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Menos sombra en la ciudad de Camagüey

Como «fiel defensor del medio ambiente» —así se define—, Rafael López Arafet escribe desde calle 14, No. 34, en el reparto Guernica de la ciudad de Camagüey. Y lo hace para revelar que allí, desde mediados del actual año, Servicios Comunales está talando, y no podando, innumerables árboles sin motivo aparente. Incluso, muchos de ellos que no están atravesados por cables.

Precisa que la primera de sus averiguaciones en tal sentido fue cuando se acercó a trabajadores en plena faena de tala e indagó. Le respondieron que  ellos hacen lo que los jefes ordenan.

«Días más tarde, afirma, a todo lo largo de la avenida que pasa frente al hospital provincial habían cercenado 15 árboles de almendra,  los cuales aportan sombra y fresco a los pasantes. Sucedió a pesar de la negativa de muchos vecinos».

Refiere que en su ir y venir por la ciudad, pudo apreciar que tal situación se está llevando a cabo indiscriminadamente. En el parque La Habana, añade, cortaron con motosierra cinco grandes árboles, sembrados detrás de cinco bancos para dar sombra a los que se sentaran allí. Ya de día no se puede por el sol.

«Conversé sobre esta situación con una especialista en el municipio y nada, manifiesta. Entonces me entrevisté con la que atiende jardinería a nivel provincial y quedó aparentemente sorprendida de esta situación.

«Creo que para estas responsabilidades se necesitan personas con cierto nivel, sensibles con el medio ambiente y responsables. Me parece que el Citma no cumple con sus obligaciones al no mediar en esta situación y permitir que siga sucediendo cada día.

«El cambio climático, por lo que veo, llegará más rápido a esta provincia que a otros lugares, si no actuamos con firmeza, si se sigue permitiendo esta tala indiscriminada. Espero que haya respuesta adecuada, duradera, Que no sean meras palabras que se las lleve el viento».

Intrusión en sus tierras

Roger Parra Vasconcelos (calle Colón sin número, entre Simón Bolívar y C. Final, Sagua la Grande, Villa Clara) cuenta que él y su pareja residen con su abuela de 78 años, propietaria de 1.74 hectáreas de la finca denominada Sin Nombre, adscrita a la unidad de producción agropecuaria La Julita, la cual ha sido  afectada por una inversión estatal.

Refiere que hace más de dos años, cuando comenzó la ejecución de una planta de residuales en el matadero Lorenzo González de ese municipio y se instaló dentro del área de esa finca, Roger se dirigió a la Asamblea Municipal del Poder Popular.

«Entonces, afirma, me dieron una entrevista con el Intendente de Sagua la Grande, Omar Rodríguez, quien me dijo que la planta sí se iba a hacer allí; y que si no estábamos de acuerdo, que fuéramos a Fiscalía, cosa que hice; porque las leyes se hacen para que se respeten.

«No es que estemos en desacuerdo con que se hiciera la planta si al Estado le hacía falta. Pero lo primero que tenían que haber hecho es sacarnos de allí, y no para meternos en una rinconera».

Precisa que están muy afectados por la ejecución de esta obra en su tierra, la han convertido en el vertedero del matadero. Y que en visitas que ha hecho al Intendente, le ha dicho que van a sacarlos provisionalmente a otro lugar de los que tiene destinados el Gobierno para esos casos, hasta que ejecuten las casas que faltan en los biplantas de Luis Mesa, esquina a Aguilera. Y todo ha sido mentira.

Y envía también fotos de las condiciones precarias en que están viviendo, sin ver solución alguna, oyendo cuentos y más cuentos, siguiendo en las mismas.

«Estamos cansados de ir al Gobierno, y no acabamos de verle la solución a este problema. Nadie nos pidió permiso para hacer lo que hicieron. Y a nadie le importa», manifiesta al final de su carta Roger.

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