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Iris Oropesa Mecías

Detrás de la ciencia

La carrera por la cura del VIH/sida

Si uno de esos trucos literarios de pedir tres deseos llegara a nuestra vida, muchos de nosotros ya sabemos lo que pediríamos al menos en uno de los chances: «la dichosa cura» del Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH) y del consecuente Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (sida)». Después de más de 34 millones de vidas cobradas desde que a finales de los años 80 surgiera su brote, la humanidad sigue teniendo preguntas: ¿Por qué es tan difícil aún llegar a una vacuna? ¿De las tres grandes pandemias —malaria, tuberculosis y sida— por qué es esta la única que no se ha «solucionado»? ¿Por dónde van las investigaciones? ¿Es cierto que dos pacientes se han curado totalmente de sida?...

La mayor dificultad para una cura frente al VIH es la incapacidad del sistema inmune para detectar y enfrentarse al virus. Mientras que otras entidades virales se suelen quedar en las superficies celulares y es fácil identificarlas, el VIH penetra en el ADN de las células ocultándose y despistando la capacidad de reacción defensiva del organismo.

Ante tal reto, la comunidad científica prioriza que los pacientes logren mantener la carga viral a niveles indetectables. Eso es precisamente lo que consiguen las modernas terapias antirretrovirales (ARV). Propician que las personas seropositivas puedan hacer una vida normal y reduzcan considerablemente (entre un 95 y un 97 por ciento) el riesgo de infectar a otras. Y lo mejor: el enorme cambio de estar sentenciados, a padecer un mal crónico tratable. Por ello, la lucha por niveles de acceso a terapia ARV y los sistemas de prevención son las máximas áreas de énfasis. Sin embargo, las dos metas soñadas seguirán siendo hallar una vacuna preventiva y una cura total.

La comunidad científica no se relaja

La Conferencia Mundial sobre el sida reúne cada año a científicos, profesionales, políticos y activistas para ponerse al día sobre el tema investigativo. En la última edición, realizada en Durban en julio de este año, se fijó la meta de la erradicación de nuevos casos a nivel mundial para 2030, y se resumieron los principales avances y dificultades.

En cuanto a desafíos, solo 17 millones de personas reciben hoy tratamiento ARV, frente a 20 millones que carecen de él. El mensaje de la Conferencia fue de no relajarse.

El lema «Derechos de equidad de acceso ahora», así como la meta del «90-90-90», o sea, identificar al 90 por ciento de las personas con VIH, ofrecer terapia antirretroviral al menos al 90 por ciento que lo padezca, y que este 90 por ciento tenga la carga viral indetectable en plasma, denotaron la preocupación por la accesibilidad en los sistemas de salud.

En cuanto a los supremos deseos de la cura y prevención totales, según lo discutido en el simposio Hacia una cura, que antecede a la Conferencia, la búsqueda más avanzada se desarrolla en dos líneas principales:

La línea de ensayo, que parte de reforzar al sistema inmune para que pueda defenderse, hasta ahora no ha logrado el éxito. La base fue una vacuna que se probó en Tailandia entre 2003 y 2006 con resultados modestos (31 por ciento de efectividad). Pero lo más reciente es una prometedora variante que se ensaya en el sur de África desde hace poco con varios miles de pacientes implicados.

Otro camino para lograr la inmunización total se centra en la terapia con células madre, la que produjo el resultado del famoso paciente berlinés Timothy Ray Brown, única persona curada totalmente del virus. El consorcio empresarial Epistem chequea a pacientes que han recibido trasplantes de médula para comprobar si se puede replicar ese caso, algo que hasta hoy no ha sucedido. Se han logrado, sin embargo, significativas reducciones de la carga viral, pero estos siguen siendo métodos muy agresivos, cuya implementación no es hoy ni rentable, ni segura. Sería, de lograrse, una fórmula aplicable en países del Primer Mundo, y no donde se hallan los mayores índices de infestación.

Como otro punto central en la reciente Conferencia se propuso el tratamiento profiláctico con ARV en personas sanas; sin embargo, cuando la terapia aún no llega a todos los infectados, es otro objetivo por el que luchar.

