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Expediente abierto… ¿Gato encerrado?

El ingeniero Alejandro Ibáñez Balsine (Calle 3ra. No. 30015, e/ 300 y 302, Santa Fe, Playa, La Habana) escribe a esta columna no para intentar resolver una cuestión personal, sino la queja de uno de sus vecinos.

Según cuenta Alejandro, el capitalino Norgie Vega Rivero (calle 1ra. B, No. 29829, e/ 298 y 300) se halla en una complicación relacionada con la vivienda, tras edificar por esfuerzo propio su hogar en un terreno que se declara del Estado. Las entidades que debieron proceder a legalizar los trámites al respecto no han actuado como corresponde, opina el remitente.

«Desde el 24 de julio de 2012 me encuentro detrás de la Directora de la UMIV de Playa para poder entrevistarme con dicha funcionaria; y la posible ocasión que tuve el día 31 de julio, bajó su secretaria diciendo que ella no podía atenderme (...). Nos remitimos de inmediato, este mismo día, a la Dirección Provincial, y comunicamos, de forma verbal, dicha situación a su Director», relata.

«Conocimos que este la citó en dos ocasiones para que diera respuesta sobre el caso que nos ocupa, y no cumplió en la fecha exigida», añade. En su criterio, sin profundizar en el asunto en cuestión «desean conceder el derecho a otra vecina, que le habilitaron un expediente, cuando este caso que reclama Norgie está en litigio desde 2006, escribiendo a diferentes niveles, y lo único que se hace son entrevistas entre los vecinos (…) que expresan como testigos que la construcción la ha hecho este ciudadano con su esfuerzo».

En opinión de Alejandro, para depurar el caso sería oportuno se investigara con comisiones superiores a las municipales, en aras de encontrar la justicia.

Qué paquete

Al momento de escribirnos Nilda Julia Gómez Ramos (Rubén Darío No. 2, e/ Pedro María Rodríguez y Abel Santamaría, Taguasco, Sancti Spíritus) llevaba 107 días esperando un paquete que debió arribar, a lo sumo, en 20.

Su esposo —narra Nilda Julia— se encuentra colaborando como parte de la Misión Energética en la República Bolivariana de Venezuela. El 2 de mayo de este año, a través de la línea Ipostel, remitió un bulto desde el estado de Mérida, con la aseveración de que en 20 días estaría en suelo cubano.

«Me he dirigido a la empresa de correos de mi provincia mediante el teléfono 33-6354, por el que se atiende a la población y desde el cual la compañera le busca el paquete teniendo usted el número, que así es mi caso…», evoca la espirituana. «Muy atentamente me han buscado y entonces llegó mi día feliz: el 30 de julio de 2012 me comunicó la compañera que mi paquete había salido registrado en el sistema»… Pero después de eso, nada.

La afectada se dirigió varias veces a las entidades correspondientes a nivel nacional, y la respuesta que encontró es que había atraso en los paquetes por las aguas de mayo. Siguió esperando. Después volvió a la carga en su Sancti Spíritus y el comercial de la empresa le ratificó amablemente que tenían atraso en la llegada a la provincia.

A estas alturas, cuando ya Nilda Julia se encuentra esperando otros envíos, no sabe dónde andará su bulto extraviado ni a quién pedirle cuentas por ello. Es un tema que llueve sobre empapado. Hacen falta respuestas y acciones de peso. Porque más allá de que aparezca el envío misteriosamente extraviado, el tiempo, el equilibrio emocional, la dignidad de alguien que espera un servicio por el cual pagó, no deben ser maltratados impunemente.

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