mayores de edad.

Anuncia el director que luego del análisis realizado, se decidió accionar en la reparación del referido inmueble. Ello comprende el mejoramiento de las cubiertas, paredes, instalaciones sanitarias y eléctricas. Para ese objetivo, informa, se convocó a la participación de los vecinos en las obras.

Feliz desenlace. Ojalá con el esfuerzo colectivo y el apoyo de las autoridades, esas personas puedan mejorar y adecentar algo tan esencial como es su hábitat.

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