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Afectada y sin apoyo

María Vilma Ametller escribe desde calle Moncada No. 212, entre Martí y General García, en San Luis, provincia de Santiago de Cuba, porque hace un año anda buscando solución a un problema que está afectando su salud. Y nada sucede.

Cuenta que al lado de su casa, en una vivienda que el dueño alquila, han puesto una cafetería, donde aparte de vender sus productos, ponen música desde la mañana hasta altas horas de la noche. Y con esa casa, la suya comparte la pared medianera y el techo común.

Refiere María Vilma que ella presentó una queja en el Gobierno municipal, y se presentó una comisión, que no tuvo en cuenta su estado de salud. Y le dieron todo el derecho al dueño del negocio, alegando que él puede poner la música las 24 horas del día para así atraer clientes.

María Vilma se acercó al presidente del consejo popular, quien fue a llamarle la atención al dueño del negocio, y este ignoró de hecho ese requerimiento.

No obstante, se presentó la queja como planteamiento al Gobierno municipal, a través del presidente del consejo popular. Y transcurrido más de un mes no han dado respuesta.

La afectada fue a la Fiscalía municipal en busca de orientación, y quien la atendió allí le dijo que no podían
hacer nada al respecto. Que fuera al Citma en la provincia y se quejara allí.

«Todo esto, manifiesta, ha deteriorado mi salud mental y me he tenido que atender con el siquiatra por la gran depresión que estoy atravesando. Me siento decepcionada al ver que en este municipio le dan más valor a las ganancias de un negocio que a la salud de una mujer que está en su casa, donde le han hecho la vida imposible».

Lo mismo

Mayra Castillo Rodríguez, quien reside en el apartamento 12 (planta baja) del bloque 4, en el reparto Van Troi, de la localidad villaclareña de Caibarién, denuncia aquí a un ciudadano que en 2013 construyó un quiosco detrás de su apartamento. Y a pesar de lo hecho por ella, lo autorizaron en el Gobierno municipal.

Refiere que en 2022 esa persona comenzó a levantar dos tanques de agua pegados a la ventana de su cuarto. Ella lo  denunció a Planificación Física. Lo multaron y paró la construcción. Pero en 2023 hizo otro quiosco pegado al anterior y más cerca de su apartamento.

«Ahora tiene materiales de construcción, y dice que lo autorizaron a expandirse en todo el terreno que ocupa la parte de atrás de los dos dormitorios restantes de mi apartamento», señala.

Precisa Mayra que el tanque de agua que abastece ese quiosco se alimenta de los tanques del edificio donde ella vive. Y se mantiene botando agua las 24 horas del día, los 365 días del año.

«Las paredes de mi apartamento, expresa, se han convertido en urinario público, por lo que debo mantener las persianas cerradas debido a que hombres orinan en la pared y tengo una niña de diez años. Nuestro descanso se ve interrumpido por la bulla que a diario él y sus trabajadores hacen desde la cinco de la mañana, ya que está a menos de dos metros de mi dormitorio.

«Soy médico especialista en Dermatología y médico de familia en este municipio. Y en múltiples ocasiones he planteado en el Departamento de Higiene y Epidemiología sobre el derroche de agua de este ciudadano, el encharcamiento en la parte posterior de nuestro edificio y las consecuencias negativas que esto trae , incluida la proliferación de plagas como el mosquito Aedes aegypti y el peligro de dengue, así como la pestilencia que emana hacia nuestro apartamento.

«En este municipio no han tomado en cuenta mis denuncias… En estos días también estaré esperando la respuesta de la abogada que contraté para denunciarlo. Así no se puede vivir», concluye.

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