La tecla del duende
Hay una muchacha que hoy está cumpliendo años, a razón de un múltiplo de cinco. La Tecla tiene esos encantos, esa magia numérica que no caduca, esos regalos de jueves. Y aunque la amistad que nos une nació por correspondencia, hace ya muchos años, las comunicaciones entre ambos se han extinguido, como la correspondencia misma lo hace ante el mundo virtual.
Ella decía que los amigos siempre están, aunque no se vean. Pero no hay que exagerar. Hay ausencias demasiado largas, presencias demasiado cortas, cariños incontables que requieren del contacto físico o el telefónico. Pero la vida, ay, la vida…
Recuerdo aquella convocatoria guillermiana que tocaba un cumpleaños de Yenny Elis. Eran los primeros seis números de manera consecutiva, que aludían a las 01:02:03 del 04/05/06. Ella estaba orgullosísima de aquella coincidencia. Ojalá también lo esté de un jueves especial: dentro de doce meses, habrán transcurrido tantos años desde la numérica de Guillermo, como la edad que ella tenía en aquel entonces.
Demasiados acertijos para un solo jueves, para una sola columna, para un solo corazón. ¿Será extraño extrañar? Me resulta un poco extraño.
La santa ciudad clara recordará este sábado los 18 años de su primera Tertulia, constituida por Guillermo Cabrera Álvarez. Será en la Galería Provincial, y me cuenta Lillicsy, la coordinadora, que habrá invitados y muchas sorpresas. Si está el fin de semana en Santa Clara, le recomiendo que a las dos de la tarde se presente allí, junto a los ocurrentes lectores nuestros.
El domingo 7 (¿recuerdan el cuento infantil?) será la tertulia espirituana. Desde las nueve de la mañana, el espacio de la Galería Oscar Fernández Morera recibe a las tecleras del Yayabo, para hablar de madres y otras ternuras. Dan deseos de sumarse, aunque sea virtualmente.
Eligio: Ya no tengo tus mensajes, como antes, en el despertar de cada jornada. Amanéceme. Katiuska
¿Y si en cada jornada, amigos míos / pueden darse el abrazo postergado? / Nada queda pendiente del pasado: / al futuro se va con nuevos bríos. Fernando Martínez Martí
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