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¿Quién es el responsable?

Yaima Valladares (Ayllón 508, entre Industria y Coronel Verdugo, Cárdenas, Matanzas) tiene razones para hablar de la sinrazón y el irrespeto con sus esfuerzos de superación, y su autoestima como profesional.

Relata la lectora que actualmente presta servicios en el policlínico José Antonio Echeverría, de la Ciudad Bandera, hasta tanto el Manuel Piti Fajardo culmine su reparación. Ella culminó la Licenciatura en Tecnología de la Salud, perfil Estomatología, el 17 de julio de 2008. Y aún no se le ha considerado como tal, a los efectos de su salario.

En aquel momento, título en mano, Yaima fue a Recursos Humanos de su centro a entregar una fotocopia del mismo. Y le dijeron que aún no se había creado esa plaza allí. Debía esperar hasta finales de ese año que estuviera el modelo P2, para la plaza en Tecnología de la Salud. Una vez aprobado el P2, en 2009 comenzaría a cobrar el aumento.

Yaima esperó el 2009, y todo siguió igual. Lleva 15 meses de graduada como si no lo fuera.

Cansada de aguardar, se dirigió a la Dirección de Salud en Cárdenas, y allí le dijeron que el P2 se había enviado a la Dirección Provincial, y no lo habían aceptado porque tenía errores.

Ella esperó varios meses con la esperanza de que se resolviera su problema, que era el de los graduados de esa especialidad en Cárdenas. Incansable, fue a la Dirección Provincial: allí le manifestaron que mientras Cárdenas enviara el P2 con errores, ellos no podían aprobar la plaza. Y varias veces habían tenido que rechazarlo.

Retornó a la Dirección Municipal, y entonces allí le dijeron que la culpa la tenían las unidades de salud. «Y las unidades se defienden —asevera— diciendo que nunca se les orientó cómo era, y que Matanzas rechazaba el P2, pero nunca les señalaba dónde estaba el error».

Con razón, Yaima está muy ofendida. Tal parece que la culpa es un saltimbanqui que viaja de un lado a otro. ¿Qué derecho hay a castigar a una persona a la sombra de una chapucería? ¿Dónde está la verdad? ¿Quién es el responsable?

El contenedor de la desdicha

El pasado 10 de septiembre, la lectora Norma Carretero denunciaba aquí un impune salidero de agua potable que presenció, al paso, en la esquina de Quinta y B, en el municipio capitalino de Plaza de la Revolución. Agregaba que, según los vecinos, hacía tres meses que una brigada de la Empresa de Gas Manufacturado había roto la calle para hacer arreglos, y en medio de esos trabajos perforaron la tubería hidráulica.

Al respecto responde Ernestina Arrechea, directora de la Empresa de Gas Manufacturado, que efectivamente esa entidad hizo trabajos allí para detectar fugas de gas, pero los mismos no provocaron daños a la red hidráulica. Ello se comprobó al realizarse una apertura, de conjunto con la empresa Aguas de La Habana.

Y desde Aguas de La Habana nos escribe Ana Remis, jefa del Departamento de Atención al Cliente de esa entidad, para subrayar que, a raíz de lo publicado, no encontraron en su control de incidencias reporte alguno por esa dirección. Pero en la inspección efectuada, sí se detectó que el salidero se encontraba en calle B frente al Nro. 107, cuyo reporte había sido realizado el 31 de agosto de 2009, y ya el 4 de septiembre tenía orden de trabajo abierta.

Precisa Remis que en ese caso se había trabajado, pero no se había podido llegar al salidero debido a la existencia de un enorme contenedor en el parterre, perteneciente a un vecino, que era motivo de inconformidad colectiva.

«Por nuestra parte —refiere— se hicieron grandes esfuerzos para moverlo, pero resultó imposible. Esta situación era de conocimiento del delegado, por lo que fue necesario solicitar una grúa de nuestra empresa. Se logró mover el contenedor y darle solución a la afectación».

Agradezco ambas respuestas no sin antes reparar en que, una vez más, la indisciplina urbanística, el creerse que la calle puede ser un cuarto de desahogo, sigue haciendo de las suyas.

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