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Cuando se termina el show...

Carlos Luis Borges, director del Salón Rojo del Capri, notorio centro nocturno de la capital, responde con acciones concretas, y con bastante retraso, a la denuncia —reflejada aquí— de 27 vecinos del colindante edificio Altamira, acerca de molestias sonoras provenientes del cabaret.

El funcionario, quien asumió esa responsabilidad luego de que fuera publicada la queja colectiva, manifiesta que, a partir de las insatisfacciones de esa comunidad, asumieron un plan de medidas para atender cada uno de los planteamientos.

En cuanto al ruido que provocaba, a las cuatro de la madrugada, el acarreo y salida de los equipos de sonido de los grupos musicales, asegura que a partir de la adquisición por el cabaret de los suyos propios, las agrupaciones solo llevan para presentarse sus instrumentos, y deben extraerlos a las 9:00 a.m., cuando se supone que ya los vecinos estén despiertos.

En lo tocante al trasiego de los desechos, basura y materia prima en la madrugada, y las molestias que resultan de ello, aclara que esas labores se decidió realizarlas después de las 9:00 a.m., y con bolsas de extrema hermeticidad higiénica.

Acerca de la contaminación sonora que se filtraba por los camerinos, esa área se cerró herméticamente con paredes y puertas sonorizadas, así como la puerta del pasillo. Se hizo la prueba de decibeles y está dentro de lo permisible.

Al área del frente del centro: se le cambiaron las puertas, se retapizaron con esponja y vinil y se les arregló el cierre. No obstante, para levantar la pared sonorizada en el lobby, y así el sonido no llegue a la puerta de entrada, deben tener la aprobación de Patrimonio, que es la entidad que autoriza dicha transformación.

Afirma Borges que solo queda pendiente el muro de contención arriba del Salón Rojo, donde están los aires acondicionados del cabaret, que producen bastante ruido que afecta los hogares vecinos. Ya tienen la oferta de bloques y cemento para erigir el mismo, y así el sonido se quedaría dentro del área de la azotea del centro nocturno.

El director asegura que seguirán trabajando a favor de la comunidad. Y este redactor agradece la voluntad, siempre que el tema de la contaminación sonora permanezca «en rojo» en su agenda, con seguimientos sucesivos y comprobaciones con los vecinos.

¿Quénes son los responsables?

El pasado 8 de marzo reflejé la inquietud de José Martínez, vecino del reparto Guiteras en la capital, e inspector que atiende el área marítima. Le preocupaba que se esté atrasando continuadamente el pago de los salarios de los marinos de navieras nacionales, entre 10 y 15 días.

Martínez señalaba como responsable de esos fallos a la empresa SELECMAR, y aseguraba que los funcionarios de la misma, al ser impugnados por ello, simplemente respondían que no se les había asignado el dinero a tales efectos, y tampoco orientaban a quién dirigirse.

Al respecto, responde Rafael Peraza Santiago, subdirector general de SELECMAR Ship Management, quien señala que el tipo de pagos aludido es atípico con respecto a los que se aplican en el resto de las entidades de la economía, pues lo realizan las entidades armadoras; «por lo que SELECMAR fue ubicada fuera de contexto en relación con la responsabilidad del pago».

No obstante haberse sostenido una entrevista con el inspector, sostiene, haberle explicado pormenorizadamente y quedar él satisfecho, «se tomaron las medidas correspondientes para garantizar que tales demoras no vuelvan a repetirse, todo lo cual se evidenció a partir del pago correspondiente a febrero, mes desde el cual no se han producido más atrasos».

Agradezco la respuesta, pero si Martínez quedó conforme, al menos este redactor se queda con ciertas dudas: ¿Por qué no les orientaban entonces a quién dirigirse ante tal irregularidad?¿Cuáles son las entidades armadoras responsables del asunto y por qué sucedía? ¿Si SELECMAR no es la culpable de los atrasos, quién entonces tomó las medidas para que no se produzcan más?

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