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Imperdonable desatención

Nadie con un poco de sensibilidad debía permanecer impasible ante el cuadro que presenta la octogenaria Lucila Sentil Bueno, residente en Peatonal A no. 25, en Perico, provincia de Matanzas.

Cuenta Lucila que, además de los años, es una persona enferma: hipertensa, cardiópata y con insuficiencia respiratoria, por lo que vive con falta de aire constantemente. No tiene hijos. Solo está a su abrigo y custodia un sobrino huérfano de madre y padre, desde que falleció este último, hermano de ella. Por demás, es retrasado mental, y no puede trabajar. Recibe una pensión por su papá.

Lucila, quien percibe una jubilación de 1528 pesos, desde 1983 está empeñada en la construcción de su vivienda, la que posee piso de tierra en la mitad de la casa. El baño está en mal estado, las paredes son rústicas y el techo se filtra.

Refiere la señora que en varias oportunidades ha ido a la Dirección Municipal de la Vivienda, solicitando un subsidio. Y le dicen que debe tener actualizada la propiedad. Tampoco con lo poco que percibe, puede decir que va a construir, alimentarse los dos y comprar sus medicamentos a los precios elevados que anda todo.

Ha acudido al Gobierno municipal y le plantean siempre lo mismo que en la Vivienda. No encuentra solución para lograr hacerla habitable.

«¿Qué ayuda puedo obtener para finalmente resolver la situación de mi vivienda y vivir al menos unos días o meses en un hogar digno? ¿Cuáles son los casos vulnerables que se solucionan en este municipio?, expresa finalmente, y acompaña su carta con unas fotos elocuentes del drama que está viviendo. Imperdonable desatención.

Dudas sobre bonificación

El doctor Jorge Ramón San Cristóbal Díaz (Ermita 253, altos, Plaza de la Revolución, La Habana) tiene mucha preocupación con la tarjeta magnética que se le entregó al retorno de su misión de colaboración en la hermana República Bolivariana de Venezuela, con una bonificación de un 30 por ciento de rebaja para las compras en la red de tiendas.

Afirma que ese beneficio funcionó, pero desde hace unos nueve meses ya no, pues en las tiendas a las que ha acudido, el POS que facilita el pago mediante tarjetas y la consiguiente rebaja está roto o no está funcionando.

 Ha hecho gestiones con Fincimex, e incluso en unas dependencias de esa entidad en 3ra. y Final, en Playa, le orientaron que debía ir al Banco Metropolitano de La Lira, en Arroyo Naranjo, donde emitieron la tarjeta. Allí contó su problema y la comercial le dijo que desconocía esos detalles, pues si su tarjeta funciona en el cajero electrónico, ¿por qué no ante los POS? También visitó la sede del Banco Metropolitano en Cuba y O´Reilly, en La Habana Vieja, donde le indicaron que su dinero no se pierde aunque venza la tarjeta, pero no le esclarecieron lo de la bonificación del 30 por ciento.

«¿Es que estoy siendo víctima de algo increíble? ¿Ya pasó mi posibilidad del descuento?,» concluye Jorge Ramón, quien necesita saber si la bonificación desapareció o está vigente.

¿Objetivos o subjetivos problemas del SAF?

Manuel Montero González (Aranguren 469, entre Millar y Agustín García, Regla, La Habana) es un septuagenerio jubilado que está adscrito al comedor Alejandrina del Sistema de Atención a la Familia (SAF), ese programa creado años atrás por el Comandante en Jefe Fidel Castro, para ayudar a los ancianos jubilados y pensionados vulnerables.

Y señala que tanto en esa unidad como otras de Regla hace ya algún tiempo que se presentan irregularidades en el servicio, las cuales se han agravado en cuanto al plato fuerte del menú.

«Hoy 12 de junio, por ejemplo, solo ofertan arroz blanco, calabaza hervida y un pan, afirma. Sé que tenemos bloqueo, que el Presupuesto del Estado es limitado, y que lo que oferta el SAF es adicional a la canasta básica.

«Lo que deseo es que los decisores investiguen por qué está ocurriendo esto. ¿Es un problema objetivo insoluble; o es subjetivo por falta de gestión, organización, exigencia o indisciplina laboral? “No podemos pasar por alto que en la tercera edad no todos los ancianos cuentan con familiares que los apoyan económicamente, y que lo ofertado por el SAF representa para ellos la garantía para su nutrición», manifiesta.

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