El paciente berlinés

Dos enfermos de VIH-sida se han vuelto internacionalmente reconocidos en esta lucha científica contra la pandemia: Timothy Ray Brown, estadounidense residente en Berlín, y un segundo paciente, no identificado, también de origen norteamericano y residente en Inglaterra.

El primero es el único ser humano ciento por ciento curado del VIH-sida. Tal proeza se daría a conocer en 2008 en la prestigiosa revista de hematología Blood, y fue llevada a cabo por el profesor Eckhard Thiel, hematólogo de la clínica universitaria de la Charité en Berlín. Thiel practicó a Brown —aquejado además de una leucemia— un complejísimo trasplante de médula ósea. Lo especial del procedimiento es que fueron implantadas células medulares de un donante con una mutación genética conocida como delta-32, que hace que las personas que la tienen sean inmunes contra la mayoría de las cepas del VIH.

Quienes presentan esa particular mutación carecen del receptor, (algo así como una puerta celular), llamado CCR5, que el virus aprovecha para ingresar en las células. De tal modo, el caso del paciente berlinés es la única curación real, pero fue considerada como un hecho aislado y poco aplicable, por lo difícil y agresivo de la intervención, y por el costo gigantesco de este tipo de procedimiento. El mismo doctor Thiel confesó, según el diario español El País, que no se habría arriesgado a algo tan tortuoso si el paciente hubiese sufrido solo de VIH-sida. Pero cree que más allá de descartar la técnica, se intenta trabajar para que sea aplicable al menos en los niños seropositivos. La idea de Thiel es que en el futuro se pudiera lograr la mutación desde las propias células madre de cada paciente.

Timothy Ray Brown es la única persona del planeta curada totalmente del virus.

El (im)paciente de Londres

El caso del paciente de Londres ganó repercusión el pasado 3 de octubre, cuando ocupara los titulares de la mayoría de los medios del mundo, al anunciarse una supuesta curación total. La falsa noticia saltó de las páginas del diario británico The Times a cuanta publicación existe. El hombre de 44 años de edad forma parte de un grupo de 50 personas en tratamiento experimental. La técnica fue diseñada por científicos de la Universidad de Oxford, de Cambridge, la Escuela Imperial de Londres, la Universidad Colegio de Londres y el Kings College londinense.

Según una de las especialistas del ensayo, Sarah Fidler, la estrategia es que el paciente sea inicialmente sometido a una vacuna, con el fin de que el sistema inmunológico adquiera la ansiada habilidad de detectar las células infectadas. Luego se utiliza una droga que obliga a las células pasivas a producir proteínas, lo que las convierte en células activas. Estas células son finalmente localizadas y eliminadas por el cuerpo del paciente.

Frente a tal expectativa, cuyos resultados podrían afectar positivamente la vida de 37 millones de infectados, es lógico que la ansiedad haya precipitado la «noticia» cuando se filtró que el paciente había resultado negativo a un examen.

Sin embargo, como expertos han explicado, el virus VIH se suele «esconder» cuando hay baja carga en las células. Esta aparente ausencia sucede en la etapa de portador, a poco tiempo de haber sido infectado, o cuando el sujeto es sometido a una terapia ARV. De ahí que sea muy común que los chequeos de alguien que sí porta VIH resulten negativos, incluso en varias ocasiones. Por esa causa se suele recomendar a quienes sospechan de haberse contagiado, que repitan sus exámenes.

De este modo, expertos han asegurado que los resultados no son conclusivos, y que probablemente el revuelo mediático haya surgido tanto de la confusión del mismo paciente, mal informado sobre estos detalles de la infección, como del afán propio del mundo periodístico por la exclusividad de un evento de tal magnitud.

Este tipo de desinformación sobre temas tan sensibles es bastante común. Falsas noticias suelen inundar medios digitales de corte sensacionalista para anunciar desde lo que suena más académico hasta la promoción de supuestos remedios naturales sin ningún respaldo científico. Sería bueno estar convencidos de la esperanza del desvelo científico por este sueño, pero informarnos con fuentes verdaderamente confiables.

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