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Se podía resolver antes

El pasado 10 de noviembre, y desde la CPA Delfín Luis Paz, en Tamarindo, municipio avileño de Florencia, Anabel Sanabria Pérez denunció que su hijo de 14 años, postrado y ciego, sufría los excesos sonoros de unos vecinos que ponían la música a altos niveles.

Contaba que les había pedido que regularan el volumen de la música para lograr la estabilidad del niño. Y hasta tuvo que llamar a la Policía, lo que trajo deterioro en las relaciones con ellos. Para más, los de la música le llegaron a decir que se mudara, pues ellos tienen derecho a oír la música como a ellos les gusta.

Anabel pidió ayuda a la PNR y conversó con el jefe de la Policía y la Fiscal del municipio, y llevó un resumen de historia clínica del hijo, que muestra que ese tipo de niños (PCI, ciego, con alto riesgo de morbilidad y cuadriplejia espástica) necesita un ambiente tranquilo.

Somos ciudadanos tranquilos, expresaba, y no tenemos recursos para mudarnos a otra casa donde el niño tenga las condiciones hogareñas para que se mantenga lo más sano posible, ya que él no regula bien la temperatura y los cambios ambientales influyen también en su salud.

La madre estaba desalentada, al constatar que en la práctica su niño no tenía protección de esos excesos; «y de ver cómo el vecino tiene más derecho que uno de vivir feliz y saludable», enfatizaba.

Y este redactor apuntaba que el nivel de impunidad e indisciplina sonoras es un flagelo en la convivencia del barrio cubano, sin que se vislumbre, en cada lugar, una voluntad rigurosa de enfrentarlo.

Al respecto, responde un especialista de Atención a la Población  del gobierno municipal que no da su nombre. Y refiere que en visita a Anabel, se comprobó con el pediatra de la comunidad que el muchacho presenta PCI, atrofia óptica bilateral, reflujo gastroesofágico grado 1, epilepsia, y está postrado con cuadriplejia espástica.

Añade que sufre una malnutrición proteica calórica en la línea del marasmo y sufre por los excesos sonoros. Bajo esos estados emocionales se pone muy irritable y agresivo, llegando a cambios de coloración y a autoagredirse.

Manifiesta el especialista que «teniendo en cuenta los criterios especializados de los profesionales de la salud, se procedió al intercambio con los vecinos que, irrespetando el derecho a la tranquilidad y la paz de la convivencia, ponen música a altos niveles provocando tales reacciones». Y agrega que, en alusión a la Constitución de la República, se aclararon los deberes y derechos de cada ciudadano de respetar los derechos de los demás.

«No obstante, precisa, también en el intercambio se le esclareció a la compañera Anabel Sanabria Pérez que tiene que llegar a consenso con los vecinos y respetar sus viviendas, teniendo en cuenta que ella ha irrumpido en estas solicitando en formas inadecuadas que se cumplan sus exigencias de no poner música, lo que ha llegado a provocar un mal ambiente entre los vecinos del barrio dado el modo en  que se dirige a establecer sus quejas.

«Como resultado de la visita efectuada por la comisión creada a los efectos, concluye, se convenció a los jóvenes responsables de los altos decibeles de la música para que la escuchen a volúmenes adecuadamente establecidos por la legislación ambiental, y así colaborar con la salud y la tranquilidad del caso que nos ocupa, tanto como con las nuevas normas de convivencia social».

Agradezco la respuesta por su agilidad y porque logró deshacer un conflicto a favor de la justicia y la razón. Sin embargo, debo señalar que le quita seriedad al asunto el hecho de que ni siquiera apareciera el nombre de quien responde. Y, evidentemente, los superiores del especialista ni repararon en ello.

Además, lo lamentable es que, si en el municipio conocían del asunto por la propia denunciante,  la molestia continuara al punto de que esa madre, ya impotente ante la desconsideración e insensibilidad de los vecinos, haya tenido que escribir a esta sección.

Ojalá que se logre zanjar definitivamente el problema y las autoridades correspondientes le den ahora el seguimiento que no le prodigaron antes de publicarse la queja.

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